¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El Germinal: Un pulmón de Independencia Social
CIUDAD MADERO, Tamaulipas.- Sobre una superficie de 44 hectáreas,
situadas en el atractivo y dinámico triángulo de Tampico, Madero y
Altamira, entre los surcos de una tierra-arena que anuncia la proximidad
de la playa, esencia de un color gris pálido oculto bajo las oleadas
verdes de las hortalizas que emergen en medio de una rica variedad de
árboles frutales, protegidos de los “Nortes” crueles por cerradas
cortinas de bambúes, cientos de personas -hombres y mujeres, jubilados
de edad avanzada una cuarta parte de ellos, jóvenes el porcentaje más
elevado y una minoría de niños- trabajan con entusiasmo de día y de
noche, por convicción y por necesidad, para ensanchar el más notable
pulmón social de independencia conocido por el periodista en México, la
granja El Germinal, propiedad de los obreros petroleros de la Sección
Uno.
Se
trata del centro vital desde donde Joaquín Hernández Galicia, al través
de la práctica de los hechos concretos, transmite un mensaje urgente a
la nación entera: es fundamental e imprescindible que los mexicanos
produzcamos nuestros propios alimentos, porque, de lo contrario, será
muy difícil encauzar los pasos hacia la independencia económica y
política, de manera especial en momentos como el actual, de profunda y
amplia crisis integral.
Obreros de planta, transitorios y jubilados de PEMEX, profesionistas,
empleados y amas de casa, maestros y estudiantes, el pueblo en general
trabaja por convicción, y lo hace porque el líder moral de los
petroleros ha demostrado, durante los últimos treinta años, que si se
depende del extranjero para la obtención de los alimentos, se inclina la
cerviz ante las trasnacionales, que imponen sus reglas de juego y sus
condiciones económicas y políticas a cambio de los granos, de tal manera
que, bajo esas circunstancias, no se puede hablar, ni mucho menos
actuar, con criterio independiente y con dignidad. Y se trabaja por
necesidad, no sólo porque al sembrar y cosechar por cooperación gratuita
los alimentos, éstos se obtienen en una góndola ubicada dentro de El
Germinal a un precio ciento por ciento más barato que en el mercado,
sino porque en el proceso mismo de la producción se aprenden nuevos
métodos y formas de trabajo e informes sobre las cualidades nutritivas
de lo que se siembra; se estimula la convivencia edificante de todos los
sectores populares; se fortalece el espíritu de la unidad, y de esta
manera, con el trabajo y por el trabajo, se transforma la sociedad
maderense y se transforman sus ciudadanos. El ritmo lo imprime el mismo
movimiento social, que se desplaza impulsado por el principio de la
realización humana a partir del esfuerzo propio.
Por otra parte, y al mismo tiempo, esos precios verdaderamente populares
que la Sección Uno fija en sus tiendas de consumo tienen como
resultados prácticos e inmediatos: combatir la inflación, desenmascarar a
los grandes propietarios y comerciantes, a los especuladores e
intermediarios, enjuiciar a la burocracia y hacer que rinda más el
salario de los trabajadores.
¿Por qué, amable lector, no existen en Ciudad Madero establecimientos
“abaratadores de la vida”, como Blanco, Gigante, Aurrerá, Comercial
Mexicana, etcétera?
La respuesta es de una lógica elemental: porque fracasarían.
Por Mario Menéndez Rodríguez
PABLO CHAVEZ VIDAURRI: OBRERO PETROLERO CON DOCTORADO AGRICOLA
En 1960, Ernesto Chávez Vidaurri, entonces secretario general de la
Sección Uno, “se equivocó de camino y, por lealtad a su amigo
Alejandrino Posadas, permitió que sectores ajenos a Ciudad Madero
-sectores interesados en que no hubiera democracia sindical para que
continuaran la división entre los trabajadores y la corrupción- se
enfrentasen a don Joaquín (Hernández Galicia), quien era el dirigente
electo por las mayorías petroleras. En aquella época, Ernesto cometió un
grave error, pero rectificó a tiempo y hoy trabaja con dedicación al
lado de don Joaquín…”.
