¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El ejemplo cubano
María Teresa Jardí
El 26 de julio de 1953 fue asaltado el Cuartel Moncada en Santiago de
Cuba por cubanos patriotas y revolucionarios que luchaban contra la
dictadura de Fulgencio Batista. Para los comunistas y anarquistas
españoles fue el retorno de la esperanza, perdida mucho después, debo
decir, de que Franco pronto iba a caer.
Pero
a Franco, la servil Europa y el hipócrita y siempre fascista imperio
yanqui, lo mantuvieron 40 años como dictador implacable de una España
que hoy de nuevo y por tercera vez se levanta republicana y de una
Catalunya que en un año será, además de república, un país soberano. Un
pueblo cansado de encontrarse secuestrado que entiende los ejes de su
soberanía que pasan por la lengua y cultura propias que dan la
pertenencia a una nación, cuando la identidad se encuentra cabalmente
construida con el recuerdo siempre presente de la memoria de su
historia.
El 1 de enero de 1959, encabezado por Fidel Castro, hacía su entrada
triunfal en La Habana acabando incluso con la fiesta de los burgueses
que celebraban el final y el inicio del nuevo año.
Y Cuba se convirtió desde ese momento en referente de construcción de
otro mundo posible. Y el pueblo cubano se alzó como el primer país
socialista de América Latina y la revolución triunfante fue la esperanza
para millones de seres humanos habitantes del planeta, de que la
primera semilla del cambio para mejorar la vida de todos de manera
imparable ya se encontraba sembrada en la Tierra.
El imperio lo entendió y el resto no nos aplicamos a hacer la tarea de no bajar la guardia ni dejar de combatir al imperio.
El imperio decidió el bloqueo criminal contra el pueblo cubano conocido
por todos pero por pocos denunciado, y, sin oposición real de las
Naciones Unidas tan cobardes y vasallos que han sido desde entonces casi
todos los dirigentes convertidos de manera mayoritaria en verdaderas
mafias políticas.
Quiso seguir el pueblo chileno el ejemplo de Cuba y la CIA fue enviada
por el imperio a desestabilizar el gobierno de Allende para poder
tumbarlo e imponer a Pinochet como dictador de corte franquista.
Y sin embargo eran años de esperanza en la capacidad del hombre para
alcanzar lo justo para todos, que no pasa de ser lo imprescindible para
que la vida se pueda considerar que es digna.
Le comento a uno de mis hijos sobre mi sentimiento de incomprensión
absoluta de cómo el mundo se ha podido convertir en la evidencia de lo
atroz en que hoy se encuentra convertido.
Y me dice que nosotros (los de mi generación) vivimos la derrota del
fascismo. Más bien creímos vivir eso a pesar de que Franco se alzara por
tantos años como dictador en España porque se había derrotado a Hitler y
a Benito Mussolini. Y claro “derrotado”, que nunca fue derrotado el
fascismo, bajamos la guardia; y hasta creímos algunos que era posible
mejorar las cosas con el neoliberalismo social que vendía Salinas como
construcción de otro México posible. A base de mentiras el fascismo lo
que hizo fue reforzarse mientras otros creíamos en sus muchas mentiras y
al final incluso a los que se manifestaban en contra de Salinas los
pudrió la corrupción que es regla del neoliberalismo.
Mi capacidad no alcanza a entender porqué Cuba con Raúl Castro recula en
los momentos en que la humanidad necesita poner fin al capitalismo,
incluso para que quede en pie, si no la raza humana, al menos la
naturaleza tan profundamente maltratada por la perversión del hombre al
que tanto le cuesta entender la cosecha que producen los valores y el
que llena con una facilidad que espanta con antivalores, el vacío dejado
por el combate que, desde el poder, se ha hecho de los valores hasta
lograr su exterminio.
Entendibles son las demandas del pueblo cubano de libertad para moverse y
de información sin maquillaje de ninguna especie. Pero de ahí al
consumismo, que a todos nos atrapa, por poco que dejemos de hacer el
ejercicio cotidiano de no permitirlo, hay un sólo un paso, que ya se
sabe que nos convierte, a todos, en corredores de una carrera
destructora sin obstáculos.
En el combate al consumismo atroz está la única posibilidad de rescate a
la naturaleza y también a lo mejor del ser humano, que se encuentra en
su capacidad para discernir entre lo correcto y lo errado.
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