Índice Político
¡Que siga en la PROFECO!
Francisco Rodríguez
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Toda una sorpresa resultó ser Alfredo Castillo Cervantes
como procurador Federal del Consumidor. Surgió de la zona gris que para
él significaba haber sido subprocurador General de la República desde
el inicio de la actual Administración para, con todos los reflectores,
debutar en la titularidad de la Profeco. Su papel ahí ha sido
rimbombantemente espectacular.
Cierto, sí, que se desplaza por las calles y avenidas de
la capital nacional en una aparatosa y –para los demás automovilistas y
peatones– muy molesta caravana de camionetas, alguna de ellas
seguramente blindada. Cierto, también, que su corazoncito sigue puesto
en la PGR, de la que algún día espera ser titular. Pero, ¡por favor!, no
vayan a removerlo de su puesto actual. Ni se les ocurra ascenderlo o
cumplirle su sueño. Ahí está bien. Requetebién.
Y es que, seguro usted ya lo ha notado, no pasa un día sin que, activo, proactivo, don Alfredo Castillo Cervantes no dé la nota:
Que ya se lanzó contra los laboratorios que se anuncian
con falsedades en la televisión… que suspendió una campaña engañosa de
la embotelladora de refrescos más conocidos del planeta… que contra una
hamburguesería… que una gasera por aquí… que dos, tres hoteles de lujo
por allá… que varias gasolineras… que los mostradores de las aerolíneas…
que las telefónicas… que hasta un sitio de taxis…
¡Caramba! ¡Cuánto trabaja don Alfredo!
Nada que ver con el pasado. Ni con el ayer del
influyentismo ni mucho menos con el anteayer, cuando la Profeco más
parecía cómplice de los abusivos comerciantes y prestadores de servicios
que mantenían al consumidor cual su rehén, en la frustración y el
coraje permanentes.
Y todo ello, por supuesto, ha provocado las infaltables
críticas a la loable labor de don Alfredo. El gremio de los comerciantes
capitalinos, por ejemplo, que lo acusa de quemar su pólvora en
infiernitos, sin atacar los verdaderos problemas que afectan a los
consumidores de servicios públicos. Los propios comerciantes, entre
ellos.
Porque sí. Eso nos falta ver de don Alfredo. Que se
lance no en contra de la CFE ni de Pemex, sino de la Secretaría de
Hacienda que mes a mes incrementa los precios de todos los energéticos
que, la verdad, son servicios y productos que además dejan mucho qué
desear. ¿Se imagina usted unos enormes sellos de CLAUSURADO en las
oficinas de Luis Videgaray?
¿Y LOS SERVICIOS PÚBLICOS?
Tales sellos, empero, no sólo deberían ser colocados en el ala norte del Palacio Nacional, donde despacha el number two del sexenio.
¿Qué tal en los aeropuertos donde, como viajeros,
pagamos una tarifa por hacer uso de sus instalaciones? Las de la
terminal 1 del Internacional de la Ciudad de México, por ejemplo, son un
asco. Huelen permanentemente a cañería. Son incómodos. Llenos de
tiendas que reducen las áreas de tráfico de los pasajeros que tienen que
caminar cientos y cientos de metros para abordar una aeronave. ¡Y
pagamos por ello!
Y le pregunto don Alfredo, ¿quién se encarga de
verificar que las “contribuciones” que en cada ciudad nos cobran las
autoridades locales en materia de predial, alumbrado público, pavimento y
banquetas sea de verdad retributivo, como marca la Constitución? No hay
villa, pueblo, fraccionamiento o urbe cuyas calles no estén
destrozadas, mal iluminadas e inseguras. ¿Le corresponde a usted como
titular de la Profeco? ¿Con quién nos quejamos y, sobre todo, ante quién
exigimos se nos retribuya lo que erogamos a favor de las
administraciones locales?
A Castillo Cervantes, cierto, le hace falta asomarse y,
más aún, profundizar en temas tan controvertidos y perjudiciales para
los ciudadanos como darse de baja en ciertos servicios, sobre todo los
que brindan los operadores de telefonía, el redondeo al alza en las
tarifas de los estacionamientos públicos, la publicidad engañosa, la
protección en la compra de vivienda frente a los “desarrolladores”
abusivos, la letra chiquita en los contratos… pero antes que nada, a don
Alfredo le hace falta ponerse exigente y castigador con los servicios y
productos que a los indefensos consumidores nos brinda el gobierno
federal, ¿no cree usted?
Por lo pronto, un favor enorme le solicitamos muchos
ciudadanos contribuyentes, muchos ciudadanos consumidores a su jefe: No
cambie a Alfredo Castillo de la Profeco, como él quiere, anhela y desea.
Por eso quiere los reflectores encima de él. Déjelo ahí. Tiene todavía
mucho qué hacer. Y sí, ¡que Castillo se quede en la Profeco!, ¿o no?
Índice Flamígero: ¡Qué lástima que Mario
DiConstanzo no aspire a la titularidad de Hacienda! Lástima, sí, porque
de ser francotirador al cargo, ya estaría desplegando una campaña de
autopromoción al estilo de Castillo Cervantes, de supuesta defensa a los
sufridos usuarios del abusivo sistema financiero. Igual, sí una campaña
de mucho, mucho ruido… y pocas nueces, como dice el refrán.
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