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México: Feliz y Rebelde Navidad
J. Fernando García Arellano
México está con ustedes; estamos en el Reclusorio Norte, en Santa
Martha Acatitla, en Copala, en Acteal, en los campos de trabajo, en las
prisiones clandestinas. Somos muchos los mexicanos despiertos y
valientes. Que no falte pueblo para que no falte esperanza.
Estas fechas remiten a una nostalgia
familiar muy especial, dada nuestra cultura inmersa en el cristianismo
(se quiera o no) es complicado separar el invierno de la idea de reunión
con los seres queridos, vinculados por afectos genéticos o por la
simple y maravillosa gracia de compartir una amistad. Las vacaciones
escolares, marcapasos de nuestras temporadas vacacionales, dotan a la
temporada de otro pretexto para los eventos familiares. El origen del
problema aparece cuando un grupo de personas que deben estar en compañía
de sus familias no lo están.
Ante las cifras de desaparecidos y
asesinados por las decisiones del ciudadano Felipe Calderón surge la
inquietud que varios conocidos extranjeros me expresaron: “¿cómo es
posible que desaparezca gente?” Exactamente, retando todas las normas de
la lógica formal y sin respetar al poeta Parménides, el no-ser es una
condición real entre los ciudadanos de muchas regiones de nuestro país,
especialmente en el norte. Los gobiernos que, evidentemente coludidos
con el crimen, ejercitan una burocracia invisible para resguardar sus
ambiciones partidistas, han dejado (como en el caso de Coahuila) una
familia de lobos en el poder.
Ante las protestas de la sociedad civil
que no ha decidido ser cómplice de los engaños
empresariales/electorales, el primero de diciembre se registró un negro
episodio en materia de represión a la libertad de expresión. Este
episodio solamente puede ser opacado por la masacre en Tlatelolco y como
bien indica Elena Poniatowska en “La noche de Tlatelolco” (en la
hermosa reedición de este año): “Los del 68 tenían una ventaja: no
vivían acosados por la guerra del narcotráfico, no corrían el riesgo de
que los cazaran como conejos a media calle como ahora sucede en toda la
república; los padres de familia no imaginaban que de la noche a la
mañana los convertirían en víctimas (…).” La estrategia gubernamental de
atacar a los manifestantes usando todos los medios disponibles, incluso
a los medios de comunicación, no fructificó. Mientras escribo esto 14
personas no son libres y una más se encuentra en estado de coma como
resultado de los excesos de las fuerzas punitivas del Estado. 14 que no
van a pasar las fiestas en compañía de sus familias junto con miles que
tampoco podrán hacerlo por encontrarse desaparecidos y, muy
posiblemente, trabajando para el crimen organizado.
Mi familia son los mexicanos en
resistencia, a ellos les debo los breves atisbos de luz que me indicaron
que el camino correcto es el de la reflexión social. Posiblemente a
todos ellos, incluidos los más de 40 mil zapatistas que salieron a
marchar, no podré abrazarlos pero quiero enviarles el mensaje decembrino
apropiado: No están solos, México está con ustedes; estamos en el
Reclusorio Norte, en Santa Martha Acatitla, en Copala, en Acteal, en los
campos de trabajo, en las prisiones clandestinas. Somos muchos los
mexicanos despiertos y valientes. Que no falte pueblo para que no falte
esperanza.
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