Así empezó la conversación, bajo un hermoso árbol repleto de mangos, con
el hoy administrador de El Germinal, un mecánico tornero de 45 años de
edad que antes de cumplir los 15 se vio en la imperiosa necesidad de
trabajar en la refinería de Ciudad Madero, la antigua Doña Cecilia, como
también se llamaba a El Aguila.
Gordo, alegre y dinámico, siempre optimista, “graduado con el doctorado
agrícola en la Universiad de Joaquín Hernández Galicia”, esto es, en la
“Universidad de la Vida”, Pablo Chávez Vidaurri, hermano del ex
secretario general de la Sección Uno, tiene su plaza de planta en el
departamento de mantenimiento y reparación de buque-tanques de la flota
petrolera y, por mérito propio, que se refleja en los formidables logros
obtenidos en El Germinal, ha sido distinguido con la medalla
internacional que la FAO otorga a quienes más destacan en el campo de la
producción de alimentos.
“La medalla, en verdad, le corresponde a don Joaquín, quien nos orienta a
todos nosotros… Si usted viera, hace aproximadamente unos diez años,
para ser preciso en 1972, cuando todo esto era monte cerrado, pero
cerrado de verdad, la Sección Uno compró las 44 hectáreas en un millón
de pesos para poner en práctica las enseñanzas y advertencias de don
Joaquín…”.
¿Por qué advertencias?
-“Porque él nos decía que había que prepararnos para los momentos
difíciles; que los alimentos, cuando escaseaban, se transformaban en
poderosas armas de presión para doblegar a los pueblos, y que era
necesario autoabastecernos…”.
Y, en aquel entonces, ¿le creyeron?
-“Pos, pa’ ser honrados, pa’ decir la merita verdad, pos no… Pero los
precios se empezaron a ir por las nubes, y el hambre es canija… Así,
empezamos a ver que lo que nos decía se cumplía y, al mismo tiempo, que
lo que hacíamos nos beneficiaba… Entonces le metimos caña de verdad… Y,
mire, aquí no sólo viene la gente del sindicato, de la refinería; no,
también vienen las amas de casa, los trabajadores del hospital regional,
la gente toda de Madero, porque a todos nos beneficia. Ya lo vimos”.
Bueno, ¿y qué se siembra aquí? ¿A cuánto asciende su producción anual?
-“Aquí sembramos toda clase de hortalizas y árboles frutales; pequeña
agricultura -con maíz, frijol, chile y tomate-, y procuramos que todo se
haga a su debido tiempo, en su ciclo. Aquí hay mango, guanábana, limón,
naranja, sandía, melón, plátanos, toronja… Y, por supuesto, lechuga,
nopalitos, repollo, coliflor, rábano… bueno, imagínese lo que hacemos
sobre veinte hectáreas, que son las que hoy destinamos a las siembras de
verduras… Ahora bien, todo esto representa más de cuatro millones de
pesos al año, de los cuales el pueblo maderense se ahorra la mitad”.
Pablo, en verdad, contéstame con honradez absoluta, ¿no presionan de
alguna manera a esta gente que viene a trabajar a El Germinal durante
sus días y horas de descanso? ¿No crees que resulta algo difícil de
creer el hecho de que el pueblo maderense trabaja voluntariamente, sin
cobrar un centavo?
-“Mire, ¿por qué no le pregunta a ellos? Que ellos sean los que se lo
digan; aquí nadie tiene pelos en la lengua, y tampoco los quiere en la
sopa… Le he explicado que esto nos beneficia, por eso se trabaja por
necesidad y por convicción. Pero, además, ¿quién dijo que no se cobra?
Claro que sí se cobra; se cobra cuando compramos lo que producimos y nos
sale un ciento por ciento o más, mucho más barato que en el mercado.
Por ejemplo, un manojo de rábanos que afuera se vende a veinte pesos,
aquí, en la góndola de El Germinal, cuesta seis pesos… Y algo más: aquí,
en el trabajo colectivo, por cooperación gratuita, se nos olvidan
nuestras diferencias ideológicas, doctrinarias, partidistas. Aquí sólo
hay una ideología: el trabajo; y un partido único: México…”.
¿Qué precio tendría hoy El Germinal?
