¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
La fotografía de la vergüenza
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
La
fotografía que dio la vuelta al país, de las pacas de billetes de alta
denominación encontradas en una casa del ex tesorero del gobierno de
Andrés Granier, ex gobernador de Tabasco, es la demostración más
evidente de la dramática descomposición del sistema político mexicano,
que se aceleró a partir de que se perdió la línea divisoria entre lo
legal y la ilegalidad, de manera por demás obvia con el arribo al poder
de la tecnocracia neoliberal en 1983.
Antes de ese año, la clase política se manejaba por reglas no escritas
que marcaban límites. La corrupción, fenómeno natural en México desde
tiempos inmemoriales, obedecía a códigos que no debían violentarse, so
pena de enfrentar las consecuencias, generalmente la expulsión de las
filas del partido y con ello el regreso a la vida privada. Había límites
porque se tenía muy claro que todo marcharía bien en la medida que se
respetaran, a fin de contar con el apoyo de la sociedad, el mejor activo
político para mantener el poder.
Que no había democracia, no importaba con tal de que hubiera
gobernabilidad, el factor de mayor peso para que la economía caminara
con el pie derecho, como así fue desde los tiempos de Miguel Alemán
hasta el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, cuando se cometieron abusos
inexplicables en un político con la experiencia del entonces mandatario.
Lo cegó la soberbia y quiso gobernar como autócrata, sin tomarse la
molestia de escuchar a quienes deseaban que el grupo gobernante se
bajara de su nube.
En la actualidad, la tecnocracia en el poder vive en una nube más alta,
acostumbrada como está a ver el mundo conforme a estadísticas y estudios
hechos a la medida de sus mezquinos intereses. Esta actitud ha dado por
resultado una desorganización total de las tareas de gobierno, con base
en la convicción de que lo importante es la administración de los
asuntos públicos, y mientras menor sea la presencia del Estado mejores
serán los resultados.
La toma del poder por la tecnocracia priísta derivó en un pernicioso
relajamiento de la vida política nacional, que muchos creyeron sería
favorable para abrir cauces democráticos, en un momento en el que la
sociedad mostraba signos de hartura ante los excesos de los dos últimos
mandatarios surgidos de la clase política, Luis Echeverría y José López
Portillo. Sin embargo, el primer sexenio de los tecnócratas puros, el de
Miguel de la Madrid, pronto demostró que su finalidad no era impulsar
cambios democráticos, sino crear condiciones objetivas para la entrega
de los bienes nacionales a grupos privados nacionales y extranjeros.
Cinco sexenios de tecnócratas en el poder, más éste que comenzó el
pasado diciembre, tienen al país al borde del colapso económico, y en
los linderos de una catástrofe social de alcances apocalípticos. Lo más
terrible de esta realidad dantesca es que no se vislumbran cambios
favorables a la sociedad, sino al contrario. Los dos sexenios del PAN en
Los Pinos agravaron los grandes problemas que se venían arrastrando,
sobre todo el nivel de la corrupción y del cinismo del grupo en el
poder.
Hoy se viven las consecuencias de los lamentables desatinos de Vicente
Fox y Felipe Calderón, quienes demostraron a los priístas que les podían
sacar ventaja en las malas artes de la corrupción en gran escala. Visto
lo cual por los mandatarios y legisladores surgidos del partido
tricolor, decidieron no quedarse atrás. Allí están los casos de Humberto
Moreira y de Andrés Granier para demostrarlo, aunque puede afirmarse
que hay muchos otros, aunque menos ostensibles, de cínica corrupción al
amparo de la impunidad. El sexenio de Calderón es el paradigma histórico
de todo tipo de abusos de poder, peores a los del porfirismo.
Lo más lamentable de todo no es sólo la corrupción, sino el
comportamiento de la elite gubernamental, marcado por una actitud anti
social que patentiza su concepción aristocrática del poder. Allí están
los casos de los familiares de importantes miembros del grupo cercano a
Enrique Peña Nieto para probarlo. Ahora sólo falta que la “justicia” no
pase de la defenestración del ex titular de la Procuraduría Federal del
Consumidor, y que por acuerdos en la cúpula no haya una mínima voluntad
para acabar con la regla tan socorrida de cuidarse las espaldas unos a
otros.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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