¡¡Exijamos lo Imposible!!
Milenio
¿De qué futuro hablamos?
Epigmenio Ibarra
¿Qué futuro nos espera en este país que marcha hacia el pasado?
¿Qué podemos esperar las y los mexicanos si, mientras en América
Latina se abre paso la democracia, aquí avanzamos aceleradamente hacia
la restauración del viejo régimen autoritario?
De un régimen que ha hecho de la ilegalidad una forma de vida, de la corrupción el valor supremo, de la impunidad la regla, de la justicia la excepción.
¿De qué futuro hablamos en un país que ha perdido la capacidad de
conectar la corrupción y la impunidad con la violencia, que tolera
impávido los más grandes agravios, que languidece adormecido frente a la
tv mientras los mismos de siempre continúan ensangrentándolo,
saqueándolo, engañándolo?
¿De qué futuro hablamos en un país inmerso en una guerra sangrienta, inútil, sin perspectiva alguna de victoria?
Aquí lo que urge es establecer fronteras entre política y delito, disputar al narco base social. Y urge socavar su capacidad financiera. Solo que eso no se hace porque ahí precisamente es donde el narco y el poder económico y político se rozan, se vuelven la misma cosa.
Sin corrupción no habría guerra.
Aquí lo que urge es crecimiento económico, educación, empleo,
servicios de salud, vivienda digna, cultura. Poner en movimiento el
poder sanador del arte. Hacer que la poesía, el poder de la palabra,
calle la voz de los fusiles.
Aquí lo que urge es destinar recursos, los miles de millones de pesos
que se malgastan en la imagen pública de funcionarios e instituciones
para llevar la cultura a las zonas donde los capos reclutan sus
ejércitos.
Aquí lo que urge es frenar el saqueo. Aquí lo que urge es plantarse
firme y dignamente frente a los EU; negarse a hacer el trabajo sucio.
En vez de todo esto, Felipe Calderón declaró una guerra que Peña
Nieto continúa. El régimen ha renunciado al deber de someter a los
criminales ante la justicia y ha optado por su exterminio.
Por eso en esta guerra la cifra de heridos siempre es menor a la
cifra de muertos, porque soldados, marinos y policías no hacen
prisioneros.
Por eso los narcos que tienen armas y dinero de sobra, que reponen de inmediato sus bajas y son desalmados y brutales, combaten hasta la muerte.
Por eso los 100 mil muertos, los 30 mil desaparecidos, los 250 mil desplazados.
¿De qué futuro hablamos en un país donde los jóvenes, sin educación,
sin empleo, son carne de cañón? Cuando el consumo de droga se ha
triplicado y la cultura del narco, la idea de emular la suerte “heroica”, el destino trágico del capo domina mentes y corazones.
¿De qué futuro hablamos si basta vernos en el espejo para descubrir
que ante un asesinato pensamos “en algo andaría” (versión íntima del “se
matan entre ellos”) convirtiendo a la víctima en el culpable de su
propio asesinato?
¿De qué futuro hablamos en un país donde de la guerra se habla con la
enfermiza banalidad de Felipe Calderón o si simplemente, en torno a
ella, se produce el ominoso silencio de Enrique Peña Nieto?
La guerra y corrupción van tan de la mano que abiertas las arcas
ninguno de los involucrados, viendo la facilidad con la que puede
enriquecerse, se interesa en detener el derramamiento de sangre.
Con Enrique Peña Nieto cesó la histeria bélica de Calderón, no así la
violencia. Más allá de este bombardeo de mensajes “motivacionales”
está sin embargo la realidad que se niega a ser silenciada; están
Michoacán, Coahuila, Tamaulipas, Guerrero. Está la guerra.
Una guerra que un día la tv y los grandes medios nacionales
decidieron simplemente y en un primer Pacto por México dejar de contar.
Una guerra que en cualquier otro país, con otra tv, hace mucho se
hubiera terminado sin que salieran impunes un Calderón, un García Luna y
muchos de esos jefes policiacos y militares que han operado escuadrones
de la muerte y que tienen las manos tan manchadas de sangre como los
capos.
Cuando los norteamericanos vieron en su pantalla lo que sucedía en
los campos de batalla de Vietnam perdió Washington la batalla política.
Si aquí la gente viera lo que realmente sucede poco o ningún futuro
tendría el régimen.
Nada que inquiete al “televidente”, lo perturbe, lo despierte tiene
cabida en la tv. Adormecido se le quiere tener; desinformado,
desalentado, separado de la realidad y por tanto incapaz de pronunciarse
sobre la misma, de hacer un esfuerzo por transformarla.
¿Qué futuro espera a un país donde los grandes concesionarios de la
tv han dejado de actuar como fiel de la balanza para convertirse en la
balanza misma y son la mano que mueve la mano de los que votan?
Adormecido y con miedo no hay ciudadanas y ciudadanos libres capaces
de construir un futuro de paz, justicia, libertad y democracia.
¿De qué futuro hablamos entonces?
(Resumen de la conferencia presentada en el Quinto Congreso
Internacional de la Academia Mexicana de Ciencias, Artes, Tecnología y
Humanidades) http://elcancerberodeulises.blogspot.com
http://elcancerberodeulises.blogspot.com o www.twitter.com/epigmenioibarra
No hay comentarios:
Publicar un comentario