-“Pos no sabría decirle; si en 1972 costó un millón de pesos, ahora, por
lo menos, debe estar en los cincuenta millones con todo lo que hemos
hecho…”.
¿Por qué se te escogió a ti para administrar El Germinal? ¿Con qué experiencia cuentas?
Pablo ríe de buena gana, y responde:
-“Mire, yo soy mecánico tornero y trabajo en el 51200… Siempre he andado
con don Joaquín, porque me han gustado sus ideas, sobre todo lo que ve
usted… Me le estuve pegado mucho tiempo, aprendiendo, recogiendo
experiencia. Porque, en realidad, todo lo que he aprendido lo hice al
lado de él, que es, como sabe, un entusiasta (fanático) de esto de los
alimentos, que benefician al pueblo… Sí, mire, su preocupación
fundamental es el pueblo, por eso estamos con él. Y creo que aprendí
algo, porque me pusieron en este lugar para administrar… Pero, en
realidad, para trabajar con el pueblo y para el pueblo con eficiencia,
como lo hace don Joaquín, lo que se exige por encima de todo es
voluntad, entrega sin límites, trabajar cuantas horas sean necesarias,
lealtad y espíritu unitario. Y el éxito se alcanza… Véalo”.
Y, ¿cómo lograron que esta tierra-arena sea tan generosa en la producción?
-“A base de trabajo y puro estiércol de vaca, nada de productos
químicos. Porque don Joaquín dice que la química, con el tiempo, acaba
con la tierra, la va quemando…”.
Cerca de la entrada a El Germinal noté que hay una especie de
refrigerador gigante donde se germina la semilla de soya, ¿con qué fin?
-“Efectivamente, se trata de una máquina germinadora de soya, pero
también la destinamos para la alfalfa y la lenteja. Pero, ¿qué nos pasó?
Mire, los acaparadores de semillas, que consiguen éstas a 30 ó 35 pesos
el kilo, para luego venderlas a 150 pesos, impedían que el pueblo las
consumiese; entonces, nosotros hemos hecho que en nuestras tierras los
trabajadores la produzcamos para poder proteger al pueblo, al que se la
estuvimos dando a sólo 50 pesos el kilo… Y es que aquí, en El Germinal,
no se trabaja para hacer negocio, sino para beneficiar y proteger al
pueblo en todos los sentidos…”.
“PORQUE ES UNA LABOR MUY BONITA, SEÑOR”
Sobre los surcos de una parcela en El Germinal, un grupo de trabajadoras
del hospital regional de PEMEX, algunas acompañadas por sus pequeños
hijos, “se enfrentan” a la grabadora. Entre ellas se encuentran María
Luisa Lu Camacho, Sonia Santa María Vega, María Ester García Reyes,
Carmen Ortiz, Hermila Concepción Castro, Marianela Balboa Castro, María
Luisa Méndez Cid, Juana Turrubiates Macías… No lejos, en otra parcela,
labora Juan Estrada, secretario general de la Sección Uno.
¿Cómo se llama? ¿Dónde trabaja? ¿Cada cuándo y por qué viene aquí?
Mientras una responde, las demás escuchan:
-“Me llamo Sonia Santa María, tengo 34 años de edad, casada y madre de
un bebé, soy trabajadora de planta desde hace más de diez años y laboro
como enfermera en la sala de pediatría del hospital regional de PEMEX.
Vengo a El Germinal cuando puedo y lo hago por muchas razones, entre
ellas, porque aquí uno se siente a gusto con sus compañeras de trabajo,
el ambiente es fresco, sano; aquí, además, se aprende siempre y lo que
producimos lo adquirimos muy barato…”.
¿Y usted?
-“María Ester García Reyes. Trabajo en el quirófano de domésticas y
vengo a El Germinal todos los sábados, cuando no tengo trabajo en el
hospital. No tengo planta, soy transitoria…”.
Este trabajo, ¿lo realiza para obtener la planta? ¿Se lo exigen?
A María Esther se le dibuja la sinceridad en los labios:
-“No, señor; vengo aquí a colaborar con mis compañeras, a devolver algo
de lo mucho que me dan. Aquí aprendo muchas cosas y compro verdura muy
barata…”.
