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“Ataques a la paz”: anacronismo represor de la izquierda neoliberal
Ricardo Andrade Jardí
No
cabe duda que entre el eslogan y los hechos hay un gran tramo. La
ciudad de México se exporta ante el mundo como una metrópoli progresista
y moderna. Como una ciudad de vanguardia. Aunque la pequeñez histórica
de sus gobernantes y “representantes populares” no difiera en nada de la
de los gobernantes y “representantes populares” del resto del país o de
las ciudades más conservadoras del continente. Una ciudad con la misma
doble moral que cualquier otra.
Han pasado 26 días desde el zafarrancho del 1 de diciembre con el que el
PRI federal de la mano de Marcelo Ebrad, entonces Jefe de Gobierno del
D.F., de la neoliberal izquierda mexicana, mostraron al mundo que
“aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. El PRI regresó de la
mano de Chabelo y con su regreso aflora la vocación fascista de los
nuevos amos del poder ejecutivo y la estreches histórica de nuestra mal
llamada clase política; retornó el dinosaurio y las ratas quieren ser
lagartijas. 26 días después de la represión del 1 de diciembre, del año
que termina, en que el nuevo gobierno de la telecracia sacó a la calle
al “Grupo Relámpago” (clones de los tristemente célebres halcones),
siguen presos; 14 personas acusadas de “alteración a la paz publica”
(equiparable al terrorismo) mediante el artículo del código penal para
el D.F. que echa por la borda todos los pretendidos avances progresistas
de la ciudad de México; artículo promovido y promulgado, ni más ni
menos que por AMLO, quien buscando convertir a MORENA en el basurero del
PRD, se ha convertido, con su silencio respecto al articulo de corte
fascista, también en cómplice de la represión priísta que está de
regreso.
Y más inaudito aún es el hecho de que pese a las decenas de videos que
muestran el actuar represivo y fuera de la legalidad de la policía del
D.F., sigan presos 14 personas que nada tuvieron que ver con los
“destrozos” del 1 de diciembre; presos, jóvenes en su mayoría, que han
pasado ya la navidad en los reclusorios del D.F. acusados de delitos que
no cometieron.
Mientras Mancera, el nuevo jefe de gobierno del D.F., aprovecha cada
minuto que puede para tomarse fotos con el idiota presidente impuesto
por Chespirito y Chabelo, en lugar de gobernar a la altura de lo que
significa una de las ciudades más cosmopolita y grande del planeta.
¿Será que quiere ser el próximo presidente y hace méritos para que la telecracia lo arrope?
Inaudito que los jueces, que al parecer también hacen méritos por
agradar a los nuevos amos del poder, en vez de aplicar justicia, dicten
formal prisión a quienes en decenas de videos y fotografías, que inundan
el internet, donde se demuestra que nada tuvieron que ver con la
operación relámpago en la que los nuevos halcones salieron a romper
cristales y “alterar la paz pública” protegidos por la policía federal y
la policía del D.F., los que, por supuesto, no fueron detenidos, pues
entre ratas no hay mordidas.
El objetivo era demostrar al país, cómo van a ser las cosas una vez que
la telebasura ha logrado tener a un presidente tan imbécil como sus
comentaristas de noticias, lo que ya parecía casi imposible; no
tardaremos en saber de la aparición, si no es que ya opera, de la nueva
Brigada Blanca, mientras Mancera (jefe de gobierno del D.F.) sigue
manteniendo presos a quienes nada tuvieron que ver con la bien
orquestada “operación relámpago” bajo control del exSecretario de
Seguridad Pública del gobierno de Marcelo Ebrad en el D.F., que, ese 1
de diciembre, ya estaba a las ordenes del nuevo y represivo Ejecutivo
federal.
Este hecho represivo es un buen ejemplo para comprender cómo los
“representantes populares” no son más que una pandilla de cretinos que
ni nos representan ni serán sujetos de la historia; del Ministerio
Publico y de la policía tanto federal como del D.F., no habría por qué
esperar honestidad, ellos cumplieron órdenes y sus órdenes fueron
detener indiscriminadamente a todo aquel que se encontrara entre el
hemiciclo a Juárez y Eje Central (centro del D.F.), aunque no estuvieran
destrozando comercios para consignarlos ante el juez, a quienes fueron
arbitraria y brutalmente detenidos.
Hoy sabemos que algunos de esos detenidos fueron torturados, incluso con picana como antaño.
Pero los legisladores de la Asamblea de Representantes del D.F.,
buscaban pretextos para no derogar el articulo 362 del Código Civil,
promulgado en el gobierno de López Obrador, lo que no es más que la
tipificación de la protesta como un delito equiparable al terrorismo,
como en el 68 fue el delito de disolución social.
Es claro que la grandeza histórica se opaca ante la pequeñez confortable
de “nuestros políticos” tan agobiados por quedar bien con Chabelo y los
fácticos amos del poder y no con la ciudadanía a la que deberían
representar.
¿De qué progreso y vanguardia pretende presumir la ciudad de México, si
su Código Penal mantiene un anacronismo represor digno de Hitler?
La izquierda neoliberal tiene miedo a la sana disidencia social que en
este país, históricamente, ha demostrado siempre ser la verdadera fuerza
motriz de cambio social ante legisladores y políticos que, en lo
general, son más bien agentes parasitarios de todo nuestro atraso
cultural, en el sentido más amplio de la cultura.
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