Por Esto!
Ensayo sobre la culpa
Martín Moreno
Así crecí en mi tierra: protegido. Así aprendí política de la mano de tío Arturo: explotando el poder para beneficio propio, comprando elecciones, controlando a los medios, callando a la oposición. Así goberné: como en los setentas, como en los tiempos (¡aaahhh! suspirando) del PRI del maestro Hank, del PRI aplanadora, del PRI avasallador.
No tienen ningún derecho a cuestionarme. A mí, la portada de Time que viene a salvarlos. A mí, el mexiquense destinado para encumbrar a México. A mí, al Presidente de la nueva generación, al Presidente bonito, al de los nuevos tiempos, al del nuevo país.
A Gustavo lo convencía con susurrarle al oído que él podría ser candidato de la derecha y próximo presidente de México. ¡Y se la creyó! ¡No, bueno! Iluso él. Iluso al creerme que le iba a cumplir aquello de “te prometo, Gustavo, no meterme en las próximas elecciones presidenciales”. ¡Iluso y mil veces iluso! Si todos saben que ya hasta candidato tengo. ¿O qué, acaso pensaban que les íbamos a regresar el poder presidencial? ¡Por supuesto que no! Allí está Luis, mi amigo; Osorio, mi aliado. ¡Tengan su alternancia!
¿La oposición? ¡Ja!
A Chucho – “así le dicen todos: Chucho. O Chuchito”-, lo toreé dándole unas paseadas por Los Pinos, sobándole el lomo y diciéndole que soy un demócrata consumado “porque sabes, Chucho, que creo firmemente en que la izquierda ya merece una oportunidad…” y el muy tarugo se la creyó también. Tienen tantas ganas de llegar a la Presidencia que se tragan cualquier cosa. ¡Ilusos!
Sí, mi primer año fue fenomenal. Pacto. Reformas. Aplausos. Reconocimientos. Portadas. Viajes –“¡cuántos viajes”!-. Halagos. Abrazos. Como en los días en mi querido estado de México. Planes. Futuro. ¿Críticas? Los mismos amargados de siempre. Los que no crecen. Los que se oponen a mi proyecto de nación. Los desestabilizadores. Pero a esos sí que se las voy a cobrar.
¿O qué querían? ¿Qué viviéramos en una casita de interés social? ¡Ay, ajá! ¿O qué pensaban? ¿Qué mi querida Gaviota viva en un cuchitril y que mis hijos viajen en Metro? ¿O que yo ande en un Volkswagen viejo, como el lengualarga de Mujica? ¡No, señor! Merecemos una casota en Las Lomas y mucho más. ¿Por qué no? Para eso ha trabajado tanto mi mujer en telenovelas, en comerciales. A ver: ¿yo qué culpa tengo que Televisa la haya hecho millonaria? ¿Eh? Si no soy la señora de la casa…
…y si La Gaviota conoce a mi amigo Luis Armando… ¡pues tampoco tengo yo la culpa! ¿O no les queda claro que ella conoce a mucha gente porque es primera actriz y está al nivel de la “Meryl Strip” –“creo que así se llama y se pronuncia”- o de la “Beluchi” –“lástima que no es actriz mexicana porque la habría contratado desde que era gobernador”- ¿Qué culpa tiene La Gaviota de ser estrella mundial! ¿Eh? ¡Ninguna culpa!
¿Tráfico de influencias? Pendejos. No saben lo que dicen. Por eso no son políticos. Como decía el maestro: “un político pobre es un pobre político”. O como me aconsejaba tío Arturo – “por cierto, tengo que hablarle a Camacho para amarrar su diputación federal”-: si no aprovechas cuando tienes el poder, ¿cuándo lo harás? ¿Tráfico de influencia? No señores: es política. La política de la que aprendí. La política que mamé. La política que me enseñaron. La única política que conozco. Pendejos y envidiosos. Eso es lo que son.
