¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
El vandalismo al estilo de Gamboa Patrón (y Carlitos Olmos)
Comandados
por el calderonista Ernesto Cordero, los panistas comieron el mandado
al yucateco Gamboa Patrón, al clausurar la sesión para impedir la
aprobación de la reforma y adiciones peñistas para hacer de Gobernación
la dependencia policiaca ultrapoderosa. Fue una hábil y tramposa
maniobra que dejó a los priístas enfurecidos. En venganza, Gamboa tomó
la tribuna y, como los niños cantores de Viena, desafinados y sin
saberse la letra completa, entonaron el Himno Nacional Mexicano como
escudo patriotero para hacerse los “héroes” de una batalla legislativa
que perdieron. Los panistas actuaron de malísima fe enredando a Gamboa
con sumas y restas de la más elemental aritmética; y éste, queriendo
llorar, con voz entrecortada, ya no lo pudo echar abajo.
Sabiendo que había quedado mal con Peña, Gamboa y sus senadores armaron
tremendo escándalo sin consideración a la institución y a la
representación del federalismo. Y como no pudo vencer a sus enemigos —la
derecha y la izquierda unidos—, ha estado realizando actos de
conciliación, sabiendo que la “regó”. Y más cuando su director de
Comunicación, Carlos Olmos (Carlitos para los cuates), abrió las puertas
a los reporteros para que se enteraran del alboroto. Los panistas
tomaron esto como una medida contra ellos y con su clásica barbarie
contra los medios de comunicación, hechos unos trogloditas arremetieron
contra los periodistas. Y de nueva cuenta Gamboa volvió a quedar mal.
Total, que ese día el yucateco vivió su mala suerte, su ineficacia y que
pierde los estribos como primerizo en esas batallas.
Fue, por la gritería y desenfreno, un acto vandálico el que organizó
Gamboa, quedando en mayúsculo ridículo. Los panistas le dieron una sopa
de su propio chocolate, y no supo cómo cicatrizar la herida. Y unos días
después, caminando por la Alameda Central, acompañado de Cordero y
otros panistas, por más que andaban de la mano, ni la mirada ni la
palabra se dirigían. Y es que los azules insisten en ponerle candados y
controles a los nombramientos policiacos de Gobernación, a cambio de
aprobar la propuesta peñista. Y Peña no quiere; pero el doctor en
maniobras y perversidades no supo cómo hacer la transa. Y Carlos Olmos,
su jefe de prensa priísta-panista, no entendió la seña del pitcher
Gamboa y puso el lanzamiento para que Cordero bateara de jonrón con casa
vacía, pues ya no había quórum y corrió todas las bases para anotar
tremenda carrera.
Ante la hábil maniobra, Gamboa y Olmos miraban que panistas y
perredistas se iban, y con amenazas y gran alboroto asaltaron la
tribuna. Gamboa alega que ya había terminado la sesión y que tan
explosiva actitud está permitida. Obviamente no es cierto. Pero el
yucateco que le quedó mal a Peña, no midió su follón y cayó en el
vandalismo político. Al grado que, llamado a Los Pinos, le dieron
tremenda regañada por pasarse de bravucón. Y él, a su vez, regañó a
Olmos por llamar a los reporteros que nos informaron “con pelos y
señales” lo que pasó dentro del Senado. Gamboa hizo su berrinche.
Enloqueció. Le movieron el tapete y ordenó la toma de la tribuna para su
vandalismo.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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