La Jornada
El cuadrante de la soledad
Rolando Cordera
Mañana lunes se darán a
conocer las cifras sobre pobreza y desigualdad que el Consejo Nacional
de Evaluación de la Política Social (Coneval) calcula con base en la
Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) que el
Inegi dio a conocer en días pasados. El retrato del México de hoy que
esa información dibuja es del todo distinto a la que se dieron a
divulgar los publicistas oficiales y la miríada de oficiosos “ spin doctors” que hizo emerger el cambio de gobierno y el ascenso del PRI a la Presidencia de la República.
Nos guste o no esta deforme modernidad que se desplegó con el nuevo milenio, es imperioso admitirla como el dique principal que impide siquiera pensar en la recuperación del sueño secular de la Grandeza Mexicana que nos pintó Bernardo de Balbuena y que Salvador Novo quiso reditar en el siglo anterior.
Insistir en que esa grandeza está a la vuelta de la esquina, como se empeñan en hacerlo el gobierno y su coro de aficionados a la invención de expectativas, no hará sino enturbiar el panorama, acentuar el encono de muchos grupos y comunidades desamparadas y acabar de sofocar el clima de mutismo que impera en la vida pública para volverlo abierto y destructivo autismo, lo peor que le puede acaecer a una democracia como la que tenemos, sostenida en castillos de arena con cimientos de desigualdad social y económica inicuos.
Para esto se requiere algo más, mucho más, que la paciencia inveterada del pueblo, la elocuencia desatada de los que mandan o la insolencia de los ricos que no cesan en su acoso chantajista con un gobierno solícito y atento a sus designios.
Se hace camino al andar, dice el poema; lo malo es que la maleza insolente de la rutina en que han caído los grupos dirigentes no deja ver los muchos baches que más de dos décadas de necedad han creado, no sólo al pasar sino para adelante.
El ruido y la furia vendrán, porque después de todo no somos tan singulares. Mas consolarse con eso no sirve para imaginar y diseñar la invención de auténticas estructuras de oportunidad para un tránsito prometedor. Pero así y con lo que tenemos, hay que abrirse paso, sin prisa pero sin pausa.
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