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La Jornada
Priístas cumplidores
Luis Linares Zapata
Después de aprobar
varias reformas legislativas bajo la férula del Pacto por México, un
distintivo queda asentado con toda claridad: la élite priísta cumple, a
cabalidad y de manera férrea, sus compromisos. Tanto los empresarios de
alto voltaje como el factor externo pueden dormitar tranquilos por sus
masivos intereses. La presente administración de Peña Nieto honrará sus
acuerdos pase lo que suceda. La palabra empeñada durante la campaña para
ganarse apoyos cruciales será llevada hasta sus últimas consecuencias.
Los negocios entrevistos, por su parte, completan el tinglado que
fortifica las decisiones en marcha. Dos reformas dan la muestra de esta
determinación. La primera pasó, sin contratiempo alguno y con el
clausulado intacto, las modificaciones laborales que tanto han exigido
los empresarios a escala mundial y México no fue, ni tal vez pudo serlo,
la excepción. La otra será la más peliaguda y para la que ya cuentan,
aseguran constante y categóricamente, con los votos de las bancadas del
PRI y del PAN: la famosa energética.
Una realidad se va imponiendo con claridad meridiana a lo largo del proceso llamado reformador. Los traficantes de influencias internos pesan de manera determinante en las decisiones cupulares del actual gobierno. Pueden incluso fundirse en un sólido bloque de intereses mancomunados. Las comparecencias en el Senado (organizadas por el improvisado merolico para cada ocasión, un tal David Penchyna, de recordable papel como canario del poder en turno) convocadas para sacar raja de la subasta petrolera prometida. Pocos, muy pocos son los funcionarios de alto nivel que han pasado por Pemex o CFE que resistan la tentación de convertirse en agentes, socios menores o representantes de las empresas trasnacionales. Otros, de segunda jerarquía, rápidamente encuentran la forma de agenciarse negocios al amparo de los contactos (o de la información relevante) adquiridos durante su estancia (corta o prolongada) en esas empresas estatales. Lo cierto es que, junto a una nube de asesores especializados en trafiques de grueso calibre y demás tecnócratas de las finanzas que pululan en la administración pública, se da forma al irresistible lobby que habrá de garantizar la seguridad energética para la América del Norte (Estados Unidos).
La administración actual de los priístas no saldrá impune de las trampas que ha creado. Sabe perfectamente que actúa a contracorriente de la opinión mayoritaria de los mexicanos. El descrédito aumentará proporcionalmente a su ilegitimidad. De allí que cerque el Congreso con acero templado y resistente a los opositores. El fracaso, también predecible, de las ventajas y enormes beneficios alegados que traerán las reformas emprendidas, no tardará en presentarse. El boom que se supone ocurrirá como consecuencia de las inversiones masivas al abrirse la industria energética no alcanzarán, de manera alguna, para mover a México. La semana que viene será recordada como trágica para la nación.
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