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Nueva etapa de autoritarismo
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Mientras el PRI festeja su 84 aniversario, el país entra en un periodo
de incertidumbre por el desenmascaramiento del partido en el poder como
una organización defensora de intereses oligárquicos, situación que
traerá aparejados más sufrimientos a las clases mayoritarias. Aunque tal
modo de hacer política lo evidenció hace tres décadas, cuando debió
haber cambiado de siglas y haberse llamado, por ejemplo, Partido
Neoliberal Mexicano (PNM). Si no lo hizo entonces, éste sería el momento
idóneo para romper con su pasado histórico, del que muchos neopriístas
reniegan porque les hace recordar su origen popular.
Con un estricto sentido histórico, el PRI murió en 1983, cuando decidió
ponerse al servicio de poderes fácticos ajenos a las clases populares.
Su liquidador fue Miguel de la Madrid Hurtado, quien actuó durante su
sexenio con plena congruencia ideológica, aunque ello implicara
traicionar no sólo sus tesis y propuestas de campaña, sino su programa
de gobierno de manera radical, como lo demostraron los hechos. Es lo
mismo que ahora hizo el PRI liderado por Enrique Peña Nieto, aunque su
dirigente formal, César Camacho Quiroz, diga que las reformas
recientemente aprobadas, “son de enorme trascendencia y van a quedar
registradas en la cuenta larga de la historia de México”.
Como en 1983, cuando al grupo en el poder no le importaron las críticas a
su labor reaccionaria, hoy sucede lo mismo porque los priístas se saben
dueños de la situación, toda vez que la verdadera oposición, la de
izquierda, se afana en auto destrozarse y allanarle el camino a los
poderes fácticos. Afirmó Camacho Solís: “Lo que nos importa son los
puntos de vista de la ciudadanía, no el de nuestros adversarios
políticos; sus opiniones son importantes, pero creo que su energía e
intelecto los deben dedicar a arreglar su casa”.
En esto tiene razón el dirigente del partido tricolor, pues la izquierda
debería tener un poco de sensatez y darse cuenta que en la medida que
demuestre incapacidad para dirimir sus diferencias, estará facilitándole
las cosas a un grupo político que aspira a gobernar por las buenas o
por las malas, siempre en favor de intereses oligárquicos cada vez más
reaccionarios y ajenos al devenir de la nación, como lo demuestran los
extraordinarios beneficios recibidos por la camarilla gobernante desde
hace treinta años, independientemente del relevo que se dio con el PAN
del 2000 al 2012.
Prueba de lo anterior es la lista de “Forbes” que se acaba de dar a
conocer, en la que aparecen quince multimillonarios mexicanos, quienes
por sí solos acumulan, según la publicación estadounidense, 148 mil 700
millones de dólares, de los que 73 mil millones de dólares corresponden
al número uno de la lista: Carlos Slim Helú. La cifra total equivale a
7.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y con ella el gobierno
federal podría pagar su deuda. En contrapartida, según datos de la
Cepal, las clases mayoritarias han visto caer sus ingresos en más de 80
por ciento desde 1983. Esto, es evidente, no parece importarle al PRI,
el cual se apresta para ser más eficiente con el fin de que puedan
seguir creciendo las gigantescas fortunas de las quince familias que
detentan ese 7.5 por ciento del PIB nacional.
¿Tiene algún sentido semejante monstruosidad? Vistas las cosas con
absoluto desapasionamiento, desde luego que no, porque más temprano que
tarde tal aberración económica llevará a desequilibrios imposibles de
manejar. Pero mientras eso sucede, piensan los oligarcas y sus
servidores en el sector público, hay que seguir aprovechando las
circunstancias, al fin que cuando la “olla” explote por el súper
calentamiento, unos y otros estarán en otros lares disfrutando de sus
fortunas y privilegios.
Están tan seguros de que podrán hacer y deshacer como les venga en gana,
que la dirigencia del PRI ya está cantando victoria en las 14
elecciones estatales del próximo mes de julio. José Alfaro Cázares,
secretario de Organización, afirmó enfáticamente que el siguiente paso
del tricolor es ganar esas elecciones, y confió que así será, sobre todo
en el estado de Baja California, el primero que perdió el PRI hace 24
años. Será el colmo que a este proceso electoral llegara la izquierda
dividida, pues sería tanto como demostrar una ceguera incurable. De
salirse el partido tricolor con la suya, estaríamos viendo el inicio de
una nueva etapa de autoritarismo en México.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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