¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Petróleo a la IP: la mayoría dice no
MEXICO, D.F. (apro).- Los poderes nacionales y extranjeros que
ambicionan las ganancias del petróleo han vuelto a reagruparse, pero
también se ha consolidado una mayoría social que repudia la
privatización presentada como la panacea para México.
Es cierto
que Enrique Peña Nieto ha avanzado en su proyecto de compartir la renta
petrolera con inversionistas nacionales y extranjeros –desapareciendo
del Programa de Acción del PRI esta prohibición histórica y sumando el
apoyo incondicional del PAN para reformar la Constitución–, pero también
enfrenta una amplia oposición.
Esta oposición no es sólo de las
fuerzas políticas de la izquierda partidaria, que tienen vasto poder de
movilización, sino de segmentos de la sociedad más numerosos. De hecho,
según refieren dos encuestas recientes, una amplia mayoría de los
mexicanos rechaza privatizar el petróleo que, conforme a la
Constitución, es propiedad de la nación.
La primera de ellas es la
que elaboró el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE),
titulada “México, las Américas y el Mundo 2012-2013”, y que arroja que
dos terceras partes rechazan la privatización de los recursos
petroleros.
Esta institución, a la que no se le puede achacar un
sesgo a favor de la izquierda, consultó a finales del año pasado a 535
líderes empresariales, del gobierno, académicos, de organizaciones
sociales y medios de comunicación, así como a 2 mil 400 ciudadanos
comunes.
Apoyada por fundaciones como Konrad Adenauer y Friedrich
Ebert, ambas alemanas, así como la Asociación Mexicana de Estudios
Internacionales y la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para
el Desarrollo, la investigación del CIDE reveló que seis de cada 10
mexicanos rechazan la participación privada en el sector petrolero.
Lo notable del estudio del CIDE no es sólo lo cuantitativo, que de suyo es insoslayable, sino las razones de ese rechazo:
“En
el México del siglo 21, el nacionalismo no se opone a la apertura al
mundo, salvo en el sector petrolero.
Los mexicanos muestran fuertes y
crecientes sentimientos de orgullo, identificación y apego a su
nacionalidad, siendo la mexicana la comunidad política primaria de
identificación y pertenencia”.
Añade el estudio: “El alto nivel de
orgullo nacional no se contrapone a la apertura cultural y económica,
con la sola excepción del sector petrolero, de tal forma que ha
aumentado el apoyo a la difusión de ideas de otros países en México,
como la globalización, el libre comercio y la inversión extranjera”.
La
encuesta más reciente es la que elaboró el Centro de Estudios Sociales y
de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, entre el 6 y 7 de julio, y
establece que una mayoría superior a 70% estaría en contra de la
inversión privada en el sector petrolero.
El estudio refiere
también un dato que es muy revelador de la situación que vive Petróleos
Mexicanos (Pemex), el organismo que administra los recursos petroleros
del país: 88% de los ciudadanos consultados vía telefónica considera que
hay mucha o algo de corrupción en la paraestatal.
La Presidencia
de la República tiene también información en este sentido, con base en
sus propias encuestas, pese a lo cual Peña y el grupo de intereses que
lo llevó hasta el cargo que ostenta creen llegado el momento para, en
agosto, presentar un paquete de iniciativas de reforma constitucional
para materializar la privatización de los recursos petroleros.
Peña
y los suyos han decidido que el proyecto privatizador se envíe al
Senado como Cámara de origen, donde el PAN está perfectamente unificado
para ese fin y sumará sus votos a los del PRI, lo que de manera análoga
ocurriría también en la Cámara de Diputados y la mayoría de los
Congresos locales que consumen la reforma constitucional.
El
problema es que, como lo muestran las encuestas citadas –y otras de las
que disponen los grupos de poder–, una reforma constitucional que
pretende compartir la renta petrolera con grupos privados del país y el
extranjero concita un amplio repudio social que anticipa un conflicto de
dimensiones quizá no vistas hasta ahora.
Si difícilmente el
gobierno y el PAN –cada vez más indistinguibles– aceptarán un debate más
allá del Congreso, menos accederán a que los mexicanos opinen sobre la
conveniencia de abrir el sector petrolero a la inversión privada en una
consulta como la que ya prevé la propia Constitución.
Un
referéndum sería lo mínimo procedente para que la sociedad, tan
agraviada por decisiones cupulares, se manifieste sobre lo que le
pertenece.
Pero como eso no se prevé, a los mexicanos nos espera un verano muy caliente…
Twitter: @alvaro_delgado
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