lunes, 18 de marzo de 2013

Solo puros beneficios para los monopolios

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Homozapping
Televisa y Telmex: los monopolios presidencialistas 
(Segunda Parte)

Segunda parte del reportaje “Televisa y Telmex: los monopolios presidencialistas”. Consulta la primera parte aquí.

A Imagen y Semejanza Presidencialista

La historia de los dos grandes monopolios de radiodifusión y telecomunicaciones en México indica que su crecimiento, expansión y privilegios sólo fueron posibles a través de decisiones presidencialistas. Y lejos de afectar o aminorar su poder, cada reforma las ha fortalecido.

En especial, la historia de Grupo Televisa va de la mano con el monopolio del poder político y del control de la opinión pública en la era dorada del PRI. La primera concesión televisiva se dio a cuatro años de la fundación del Revolucionario Institucional, al inicio del sexenio de Miguel Alemán, el “cachorro” de la revolución.

En el alemanismo se otorgaron las tres primeras grandes concesiones de televisión pública que posteriormente se fusionaron en Telesistema Mexicano, dirigido por Emilio Azcárraga Vidaurreta, El León, cabeza de la dinastía que ha dominado este mercado.

En 1950 se le otorgó a Rómulo O’Farrill la concesión de XHTV, Canal 4, en 1951 a Azcárraga Vidaurreta la de XEW TV, Canal 2, y en 1952 al ingeniero Guillermo Camarena, creador de la televisión a color y considerado una especie de prestanombres del alemanismo, la concesión de XHGC Canal 5. Cinco años después, las tres señales se fusionaron para crear Telesistema Mexicano.

En 1973, tras el fallecimiento de Emilio Azcárraga Vidaurreta, su hijo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, se quedó al frente de Telesistema. Tras un primer enfrentamiento con el presidente Luis Echeverría Alvarez, quien amenazó incluso con expropiar las concesiones, la empresa de Azcárraga Milmo quedó más fortalecida. Absorbió la concesión de XHTMTV Canal 8 y se creó Televisión vía Satélite (Televisa), el inicio del verdadero imperio televisivo de los Azcárraga.

El Tigre logró durante la década de los ochenta la expansión y consolidación de Grupo Televisa. Se convirtió no sólo en el auténtico “quinto poder” sino en el vocero del sistema. “Soy un soldado del PRI”, se justificó Azcárraga Milmo cuando se le criticó en 1986 su cobertura sesgada a favor del fraude electoral en Chihuahua.

El mejor sexenio para Azcárraga Milmo fue con Carlos Salinas de Gortari, el mismo presidente que ofreció crear una competencia al poder de Televisa, cuando ordenó la licitación de las señales del Instituto Mexicano de Televisión (Imevisión). En 1993 Imevisión fue vendida al empresario de electrodomésticos Ricardo Salinas Pliego. La operación fue criticada y luego se confirmó que hubo inversión del “hermano incómodo” del presidente, Raúl Salinas de Gortari.

Salinas también decidió licitar en 1990 las acciones de Teléfonos de México para dárselas a Carlos Slim, un hábil inversionista financiero, beneficiado con la burbuja bursátil de 1986-1987. Asociado con South Western Bell, France Telecom y empresarios mexicanos, Slim ganó la licitación para adquirir el 10.4 por ciento del capital social de la empresa que pronto se convirtió en una auténtica “mina de oro”.

Telmex fue durante décadas la única empresa con cobertura nacional en materia de telefonía. En septiembre de 2000, Telmex realizó la escisión de sus negocios de celulares y creó la empresa América Móvil, controladora de Radiomóvil Dipsa, de Telcel.

A partir del dominio de la telefonía fija, sin ningún órgano regulador que realmente pusiera contrapeso a su crecimiento y a sus tarifas, la expansión de la telefonía celular de Slim fue exponencial. En 1992 tenía sólo 146 mil usuarios y diez años después, en 2002, los clientes de Telcel llegaron a 17 millones y para 2012 sumaron 65 millones.

Paradójicamente, un “candado” para evitar que Emilio Azcárraga Milmo adquiriera Telmex, se convirtió en el origen del conflicto entre la compañía telefónica y la televisiva durante los últimos seis años. En el apartado 1.9 del título de concesión de Telmex se le prohíbe a esta empresa dar servicios de televisión restringida. Y, hasta ahora, no se ha podido cambiar este candado.

En 1997 falleció El Tigre y el presidente Ernesto Zedillo operó para que al frente de Grupo Televisa quedara Emilio Azcárraga Jean, El Tigrillo. El gobierno federal apoyó para evitar la insolvencia financiera de Grupo Televisa, le condonó deudas fiscales y permitió que el heredero de El Tigre pasara de tener el 10 al 50.1 por ciento del control accionario de la compañía.

