viernes, 20 de diciembre de 2013

Hay que unirnos y rescatar lo q' es nuestro


Enrique Peña Nieto...¡¡TRAIDOR A LA PATRIA!!
¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
En caída libre
Julio Pimentel Ramírez

Una vez consumada la reforma energética, acto de traición a la Patria y un atraco a la Nación que entrega a las transnacionales un botín de tres billones (millones de millones) de dólares y que despoja a los mexicanos de los hidrocarburos necesarios para su desarrollo como nación independiente (siempre y cuando desaloje del gobierno a políticos corruptos), los ciudadanos somos víctimas de la avalancha publicitaria para convencernos de las bondades de la privatización y del luminoso futuro que nos aguarda, promesa falaz a la luz de lo sucedido durante los últimos decenios.

Aunque las estadísticas oficiales suelen maquillarse, es reveladora del fracaso de la política económica neoliberal la información presentada en el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo, elaborada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y dado a conocer en el Diario Oficial de la Federación: la economía mexicana creció, en los pasados 21 años, a un promedio de 0.7 por ciento, ritmo muy próximo al estancamiento económico y del todo insuficiente para sustentar las necesidades de la población y de la propia economía.

El documento señala que el indicador referido puede considerarse “no satisfactorio” (eufemismo de debacle, sobre todo si se considera que para generar el millón de nuevos empleos anuales requeridos el PIB debe crecer a una tasa de entre 6 y 7 por ciento) y que 45 por ciento de la población se encontraba, hasta el año pasado, en situación de pobreza. Otras fuentes indican que alrededor del 70 por ciento de los mexicanos, es decir más de 70 millones, padecen pobreza (muchos de ellos con “episodios de hambre”, dice la Sedesol para mitigar la dolorosa información).

Si bien el crecimiento económico no es un fin en mismoagrega la publicación–, es una de las principales herramientas para combatir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población. Esto es claro en un país con enorme desigualdad, en el que un puñado de grandes empresarios y especuladores, términos que suelen confundirse, concentran la riqueza, mientras los trabajadores contemplan impotentes cómo cada día se degrada el poder adquisitivo de sus ya de por magros ingresos.

Es más en 36 años el poder adquisitivo del salario mínimo acumuló una pérdida de 72.8 por ciento; es decir, el sueldo tiene ahora sólo una cuarta parte del valor de 1976, advirtió la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).

El periodo al que se refiere el documento de la SHCPde 1992 a 2013abarca casi completo el ciclo de gobiernos neoliberales que se han sucedido en el poder desde 1988, año de la llegada de Carlos Salinas a la Presidencia, que empezó a sentar sus bases en la administración de Miguel de la Madrid. Bajo este modelo económico se firma el TLC que abre el país a las importaciones en deterioro de la producción nacional, se ejerce un férreo control salarial y se malbaratan casi todos los bienes del sector público.

También estos gobiernos tecnócratas, de priístas y panistas, eliminan derechos laborales y mantienen una brutal ofensiva en contra de organizaciones sindicales y sociales, impulsando la desregulación, alentando el outsourcing, contratismo y las concesiones. En síntesis se han puesto al servicio de los grandes capitales, relegando a los empresarios nacionales medios y pequeños, afectando a otros sectores productivos. Finalmente los grandes indemnizados del neoliberalismo son más de 70 millones de mexicanos.

En ese mismo lapso la corrupción, la malversación de fondos y la opacidad en la administración pública han sido llevadas a niveles de “excelencia”, término caro a los tecnócratas que mientras colocan al país en bancarrota ven crecer sus cuentas bancarias. La lista negra de la corrupción es enorme, no solamente se encuentran personajes como los señalados en Forbes, ahí están los de la cúspide del poder político y económico, así como sus operadores.

Las consecuencias políticas, sociales y económicas de la aplicación del modelo neoliberal están a la vista: dos terceras partes de la población se encuentra en situación de pobreza, más de once millones de ellos en la miseria; se han multiplicado la marginación y la desintegración sociales; el desempleo, incluso maquillado en las cifras oficiales, no ha cedido; la precarización laboral, con sus salarios insuficientes y estancados, es un hecho incontrovertible.

También, como consecuencia natural de las privatizaciones y el debilitamiento de las instituciones sociales del Estado, se ha perdido soberanía nacional; el país ha entrado en un proceso de descomposición institucional del que son síntomas claros la violencia delictiva, siempre al alza, y la pérdida de control de zonas enteras del país. En tanto, la vida republicana pasa por una crisis evidente de legitimidad y de representatividad.

Ante esta realidad, adquiere particular importancia la ofensiva neoliberal de Enrique Peña Nieto, sus amos y sirvientes, que abre una nueva etapa, aún más sombría, en la vida de la Nación, sobre todo con la entrega del petróleo y la electricidad, de los últimos baluartes de la soberanía nacional. Ahora solamente queda el propio pueblo que deberá de adquirir conciencia, unirse y organizarse, decidirse a tomar el destino en sus manos y recuperar lo que pertenece a todos los mexicanos, rescatar a la Patria misma

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