Homozapping
El triunfo del neoliberalismo ha devastado al país: Porfirio Muñoz Ledo
(Segunda Parte)
Jenaro Villamil
Este 23 de julio, Porfirio Muñoz
Ledo, político, diplomático, profesor y teórico del sistema mexicano
cumple 80 años. En una larga reflexión sobre su trayectoria, les
ofrecemos la segunda parte de esta entrevista del ex dirigente nacional
del PRI y del PRD. Consulta la primera parte aquí.
“Flechador del cielo”: el PRI, la SEP, la ONU
Echeverría le pidió a Muñoz Ledo que
asumiera la dirigencia nacional del PRI. Un dato que retrata las reglas
no escritas de entonces: Muñoz Ledo recuerda que él ni siquiera estaba
afiliado al PRI, tampoco José López Portillo, el candidato presidencial.
“Lo más curioso es que yo no era miembro
del PRI. López Portillo me confirmó después que él tampoco estaba
afiliado formalmente al PRI. Yo no hice carrera de militancia dentro del
PRI. Luego sí, desde la dirigencia nacional”, señala.
López Portillo fue candidato único. No
tuvo contendiente. Muñoz Ledo se encargó de impulsar un debate interno
en el PRI, a través del IEPES, sobre los problemas del país. Hasta
Echeverría se molestó porque fueron invitados los críticos al gobierno
saliente.
-¿Existía ya una idea del poder transexenal de Echeverría?
-No de manera descarada. Se movía tras
bambalinas. Yo tuve bastante independencia para impulsar la reforma
interna del partido. Habían críticas en la prensa por las acciones que
impulsábamos.
“Yo no fui un reformador de última hora.
La idea de una transformación interna del partido la traía desde mucho
tiempo atrás”, acota Muñoz Ledo.
El “primer boceto sobre la reforma del
Estado” lo realizó Muñoz Ledo al tomar posesión López Portillo. Incluía
la parlamentarización, un nuevo sistema de partidos, una reforma
electoral cabal. El presidente no lo nombró Secretario de Gobernación. Y
él pidió encabezar la Secretaría de Educación Pública.
En la SEP, Muñoz Ledo apenas duró un
año: del 1 de diciembre de 1976 al 9 de diciembre de 1977. Hubo “mucha
grilla” para evitar que se quedara. Elaboró el Plan Nacional de
Educación que él considera “el mejor documento que elaboré como
funcionario público”.
Una carilla en las altas esferas surgió
en su contra. López Portillo dijo alguna vez ante sus discursos: “Pienso
mucho en el flechador del cielo cuando lo escucho”. Y los malquerientes
de Muñoz Ledo comenzaron a llamarlo en la prensa “el flechador del
cielo”.
“Lo que más lamento de mi trayectoria es no haberme quedado más tiempo en la SEP”, admite.
-¿Lo vinculaban con el poder transexenal de Echeverría?
-El pretexto para grillarme era el
echeverrismo. En mi caso, un viejo dirigente priista me dijo: ‘de
algunos de nosotros quieren la jaulita, pero de usted, licenciado,
quieren el pajarito’.
Durante dos años, Porfirio Muñoz Ledo se
dedicó a viajar y a dar clases. En un encuentro en Washington, le pidió
al canciller Jorge Castañeda que lo nombrara representante la ONU. La
posición de México ante el Consejo de Seguridad ya estaba pedida. Muñoz
Ledo logró incorporarse porque hubo subsecuentes empates entre Cuba y
Colombia.
“El Consejo de Seguridad de la ONU fue
facinante, al punto que se me mencionó como posible secretario general
de la ONU en 1981”, rememora.
-¿Le hubiera gustado?
-Me hubiera encantado. Hubiera cambiado
mi vida y mi historia. A lo mejor regresaba a fundar la Corriente
Democrática de otra manera. Pero no hubo apoyo del gobierno, ni de la
cancillería.
-¿Qué fue lo que sucedió si usted tenía el apoyo de varios países?
-La candidatura al Consejo de Seguridad
de la ONU fue simultánea a la candidatura de Miguel de la Madrid a la
presidencia de la República. Yo cometí el error de decirle a Miguel: ‘tú
vas a estar en la presidencia y yo en la ONU’. Creo que fue parte del
problema. En Los Pinos surgió entonces la frase: ‘no podía haber un Papa
mexicano’.