Con la intención de regular el poder dominante de Slim, el gobierno de Ernesto Zedillo decretó una nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y creó al Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), el órgano regulador que nació débil y sin capacidad para frenar los millonarios intereses del sector.

La dorada época panista de los monopolios

Los doce años de la alternancia del PAN en la presidencia de la República no afectaron en lo más mínimo a los dos grandes consorcios. Por el contrario, Slim se volvió el hombre más rico del mundo durante este periodo, y Azcárraga Jean dejó de ser un “soldado del PRI”  para proclamar desde 2004 que “la democracia es un buen negocio” y Televisa se benefició ampliamente al convertir la competencia partidista en un mercado de control de los contenidos.

La promesa de una reforma integral a la Ley Federal de Radio y Televisión, discutida en el seno de la Secretaría de Gobernación entre 2001 y 2002, abortó con el famoso decretazo de octubre de 2002. El gobierno de Vicente Fox y de Marta Sahagún cedieron por completo a las presiones y demandas de Televisa.

En diciembre del mismo año, TV Azteca se apropió a la fuerza de la señal de Canal 40, en el episodio conocido como El Chiquihuitazo. La reacción de Vicente Fox ante el uso ilegal de grupos armados propios para quedarse con esta concesión de televisión metropolitana no pudo ser más reveladora de la debilidad o la complicidad presidencial.

“¿Y yo por qué?”, respondió Fox cuando le preguntaron por qué su gobierno no intervino en el aparatoso operativo de la gente de Ricardo Salinas Pliego.

En 2004, el gobierno de Fox les prorrogó hasta el 2021 sus concesiones a Televisa y a TV Azteca, en 2005 le entregó 130 permisos a Televisa para entrar al negocio de los centros de apuestas y en 2006 avaló la contrarreforma conocida como Ley Televisa, aprobada en menos de 15 minutos y sin discusión previa en la Cámara de Diputados.

El gobierno de Felipe Calderón decidió beneficiar abiertamente a Grupo Televisa y a su socio TV Azteca, a cambio de que ambos consorcios lo apoyaran en su cruzada contra el narcotráfico y no revivieran la crisis de legitimidad con la que ingresó al poder en el 2006.

A cambio, propició una ruptura entre las televisoras y el consorcio de Carlos Slim. Detuvo durante un sexenio el ingreso de Telmex al mercado del triple play, mientras que Televisa se convirtió en este periodo en el agente dominante también en el mercado de televisión restringida: adquirió Cablemás, TVI, fortaleció Cablevisión y Sky hasta llegar el dominio de más del 50 por ciento de este mercado.

Calderón culminó su sexenio aprobando dos medidas polémicas: la fusión de Televisa y Iusacell, compañía de Ricardo Salinas Pliego, con lo que el duopolio televisivo se convertiría en un solo bloque, y “rescatar” los 190 Mhz de la banda 2.5 Ghz. que controlaba, en su mayoría, el Grupo MVS, de Joaquín Vargas, en medio de un escándalo público sobre presiones gubernamentales.

Entre 2000 y 2010 el crecimiento del sector de telecomunicaciones estuvo por arriba de los dos dígitos. Mientras el PIB creció a una tasa menor a los 6 puntos porcentuales, el sector incrementó 24.4 por ciento en 2000, 15.8 por ciento en 2006 y, en plena crisis económica global (2008-2009), tuvo un índice de 22.5 por ciento y 12.2 por ciento de incremento, según los datos de la Comisión Federal de Telecomunicaciones.

No mejoró el servicio ni las tarifas disminuyeron y el país se rezagó en acceso a internet y banda ancha, pero tanto Grupo Televisa como Telmex se beneficiaron de esta bonanza y de la ausencia de regulación efectiva.

El peor periodo de crecimiento en este sector se registró justo entre 2011-2012, cuando las inversiones cayeron a sólo 1,800 y 1,459 millones de dólares en telefonía móvil, en comparación con los 2,835.5 millones de dólares de 2010.

Estos dos años coinciden con la “guerra” abierta de las telecomunicaciones emprendidas entre Televisa-TV Azteca, por un lado, y Telmex-Telcel, por el otro, cada uno con sus respectivos aliados. Ambos se acusaron de monopolios y de acaparar sus respectivos mercados.

El gobierno de Peña Nieto inició con la promesa de regular los monopolios, acabar con los “poderes fácticos” y alentar la competencia. La sombra de un presidencialismo que acabó por beneficiarlos, en lugar de reglamentarlos, está presente de nuevo.

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