¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Un peor economista
Gilberto Balam Pereira
Detrás de un pésimo político…
Me escribió un amigo que, en buena onda, me señala que demuestro con
frecuencia una animadversión contra Luis Videgaray. Porque no lo suelto
de la yugular, es verdad. Pero nada personal. Sino que es nada menos el
que “conduce” la economía del país. Algo así como que “detrás de un
pésimo político (EPN) hay un peor economista (Videgaray)”.
Entrando al grano, lo que está descalificando al actual régimen, es que
los mexicanos están evidenciando que tienen a un gobierno incapaz de
prever una perspectiva de programa nacional productivo, además de
carecer de mínima habilidad para la negociación política en todos los
ámbitos de la vida social y económica.
La bancarrota del equipo de Peña Nieto no tardó en hacer su aparición
después de una brevísima etapa de jolgorio triunfalista a partir de
diciembre del 2012. Poco duró el gusto a Joaquín Coldwell, quien en
close up la tele lo exhibió frotándose las manos de satisfacción cuando
se declaró triunfador al PRI en las elecciones de julio de ese año.
Joaquín, con una sonrisa maquiavélica expresaba el beneplácito de que su
partido regresaba a la silla del águila: “espérense que ahora allá
vamos” decía el hombre más rico de Q. Roo.
Las condiciones objetivas aparentemente favorecían el éxito del nuevo
gobierno: una economía boyante “en ascenso”, un presidente fuerte
triunfador de los comicios, un sólido equipo de gobierno que echaría
pa’lante al país.
La prensa internacional, sobre todo El Economist y el Financial Times no dejaban de ensalzar al mágico “Momento de México”.
Pronto el régimen estableció su estrategia del Pacto por México con los
demás partidos que creyeron que se tenía el instrumento para el avance
económico del país a través de las iniciativas de reformas
estructurales. Nada más que un panorama ilusorio. Las variables
económicas no están favoreciendo hoy a EPN y a Videgaray. Heredaron un
crecimiento del 4.3% y hoy el régimen arrastra la cobija.
La recesión. Los analistas no se ponen de acuerdo de que si hay o no
recesión. Pero dejemos a un lado la semántica y veamos los montos de las
variables. De allí concluimos que sí la hay. Arrancó el gobierno
peñanietista con un 3.5% de crecimiento, al que siguieron en los
primeros meses descensos al 3.1% y casi enseguida hasta el 1.7%, una
verdadera parálisis nacional como consecuencia de la crisis
estadounidense. Agréguese los factores de Ingrid y Manuel. La SHCP pide
esquina. No saben para dónde dirigirse.
Son entonces explicables los apabullantes fracasos de las iniciativas de
reformas ideadas y defendidas por Pedro Aspe, Joaquín Coldwell y
Videgaray.
Jonathan Heat, uno de los más prestigiados economistas del país, ha
respondido a sus entrevistadores: “el crecimiento para el próximo año es
bastante incierto. Y si no se aprueba la reforma energética en los
términos propuestos, mucho del impulso al crecimiento económico y las
inversiones que se piensa que pueden llegar, no llegarían y creo que
2014 pudiera ser un año bastante malo”.
Allí está la incapacidad demostrada de los golden boys de Peña en materia política y económica.
Ahora preguntémonos: “al entrar al mercado a pedir prestado para
financiar el déficit, ¿el gobierno se verá obligado a quitar recursos
productivos al sector privado y lo va a gastar en programas sociales?
–pensión universal, seguro de desempleo y demás– que pueden ser gastos
loables en el mediano plazo para abatir la inequidad que hay en la
sociedad. Es plausible. Pero… en el corto plazo ese gasto deficitario no
necesariamente va a apuntalar el crecimiento económico, incluso
dependiendo de cómo vaya a hacer ese gasto el gobierno, puede hasta
quitarle un poco de impulso al crecimiento económico.
Los mexicanos nos sentimos desamparados por contar con un gobierno que
ha perdido la brújula y que ha perdido también las expectativas que
había previsto con sus reformas hoy deshilachadas, pulverizadas,
emparchadas, improvisadas al momento, que por lo mismo están llevando al
país al despeñadero por un gobierno postrado en la inocuidad después de
la arrogancia festiva de los priístas que mostraron en las elecciones
de julio del 2012. Amenazaron con regresar y lo consiguieron a través de
un proceso amañado y perverso (Monex y Soriana) que de nada les está
sirviendo. Una algarabía efímera que no retornará por muy largo tiempo.
La crisis mundial les dificulta el retorno.
Como factores internos contemplamos los retrocesos de crecimiento de la
macroeconomía, el abandono de las infraestructuras de la construcción y
de la vivienda popular, a lo que agregamos la reducción de crecimiento
de la industria automotriz y las remesas de los migrantes a la baja,
circunstancias que desincentivan la inversión pública y privada, y por
tanto, el empleo y la seguridad de los salarios de las familias
populares.
Los empresarios de la macroeconomía ni se quejan ni se acongojan. Saben
protestar organizadamente con serias amenazas que hacen retroceder los
planes tributarios del gobierno.
En resumen, tanto la reforma relacionada con la educación como la fiscal han sido un absoluto descalabro a la política peñanietista.
Al señor presidente no se le percibe ninguna preocupación, ni
afectaciones en el estado de ánimo. Por el contrario, son evidentes la
canicie, las bolsas de tejido adiposo bajo los párpados y la pérdida de
peso que pueden tener un origen orgánico interno. Nada de esto le
preocupa.
Su tráfico de influencias que le han permitido una escandalosa y hasta
enfermiza ambición de acumulación de fortunas, mantienen a Peña
ecuánime. Por cierto, les recomiendo leer la muy interesante
colaboración de Alejandro Páez Varela en la sección editorial de POR
ESTO! del 4 de noviembre (ayer) en la que el autor da pelos y señales de
la vasta riqueza de bienes que ha logrado amasar EPN en tan corto
período de “servidor” público.
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