Homozapping
AMLO, Infarto Energético
Jenaro Villamil
Peor noticia no pudo existir para el movimiento en defensa del petróleo: el mismo día que comenzó a correr el proceso legislativo para dictaminar la reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales en el Senado, el dirigente más importante de las movilizaciones, Andrés Manuel López Obrador, fue internado en un hospital del sur de la Ciudad de México tras sufrir un infarto al miocardio que, seguramente, lo dejará fuera de circulación varias semanas.
El infarto de López Obrador cimbró a los
simpatizantes del dos veces candidato presidencial, demostró la
vulnerabilidad de un movimiento frente a la fuerza y presencia de su
líder, pero también a sus propios adversarios les ha planteado un
escenario inesperado.
En apariencia, parecería una buena
noticia para acelerar lo que varios consideramos el mayor “atraco a la
nación”: un Senado absolutamente amurallado como ciudad medieval, donde
128 legisladores sacarán fast track, la reforma constitucional
más importante de este siglo que será la apertura de nuestro principal
recurso natural para compartir su renta con el poder financiero y
petrolero trasnacional.
Sólo en apariencia, porque la
convocatoria a la movilización no es una ocurrencia o una “terquedad” de
López Obrador –como insisten los medios informativos de la derecha y
sus replicantes conductores- sino una decisión para expresar la
oposición de una sociedad mayoritariamente en contra de esta decisión y
una forma de canalizar un descontento que puede desbordar a quienes
quieren echarle gasolina al repudio a la privatización de Pemex.
La reforma de Peña Nieto es una
contrarreforma. Eso lo saben muy bien los propios priistas. El cambio al
artículo 27 y 28 constitucionales es algo que no se había atrevido a
plantear ni el propio Salinas. No sólo por cálculo sino por elemental
lógica de poder: ceder el petróleo a las presiones de Washington y las
multinacionales adyacentes es minar el último reducto de soberanía que
le quedaba al presidencialismo mexicano.
Hasta por un asunto de cálculo de poder, entregar nuestro petróleo es suicida para cualquier presidente mexicano.
Sin embargo, el peñismo no lo ve así.
Ellos están ahí –ya lo sabemos claramente- para cumplirles a sus
respaldos financieros, mediáticos y políticos trasnacionales. Ellos han
sobrevendido con spots mentirosos una reforma que no va a beneficiar ni
en el mediano plazo a los consumidores mexicanos. Por el contrario.
La afectación cardiaca a López Obrador
se convierte así en una tremenda metáfora de las circunstancias de
nuestro régimen: si el corazón que late a la izquierda se paraliza, la
derecha puede sentirse libre de avanzar en su proyecto privatizador,
pero también estará sin ningún interlocutor ni liderazgo válido que
pueda contener y conducir un descontento social que tiene todas las
posibilidades de desbordarse.
El infarto a López Obrador ocurrió el
mismo día que el PRD presentó en el Senado sus 1 millón 700 mil firmas
para solicitar la consulta popular en materia energética. No estuvo
presente Cuauhtémoc Cárdenas, el otro liderazgo importante del espectro
de la izquierda, que bien pudo haber avalado con su fuerza moral y su
trayectoria este reclamo.
“Por razones de agenda”, Cárdenas no estuvo presente.
Y la movilización planteada para este
miércoles en torno al Senado y a la Cámara de Diputados se realizará,
según confirmaron los voceros del Movimiento Regeneración Nacional y el
propio hijo del ex candidato presidencial, José Ramón López Beltrán.
Es muy probable que la dolencia física
de López Obrador motive a miles de ciudadanos del Distrito Federal a
protestar por la imposición energética.
A menos que, en un gesto realmente de
Estado, el Ejecutivo Federal y el Senado decidieran una moción
suspensiva a este proceso legislativo.
Los milagros no ocurren en una
democracia en plena restauración autoritaria, pero los símbolos en estos
momentos cuentan mucho más que las miserias políticas de coyuntura.
Suspender el proceso legislativo de apertura constitucional a Pemex, sería lo más sensato para el corazón de la República.
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