¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Una alerta más que roja
Jorge Carrillo Olea
¿Alguien
cree que es posible cualquier empeño sin hombres? Pues sí, parece que
sí hay quien lo piense. Por lo menos así se deduciría del Plan Nacional
de Desarrollo que no considera ninguna fórmula para atender ese grave
pendiente en el mundo de la seguridad. Es un punto de absoluta
centralidad que se mantiene totalmente cerrado: la formación de recursos
humanos de todo nivel, miles cada año, desde el primario hasta el de
excelencia para las corporaciones, sus mandos y administración. Y la
pregunta sin respuesta surge: ¿Cómo se pretende alcanzar un sistema
policial mejor si no se empieza por formar sus recursos humanos con
suficiencia en número, calidad y especialidades?
Con los años, a partir aproximadamente de 1985 en que se crea el
Programa Nacional de Seguridad Pública, erráticamente han surgido
algunas academias estatales que con todos sus méritos son insuficientes
en calidad y en capacidad. La razón, otra vez, el interés en la
seguridad pública no es fundamental y aún hoy parece que en los
horizontes de los estados y el federal, con mucho privan las viejas
prácticas retóricas por encima de la realidad, de claridad conceptual y
compromisos puntuales. En el PND no hay una mención a la formación
policial. Se presta atención al sistema penitenciario –lo que es
correcto– pero nada al desarrollo de recursos humanos.
Durante la última década, uno de los tres primeros lugares entre los
temas que más preocupan a los ciudadanos es su seguridad. Esto explica
que cada vez un mayor número de estudiosos se ocupen de sus temas y que
un creciente número de organismos civiles se interesen en observar al
sistema de seguridad-justicia y en hacer notar los cambios que
requieren, pero tampoco ellos han hecho suficiente énfasis en la
educación.
No se conoce el número de egresados del nivel básico que se requeriría
anualmente, menos aún cuántos mandos calificados y especialistas. Como
aproximación acéptese que sí se ha sostenido que existen 400 mil
policías en el país, hablando sólo de preventivos no de ministeriales, y
siendo como son prescindibles en su enorme mayoría, cualquier cálculo
aritmético refleja que los requerimientos de crecimiento y reposición
resultan de alerta roja. La operación serviría para dar una idea del
enorme universo del que se habla. Moderadamente quizá habría que formar,
simplemente para reposición de bajas por eliminación o deserción, un 10
por ciento o sea 40 mil policías al año.
El creciente número de analistas interesados en materias semejantes,
cuando solicitan datos sobre la formación de recursos humanos encuentran
vacíos conceptuales sobre cualquier proyección en aspectos
técnico-profesionales, materiales, calendáricos y de infraestructura
financiera realmente preocupantes. ¡Atrás del discurso no hay nada! ¿Por
qué?, pues porque no hay un proyecto sustantivo.
No se trata de formar policías de crucero, que aunque modestos son
indispensables. Los servicios policiales de un país comparable con
México poseen en su estructura un número sorprendente por su magnitud de
unidades, jerarquías y especialidades que no se producen solas sino que
demandan de sus correspondientes centros de formación para toda una
pirámide profesional.
En adición, no hay país que no tenga en soporte de sus fuerzas
policiales sistemas educativos sólidos, formales, profesionales y ya muy
decantados en cuanto a experiencia. Se llega como Argentina, además de
otras muchas instancias, a tener un Instituto Universitario de la
Policía Nacional o a las veinte escuelas de especialidades de la Policía
Nacional de Colombia; la Universidad Policial de Bolivia o como España a
tener un Centro Universitario de la Guardia Civil que opera con la
asesoría de la Universidad Carlos III, o tres escuelas superiores en
Francia sólo para la Policía Nacional, o las cinco academias
profesionales de Chile y, como es natural, todos participan y explotan
el generoso filón de la cooperación internacional.
El Plan Nacional de Desarrollo expresa: “La problemática en materia de
seguridad pública requiere de una nueva estrategia integral que recupere
la confianza de la ciudadanía en las corporaciones policiales”. Queda
clara una gran interrogante que al sistema hoy le será imposible
contestar satisfactoriamente: ¿De dónde saldrán los nuevos policías en
número, especialidad, jerarquía y oportunidad para crear esas
corporaciones?
Se dice que ya vienen los militares para la Gendarmería Nacional: ya
vienen y agregan que luego se irán. ¿Con quiénes, cómo y cuándo se les
reemplazará? No hay respuesta y de esta manera, los buenos o malos
intentos por cumplir con tantas intenciones expresadas en el Plan
Nacional de Desarrollo quedarán en el aire. Simplemente ¡No habrá con
quién!
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