De la Madrid, se gesta la ruptura
Muñoz Ledo y Miguel de la Madrid
formaron parte de la Generación del Medio Siglo. Se conocían. Se
llevaban bien. Sin embargo, Muñoz Ledo terminó siendo uno de los
adversarios más importantes del presidente que tituló sus memorias Cambio de Rumbo.
“De la Madrid fue en los primeros años
una personalidad hamletiana. Por una parte, estaba su formación
universitaria. Fue profesor de Derecho Constitucional. Por otro lado,
trabajaba en el Banco de México, tenía otra formación. El comenzó a
actuar conforme a los criterios del Banco de México. Ahí comenzó el
cambio”, subraya Muñoz Ledo.
Cuando De la Madrid llegó a la
presidencia en 1982 ya estaba abierto el debate en las izquierdas y las
derechas al interior del sistema. Ya se había publicado el libro La Disputa por la Nación, coordinado
por Carlos Tello, que planteó la ruptura entre el modelo nacionalista y
el neoliberal. La crítica a la política económica comenzó a gestarse.
“Miguel de la Madrid prefería que yo me
quedara en Naciones Unidas. En 1985 ya quería regresarme a México. Se lo
dije. Y me respondió: ‘espérate un año más’. Me ofreció varias
posiciones. La última fue Londres. Quería que yo estuviera fuera”.
-¿Por qué no aceptó?
-Porque yo ya quería regresar. Ya tenía
un proyecto político, el de la creación de un movimiento social dentro
del PRI. Nosotros no hicimos una campaña personal en contra de Salinas
de Gortari. Nuestra propuesta era ideológica y democratizadora. Era la
concreción de lo que muchos pensábamos desde la UNAM.
“La concreción de la Corriente fue en
1986. La idea de Rodolfo González Guevara era que tuviéramos una
Corriente Crítica semejante a la que se había formado en España, dentro
del PSOE. El propuso que postuláramos a Cuauhtémoc Cárdenas, entonces
gobernador de Michoacán que ya tenía problemas con el gobierno federal,
como candidato presidencial.
“La propuesta me pareció correcta.
Regresé a México. Cuauhtémoc y yo acudimos a una reunión del Consejo
Nacional del PRI. Ambos declaramos lo mismo sin ponernos de acuerdo:
‘que había llegado el fin del dedazo’. Se creó entonces una
convergencia. Le hablé por teléfono. Lo invité a comer en La Cava, y
quedamos en esperar a que él dejara el gobierno de Michoacán y González
Guevara regresara de Madrid para formalizar la propuesta”.
Sin embargo, el “destape” de la
Corriente Democratizadora se aceleró. Y quien la bautizó con ese nombre,
recuerda Muñoz Ledo, fue el entonces director de Unomásuno, Manuel Becerra Acosta, quien entrevistó al ex embajador de México en la ONU.
“Becerra Acosta descubrió lo que estaba
en ciernes. Me di cuenta que ya estaba tan expandida la propuesta que le
solté la sopa. El le llamó Corriente Democratizadora. Nosotros no le
habíamos puesto nombre. Estábamos apenas cabildeando con amigos del PRI,
de la academia. Lo que nosotros pedíamos era hacer campaña dentro del
PRI y eso es lo que no quería el gobierno ni el presidente”, puntualiza
Muñoz Ledo.
La historia de Muñoz Ledo y de su
generación estuvo marcada por el aplastamiento a la oposición al
interior del sistema: sucedió contra los movimientos como el
delahuertismo, el vasconcelismo, el almazanismo, el henriquismo, que
influyó en la generación del Medio Siglo.
La gran ruptura de 1988 no se ha vuelto a repetir.
“La verdad es que nosotros sí creíamos
que íbamos a transformar el país. Fue una generación que tuvo mucha
fuerza. Nos impregnaron de ideales, era una generación competente y
teníamos un proyecto”, rememora.
-¿Había noción de futuro?
-Sí. Queríamos hacer política a partir
de una base cultural más sólida. Había una noción de que podía haber
rupturas dentro del sistema, aunque fueran aplastadas. Fuimos una
generación moderna, cosmopolita.
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