Diario Libertad
Editorial
Demagogia divina.
Pensar como el perseguido brasileño Leonardo Boff, sacerdote franciscano que por apoyar la Teología de la Liberación fue completamente silenciado por Juan Pablo II y por Benedictus XVI, quien opina que la Iglesia con Francisco dará un vuelco radical, es una teoría aceptable.
Sobre todo si ese vuelco es hacia el abismo, pues la iglesia judía de Roma está condenada a ir desapareciendo poco a poco como la potencia económica que ha llegado a ser. Y por supuesto como la guía espiritual de millones de personas que, desilusionadas, han emigrado y seguirán emigrando hacia otras creencias, más o menos iguales de absurdas, pero no tan radicales o fantasiosas.
Empezando porque la Curia romana no se lo va a permitir (la Curia es la alta burocracia que ha manejado el Estado Vaticano desde siempre; y que lo tiene sumido en la más vergonzosa podredumbre para una institución que debiera ser ejemplo de todo lo contrario).
El Papa, al igual que Obama y al igual que la mayoría de los mandatarios y hasta los dictadores, están sujetos a la presión de las grandes transnacionales que a su vez obedecen a los señores del dinero. Los otrora honorables banqueros, hoy entre la escoria de la humanidad.
El que con el escándalo de Paolo Gabriele, el ayudante de cámara del alemán que fuese Papa, haya salido a relucir el complot con el que tenían planeado asesinarlo, es un hecho que habla por sí solo de la clase de gentuza que habita tras los muros de la Basílica de San Pedro.
Y todo lo que el propio Benedictus XVI dijo después sobre la corrupción que ahí impera (y de la cual él formó parte, que no se lave las manos) es apenas la punta del iceberg de lo que sucede y siempre ha sucedido en las entrañas de esa cloaca que adoctrina a sus feligreses en el camino de la honradez y la verdad; pero que hace todo lo contrario.
El que el Papa Francisco diga que quiere una iglesia de pobres para los pobres es demagogia burda, pues eso mismo vienen diciendo los Papas desde hace Siglos.
Ya el Papa Gelasio I (492 – 496) que fue quien introdujo el rezo del "Señor ten piedad" (Kyrie eleison) en la misa y luego lo hicieron santo, San Gelasio, ya hablaba de una iglesia de los pobres y para los pobres. Y mil quinientos años después siguen en las mismas, hablando y prometiendo el oro y el moro, pero en las mismas.
“Los patrimonios de la iglesia se deben de considerar como vienes de los pobres, y para alivio de los pobres deben ser distribuidas las rentas”, decía el citado Gelasio I. Y lo peor del caso es que todavía hay quienes les creen.
Como en México, que siguen diciendo que el petróleo y en general la energía no se va a privatizar, y los contratos a la iniciativa privada salen todos los días.
Cuando son solo discursos que los ignorantes y los ilusos siguen creyendo como si fuera la verdad. Pero la experiencia y la Historia dicen otras cosas completamente distintas.
¿Cómo rescatar a una iglesia que antes tendría que reconocer que le ha mentido al mundo entero todo el tiempo. Que nació con un monumental fraude (“La Donación de Constantino”) y que se ha encargado de llevar a cabo todo tipo de bajezas y violaciones a los Derechos Humanos?
Pero demostrando que tarde o temprano todo se regresa, serán las propias mujeres, cuando cobren consciencia de todo lo que les han hecho, las que se encargarán, en justa reciprocidad, de clavarle el rejón de muerte al Vaticano.
Toda vez que ya fueron muchos Siglos de estar soportando las discriminaciones y las vergüenzas de que han sido objeto desde el inicio de esta institución machista y perversa, integrada por enfermos mentales que creen que pueden seguir engañando al mundo con sus patrañas, cuando las palabras de Giovanni de Médici, conocido como el Papa León X, resuenan incriminantes de su engaño: “Desde tiempos inmemorables es sabido cuán provechosa ha sido la fábula de Jesucristo”
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