¿Ayotzinapa? ¿Acaso yo mandé a los revoltosos normalistas a que se metieran a Iguala? ¿Acaso yo di la orden para que los mataran y quemaran? ¡Yo no tengo la culpa! Ni soy jefe de Abarca ni me metí – “con esa sí no, se los juro”- con su esposa. Ni tampoco lo postulé para alcalde. Esa es bronca de Los Chuchos. ¿Y yo por qué?, como decía Fox.
¿Ayotzinapa? Yo tampoco tengo la culpa de que nadie controle a Guerrero. Me reclaman que la falta de seguridad y que la estrategia fallida y que dejamos de combatir al narco y que la manga. A ver: anótenle: primero, no iba a cometer el mismo error de Calderón: yo no iba a ser otro presidente de guerra. Segundo: estaba obligado a cambiar de estrategia. ¿Cómo? ¡Pues desapareciendo la violencia del discurso y de los medios! Así me funcionó en el estado de México con los feminicidios: los desaparecí de la prensa, y ¡pum!, se acabó el asunto. Si es re´ fácil. Si gobernar Toluca o al país es lo mismo. Y tercero: si algo fallaba, pues tenía otra: echarle la culpa a los alcaldes y hasta a los gobernadores. ¿Yo culpable? ¡Ni en sueños! Que no se le haya ocurrido a Calderón tampoco es mi problema.
¿El petróleo? ¿La economía? Agradecidos deberían estar los mexicanos conmigo y con mis amigos. Les estamos dando las reformas que los incapaces panistas no pudieron ni supieron lograr. Ya abrimos el petróleo. Ya ordenamos a la educación. ¡Hasta metí a la cárcel a Elba Esther! ¿Qué más quieren? ¿Qué la reforma fiscal es un bodrio? Carajo: si agradecidos deberían estar también con Luis, que aumentó impuestos pero modernizó al sistema fiscal con las facturas electrónicas. ¿Qué no todos tienen computadora o internet? ¿Pues en qué mundo viven? ¿O yo también tengo la culpa del subdesarrollo de este país?
Soy el Presidente de México y nadie tiene derecho a criticarme. A seguirme ofendiendo.
¿Las protestas ciudadanas? ¿Qué renuncie el Presidente? ¡Sí, cómo no…ahorita corriendo! No les voy a dar el gusto. Ni renuncio ni pido perdón. ¿O acaso cree Andrés Manuel que sólo porque él lo pide voy a irme del país? Que quede claro: quienes en las calles protestan contra el Presidente de la República, son desestabilizadores. Eso es lo que son: de-ses-ta-bi-li-za-do-res. Y nada más. Son esos que se oponen al país que les quiero dejar a sus hijos…
-Señor Presidente, ya es hora de…
…en todo caso, yo ya hice mi chamba y dejé impoluta a la investidura presidencial. ¿Cómo? Con lo de la Casa Blanca –“¡pinche Carmen”!-, sacrifiqué a La Gaviota. La eché a los leones. Ni modo mujer. A tragar sapos. Con lo de la declaración patrimonial y mis nueve propiedades, pues culpé a mis padres de haberme heredado seis. ¿O qué, acaso también tengo la culpa de que mis papás fueran ricos, aunque él era electricista y ella maestra? ¡Qué no jodan!
-Señor Presidente…
…y con lo de Ayotzinapa, pues ya se los dije: o lo superan o lo superan. No hay de otra. Total: este país es experto en olvidar tragedias. México es el país del olvido. Todo se olvida. Ya lo verán el siete de junio próximo…
-Señor Presidente, ya es hora de irnos al evento…
-¿Eh? ¡Ah, sí! Vámonos ya. Estaba reflexionando…
-Sí, señor Presidente…
-Pero antes de irnos, Aurelio, a ver, dime… ¿cómo escuchas la siguiente frase de mi discurso?: “Para el Presidente de la República, es motivo de orgullo tener a una empresa como Televisa”. ¿Eh? ¿Cómo lo oyes?
-¡Brillante, señor Presidente!
(SINEMBARGO.MX)
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