¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
¿Feliz Navidad?
Por María Teresa Jardí
Mientras los muertes por la guerra, ahora peñista, siguen sin tregua,
hay que acabar con los enemigos del capo elegido y los que se crucen
como daños colaterales seguirán siendo asesinados. Cincuenta y cuatro
ejecutados de manera brutal el domingo, en víspera de la Nochebuena.
Buena,
para los ricos. Mala, o apenas, para millones a los que se les ha
cancelado la libertad, cuando no la vida, por las mafias que al país
controlan y al mundo, también hay que decirlo, las que sin ser del todo
las mismas igual, unas, son siervas de las otras.
Vamos el domingo a Coyoacán a conocer la librería de Conaculta, que
sobre Fernández Leal se ubica, en medio de un litigio con los vecinos de
la zona y la que vacía se encuentra. Los precios de los libros son
inaccesibles casi por completo.
Uno que no he leído, de Batya Gur, cuesta 700 pesos y otro de Amos Oz
650. Libros para ricos y elefantes blancos donde ni las moscas entran.
Puede ser que en los Liverpool y Palacio de Hierro, y que en los
comercios de las plazas se hayan concentrado los compradores navideños.
Pero en Coyoacán la venta de los artesanos, confinados en los lugares
decididos por los desgobernantes de ese lugar, antaño tan limpio, es
casi nula. Nos cuentan que no venden casi nada porque la gente no tiene
dinero ni para regalar baratijas.
Lugar igual siempre atractivo, encontramos dos buenos espectáculos en
los que nos concentramos unas cuantas personas. Un cantante de canciones
de Cri- Cri, que se congratula de que seamos más de ocho los escuchas
porque, a decir de él mismo, hasta ese momento esos habían sido los que
le habían podido compartir un peso en el sombrero que pone en el suelo,
donde recibe lo que debe ser su salario descontado lo que le tenga que
pagar a la Delegación por el uso del suelo. Seguido de un espectáculo
excelente de politizado teatro callejero que lo mismo hace reír a
carcajadas a lo niños que a los adultos. Un payaso que comenta lo mismo
que su compañero recién retirado de la escena, el esfuerzo para mantener
ese tipo de espectáculos educativos, amén de distractivos, con el puro
apoyo de los que menos tenemos, aunque seamos lo que aún conservamos la
capacidad sin consumismo de divertirnos con esas chorradas que se burlan
y nos ayudan a burlarnos de políticos de mierda apoderados, incluso, de
la libertad de los nuevos presos políticos. Y no es que haya existido
ningún momento en la historia de nuestro país en que no hayamos
coleccionado los mexicanos presos políticos entre los que, incluso, se
pueden englobar a los que se encarcelan porque son pobres y se necesitan
como cuota para hacer creer que el delito se castiga. Mientras, la
realidad, terca que es siempre la realidad, demuestra que en México los
equivocados somos los que no estamos dispuestos a convertirnos en
delincuentes y, por ende, somos marginados porque lo que está de moda es
ser delincuente de altos vuelos y querer seguir las enseñanzas de Jesús
ni en Navidad es bueno.
La natividad del hijo de Dios o del primer torturado y crucificado del
mundo, convertida en otra farsa consumista que ya no alcanza ni siquiera
como requisito para que los comerciantes medianos y de poca monta hagan
su agosto, porque millones no tienen ni para comprar los productos que,
como en mercado, se venden en el metro a diez pesos uno detrás del
otro.
La cereza del pastel, de vuelta a casa, un joven que va cambiando de
vagón en el metro, quien a cambio de que le den unas monedas, cual
faquir, lastima su cuerpo sobre cristales rotos de botellas...
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