¡¡Exijamos lo Imposible!!
Explotación minera
Lilia Arellano
Estado de los ESTADOS
Riqueza creada con abusos y violaciones
Corrupción y muerte en nuestro subsuelo
Exige la ONU adecuaciones y revisiones
Fallido contra-ataque de Andrés Granier
“Una llave de oro abre todas las cerraduras”.- Christoph Wieland
Las políticas de libre mercado, a raíz de la firma del Tratado de Libre
Comercio firmado en 1994; las concesiones del subsuelo, sustentados en
la Ley Minera y la Ley Federal de Derechos; la falta de pago de regalías
y el secreto fiscal; la reforma al artículo 27 constitucional realizada
en 1992 que permitió que las tierras comunales y ejidos se convirtieran
en propiedad privada, explican que un grupo de seis mineras canadienses
controlen el 70 por ciento de la explotación del oro en México y
posean, en territorio nacional, reservas de ese metal con un valor total
de 83 mil millones de dólares, y que a pesar de los abusos que cometen
con comunidades cercanas a los lugares de explotación, salgan avantes en
conflictos generados por su forma de operar, que se resume en bajos
costos de operación, reducidos impuestos y cuotas ambientales, que les
significan poca inversión y mucha ganancia.
En contraste, los mineros mexicanos son de los peores pagados del mundo.
En nuestro país, un minero gana entre 2 y 3 dólares la hora; es decir,
24 dólares al día, mientras que en Canadá por la misma labor, un
trabajador recibe más de 20 y hasta 30 dólares la hora, esto es, 10
veces más. Además, los mineros mexicanos soportan una absoluta falta de
respeto a sus derechos laborales y violación sistemática de los
contratos colectivos de trabajo, y no cuentan con los mínimos de
seguridad, sin que ninguna autoridad actúe. En México, los mineros
resienten el “autismo” de las autoridades y el abuso sistemático de las
empresas que obtienen una rentabilidad que es de las más altas del
ámbito mundial.
A lo anterior hay que agregar que en territorio nacional, las mineras
trasnacionales y consorcios del país pagan por concepto de derechos, tan
sólo cinco pesos anuales por hectárea explotada; cada año piden a la
Secretaría de Hacienda crédito fiscal; tienen concesiones por 50 años
renovables; pagan los salarios más bajos de Latinoamérica; han impactado
negativamente los recursos hídricos y ambientales de diversas
comunidades, y han provocado en ellas afectaciones sociales. A pesar de
todo, los gobiernos federales han permitido que queden impunes los
abusos, violaciones y sobreexplotación de recursos y trabajadores, que
“se han convertido en un serio factor de inestabilidad política
generalizada en el país”, como se ha denunciado incluso en el Senado de
la República, donde se ha exigido que las empresas mineras paguen
derechos, como en todo el mundo; que no se dejen espacios en la
legislación que les permitan evadir impuestos; que se les apliquen
sanciones cuando no cumplan con los ordenamientos de impacto ambiental, y
que se revisen todas las concesiones otorgadas y se les obligue a no
violar derechos humanos y laborales.
Sin embargo, poco se ha avanzado en ese sentido y, tal vez, en ningún
lugar del mundo las compañías mineras se sientan tan a gusto como en
México. Dentro del paquete de reformas estructurales que se han
impulsado a través de las cúpulas partidistas que conforman el Pacto por
México, no se tiene proyectada ninguna reforma legislativa que toque a
las actuales dueñas del subsuelo mexicano ni siquiera con el pétalo de
un gravamen o una sanción.
En México es común que, pese a sus grandes ganancias, las empresas
extractivas nacionales y trasnacionales fallen en sus obligaciones
legales y en sus responsabilidades sociales. La mayoría de los
conflictos se dan en la franja que ocupan las empresas canadienses,
debido al modelo de explotación intensiva que llevan a cabo, y al uso de
tecnologías que producen pasivos ambientales.
Mejor del exterior, se han generado recomendaciones al gobierno mexicano
para mejorar la situación de los auténticos dueños de la superficie
nacional. Un “Estudio sobre las industrias extractivas en México y la
situación de los pueblos indígenas en los territorios en que están
ubicadas estas industrias”, presentado ayer en el Foro Permanente para
las Cuestiones Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), recomendó al gobierno de Enrique Peña Nieto revisar el marco
legal relativo a la minería, con el fin de que esta actividad respete
los derechos de los pueblos indígenas y se eviten así conflictos
sociales, que han ido incrementándose y escalando en intensidad en las
últimas administraciones federales, así como la criminalización de las
protestas de los que se sienten afectados por la actividad de las
mineras, que ha llevado incluso a la pérdida de vidas humanas.
Dicho análisis recomendó aprobar una Ley Federal de Consulta y
Consentimiento Libre, Previo e Informado, conforme a los estándares
internacionales establecidos en la Declaración de la ONU sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, además de armonizar la Constitución
–de forma particular en los artículos 2, 26, 27 y 115- y sus leyes con
los instrumentos jurídicos internacionales de derechos humanos y
reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público. La
ONU pidió, a este gobierno, revisar la legislación relativa a los
métodos de extracción y los tipos de explotación, así como reformar la
Ley Minera, la Ley de Aguas Nacionales y la Ley Federal de Derechos para
que sean acordes a los derechos indígenas.
La ONU pidió, al gobierno de Peña Nieto, que las autoridades federales
asuman su papel de garantes de la protección de los derechos de los
pueblos indígenas y vigilar el cumplimiento de la responsabilidad social
corporativa de las empresas. Le solicitó, también, “detener la
criminalización de las protestas de los pueblos indígenas contra las
empresas mineras, y castigar a los responsables de los crímenes
cometidos contra sus líderes”.
La pelota mineral está en la cancha de la administración de Peña Nieto,
que tiene mucho que trabajar en la materia para demostrar que es
merecedora de la confianza del electorado del país.
GRANIER TENDRÁ QUE EXPLICAR
El procurador de Tabasco, Fernando Valenzuela Pernas, anunció que el ex
gobernador Andrés Granier será llamado a declarar como indiciado, en el
marco de la investigación del origen de los más de 88 millones de pesos
decomisados a su ex secretario de Finanzas. También tendrán que
declarar, ante las autoridades judiciales tabasqueñas, el propio ex
secretario de Finanzas, José Manuel Saiz, y el subsecretario de Egresos.
Mientras, agentes ministeriales de la Procuraduría de Tabasco catearon,
por segunda ocasión, el despacho del ex secretario de Finanzas del ex
gobernador Andrés Granier, en Villahermosa. El asunto volvió a captar la
atención de los medios de comunicación porque la secretaria del ex
tesorero, Marlees Cupil López, denunció que fue secuestrada y golpeada
para forzarla a firmar una declaración en la que, supuestamente,
proporciona el domicilio en el que fueron encontrados 88 millones 560
mil pesos en efectivo, ligados al quebranto de más de mil 900 millones
de pesos que dejó la administración de Granier Melo.
La mujer se encuentra escondida en el Distrito Federal, donde permanece
hospitalizada. Dice temer por su vida y sus abogados anunciaron que
demandarán al actual gobernador de Tabasco, Arturo Núñez. Los dichos de
Cupil López y de su abogado Xavier Olea Peláez, tendrán que ser
demostrados ante las autoridades judiciales de la entidad. Ya el
procurador tabasqueño, Fernando Valenzuela, refutó la afirmación de
ambos en el sentido de que los millones de pesos en efectivo decomisados
hayan sido sembrados por las propias autoridades.
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