¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Propuestas en el limbo
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En el caso de la reforma educativa, las
propuestas que presentaron legisladores del PAN y del PRD, con el apoyo
de sus respectivas fracciones, buscaban que las evaluaciones al personal
docente tuvieran efectos sobre maestros, directores y supervisores
actualmente en funciones, pero la Cámara de Diputados no las aprobó. Los
dos cambios importantes que se introdujeron a la iniciativa enviada por
el presidente Enrique Peña Nieto fueron: los requisitos y el
procedimiento de designación de los integrantes de la Junta de Gobierno
del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación; y el artículo
transitorio, básicamente introducido para garantizarle a la lideresa del
SNTE, Elba Esther Gordillo, que todos los actuales miembros del
magisterio, sin importar si están en las aulas o en posiciones
directivas, permanecerán en sus puestos, es decir, que la reforma
aplicará para los nuevos ingresos.
La iniciativa original, con
esta enmienda para intentar complacer a la dirigencia sindical, logró
pasar la instancia de los diputados, pero a la hora de escribir este
artículo se preveía que en el Senado, donde la correlación de fuerzas es
muy distinta, las iniciativas presentadas por senadores de PRD y PAN
tendrían nuevos obstáculos.
En la propuesta del exsecretario de
Educación del gobierno capitalino, el hoy senador Mario Delgado, se
indicaba claramente en su artículo tercero transitorio que “todos los
docentes, directivos, asesores técnico pedagógicos y supervisores (…)
deberán presentar y realizar la evaluación que emita la autoridad
federal, dentro del plazo máximo de tres meses contados a partir de la
entrada en vigor del presente decreto”. Y también, que los omisos serían
separados de sus cargos si no lograban justificar su actuación; en
tanto que los reprobados tendrían una segunda oportunidad, pero si
volvían a reprobar serían separados de sus cargos.
En el caso de
la iniciativa del exrector de la Universidad de Guanajuato y exdirector
del Conacyt, el senador panista Juan Carlos Romero Hicks, la propuesta
está en el mismo texto de la Constitución. La fracción III del artículo 3
señala con precisión que “el ingreso, permanencia y promoción (…) se
llevará a cabo mediante mecanismos de evaluación de carácter
obligatorio, incluidos los concursos de oposición…”. Así, es claro que
las evaluaciones sí inciden directamente en la permanencia de los
maestros. Más adelante, en la fracción IX del apartado “B” del artículo
123, precisaba: “En el caso de los trabajadores de la educación, su
permanencia se sujetará también a los criterios establecidos en el
artículo 3º, fracción III, de esta Constitución”.
Cerraba la pinza
en el tercero transitorio, al establecer que “todo docente que
actualmente esté en funciones deberá ser evaluado dentro del primer año a
partir de la entrada en vigor del presente decreto”. Puntualizaba que
si los resultados fueran insatisfactorios, se le daría capacitación y
tendrían hasta dos nuevas oportunidades, en un plazo no mayor de 24
meses.
De modo que dos fracciones parlamentarias, firmantes del
llamado Pacto por México, diferían sustancialmente de la posición
asumida por el Ejecutivo y su partido, incluso de lo que aprobaron sus
correligionarios en la Cámara de Diputados. En suma, la posibilidad de
que pasara la reforma constitucional en el Senado implicaba que PAN y
PRD, por una parte, y el Ejecutivo y el PRI, por la otra, modificaran
sus posiciones.
Seguramente Peña Nieto y el PRI ya tomaron nota de
que su concesión no satisfizo a la lideresa magisterial, quien busca
que la permanencia en el Servicio Profesional Docente no dependa de los
resultados de la evaluación, pues (según ella) ésta debe tener
únicamente efectos para fines de diseñar la capacitación y otorgar
incentivos a los maestros. El Ejecutivo y el PRI abiertamente se
colocaron por aplicar la evaluación únicamente a los de nuevo ingreso,
no a los actuales, con todo el retraso que esto significaría en la
mejora de la educación y las enormes dificultades que implicaría el
estar aplicando durante al menos 20 o 25 años un doble rasero para
evaluar a los profesores.
Se insistió en que es determinante quién
elabora y aplica las evaluaciones, ya que otro de los aspectos
fundamentales para lograr un buen servicio profesional de carrera es
precisamente asegurar la independencia y autonomía del evaluador. Si hoy
se crea un órgano autónomo, también es el momento para dotarlo de las
atribuciones que le permitan diseñar y aplicar directamente los
instrumentos para evaluar la idoneidad de los candidatos a ingresar a
dicho servicio o a obtener una promoción, al igual que para decidir su
permanencia.
De acuerdo con las disposiciones actuales, serán las
mismas autoridades educativas federales y estatales (hoy capturadas en
muchas de sus instancias por la dirigencia sindical) las que realicen
dichas evaluaciones. Y, para rematar, ninguno de los tres partidos que
hoy deciden el futuro político del país incluyeron en sus iniciativas de
reforma constitucional una propuesta destinada a garantizar la calidad
de estas evaluaciones.
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