¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Inútil tanto discurso sin sentido
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Es comprensible la preocupación por la cada vez más lejana posibilidad
de hacer valer el Estado de Derecho en el país. Está preocupado Enrique
Peña Nieto, pero más la sociedad en su conjunto, aunque por motivos
diferentes. El titular del Ejecutivo federal lo está porque no se ha
reducido la violencia, aunque diga lo contrario, el pueblo lo está
porque es el principal afectado por una realidad espeluznante, en la que
la ausencia de paz social es sólo su aspecto más visible.
En el homenaje póstumo al vicealmirante Carlos Miguel Salazar Ramonet,
Peña Nieto ratificó el compromiso de su gobierno de garantizar el Estado
de Derecho en el país, aunque no hizo una sola mención a cómo hacerle
para lograr un objetivo inaplazable. La verdad es que no puede
establecer un compromiso serio con tal finalidad, porque ello implica
reconocer que la culpa de la situación prevaleciente la tiene el régimen
que encabeza, al servicio de intereses que se benefician con la
realidad imperante.
A la minoría beneficiaria de un estado de cosas injusto para la gran
mayoría de la población, no le preocupa que las cosas irán de mal en
peor en tanto la población mayoritaria siga siendo excluida del proceso
de desarrollo nacional. Así que salen sobrando todos los discursos
vacíos con los que se quiere curar en salud el gobierno de la República.
No son siete millones los pobres que dice la Secretaría de Desarrollo
Social existen en México, sino 53.3 millones, de acuerdo con la última
medición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (Coneval).
En tal realidad, es impensable la existencia de un elemental Estado de
Derecho, mucho menos cuando no existe una mínima voluntad para modificar
un modelo económico excluyente, antidemocrático. México es en este
momento uno de los países más injustos de todo el tercer mundo. Así lo
patentizan evaluaciones de la ONU, de la Cepal y de la OIT,
principalmente. A esta situación, curiosamente, no hace mención la Casa
Blanca, cuyo único interés hacia México es por el lado del “terrorismo”
que significa el narcotráfico, lo cual demuestra que se trata de un mero
pretexto para justificar una más firme intromisión en nuestro país.
Dijo Peña Nieto: “A lo largo de su historia, nuestra nación ha superado
sus desafíos con hombres y mujeres que han cumplido con su deber sin
importar riesgos o peligros”. Sólo que se le olvidó puntualizar que lo
han hecho con el fin de servir al pueblo, no a una minoría excluyente y
absolutamente deshumanizada. Se equivoca el secretario de Marina, Vidal
Francisco Soberón Díaz, al afirmar que “para que prevalezca el Estado de
Derecho, la libertad y la paz”, es suficiente “luchar contra las
actividades ilícitas, y así devolver a la nación la tranquilidad a la
que tiene derecho”.
Como lo han dicho diversos analistas, el presidente de la Unión de
Juristas de México, Eduardo Miranda Esquivel, advirtió que “el problema
(de la violencia y la inseguridad) debe solucionarse cambiando el modelo
económico, generando empleos de calidad y redoblando esfuerzos para
mejorar los niveles de acceso a la educación de los mexicanos”. Sin
embargo, esto es precisamente lo que no quiere hacer el Ejecutivo
federal, comprometido como está con los grandes intereses
trasnacionales, empeñados en hundir a la sociedad mexicana en una
realidad apocalíptica, para lo que tienen un evidente apoyo del gobierno
federal.
Esta es una realidad inobjetable, de acuerdo con las muchas evidencias.
Si no existiera tal compromiso con los titiriteros del exterior, desde
cuándo se hubieran tomado las verdaderas medidas correctivas. Así que es
un esfuerzo inútil del Ejecutivo federal querernos seguir engañando con
discursos demagógicos ajenos a los hechos concretos que se viven en el
país. Lo que se está consiguiendo, eficazmente, es hundir a México en un
pantano de violencia e inseguridad que le permita a la Casa Blanca
intervenir sin ninguna cortapisa en nuestros asuntos nacionales.
Es por demás ilustrativa la denuncia de indígenas purépechas del
municipio de Los Reyes, en Michoacán: “El silencio de la autoridad se
vuelve cómplice (del crimen organizado). Aquí estamos (en el Centro de
Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez) para exigir justicia”. El
problema de fondo, en el sistema oligárquico predominante, es que la
justicia no es para los pobres.
(guillermo.fabela@hotmail.com)
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