Carmen Ortiz, cocinera en el hospital, afirma:
-“Mire, señor, para nosotros esta es una labor muy bonita. Adquirimos
experiencia; antes no sabíamos nada del campo, pero ahora es distinto.
Compramos las cosas más baratas y convivimos cada vez mejor”.
Y, ¿qué pasa si no vienen?
-“Nada, absolutamente nada. Pero comprenderá que el que no viene, pues
debe sentirse algo mal. Imagínese, si la mayoría de la población
colabora con la producción de alimentos, uno no debe quedarse atrás. Hay
que pensar en Ciudad Madero, en la Sección Uno…”.
Y el venir a hacer trabajo voluntario, ¿se considera como mérito para acelerar la obtención de una plaza de planta?
-“No lo sé; aquí hay muchos con planta y también muchos transitorios, pero la planta es de acuerdo con Petróleos…”.
Y el venir aquí, ¿no hace que desatiendan sus obligaciones con PEMEX?
-“De ninguna manera; primero cumplimos con nuestros deberes con
Petróleos y luego venimos al trabajo voluntario. Por eso no podemos
venir todos los días a El Germinal”.
¿Cuántas horas a la semana dedican al trabajo voluntario?
-“Seis o siete, mínimo”
UN SOLDADOR CON 27 AÑOS EN EL GRUPO UNIFICADOR REVOLUCIONARIO NACIONALISTA
Quince años tenía Juan Estrada cuando en 1955 empezó a trabajar como
aprendiz de soldador en Petróleos Mexicanos. Y, de inmediato, se
incorporó al movimiento renovador presidido por Joaquín Hernández
Galicia. En la actualidad es el secretario general de la Sección Uno, y
lo hallamos en El Germinal como a tantos otros trabajadores…
¿Cuántos obreros hay en la Sección Uno?
-“De planta, siete mil. Y, transitorios, alrededor de tres mil”.
Y de ese total, ¿cuántos calculas que realizan trabajo voluntario aquí en El Germinal?
-“Diría que dos mil”.
¿Y los demás?
-“Bueno, es necesario precisar algunas cifras. En primer lugar, la
inmensa mayoría -siempre hay excepciones que confirman la regla- de los
petroleros realizan trabajo voluntario. ¿Sabe por qué? Porque, además de
todo cuanto le han dicho, lo sentimos como deber moral. Y no sólo se
trabaja aquí en El Germinal; también en las presas en los huertos, en
las granjas, en los ranchos, en las obras sociales que la Sección Uno
lleva al cabo en Ciudad Madero y en la periferia, es decir, dentro de
nuestra jurisdicción”.
Parece que el trabajo es “un vicio muy agradable”, como me dijo por allá
por Arbol Grande un viejo petrolero. ¿Lo consideras así?
-“Imagínese nada más lo que significa el trabajo en el campo después de
pasar horas y horas con los gases de la refinería. Esto es salud, la
Naturaleza nos tranquiliza, nos da paz. Aquí, en el trabajo a campo
abierto, uno realmente descansa. Para nosotros, los petroleros, el
trabajo en la producción de alimentos se ha transformado en una
necesidad orgánica, lo pide el cuerpo. Por eso le dicen que es un vicio
muy agradable…”.
¿Puedes decir que la gente trabaja a gusto?
-“Pues, véalo usted mismo. Aquí no hay poses, la gente quiere de verdad ser útil. Hay orden, disciplina, entusiasmo…”.
¿Qué significan orden y disciplina?
-“Que la gente trabaja de acuerdo con un programa determinado y por
departamentos, con sus respectivos representantes. Los soldadores, por
ejemplo, tenemos, por decir algo, la responsabilidad de la parcela de
ajos; las enfermeras, la remolacha; los jubilados, la lechuga, el
repollo…; los taxistas, el pepino, etcétera. Si es la estación, se
siembra lo adecuado para la misma; cuando no, otras verduras. Pero todo
tiene que estar planificado para que las 44 hectáreas rindan el máximo
posible. Nuestro objetivo es ayudar a abaratar la vida”.
SE MARCA EL ACENTO SOBRE UNA CONSIDERACION
En nuestra síntesis sobre la Sección Uno, hicimos la siguiente consideración, sobre la cual marcamos el acento:
Si por la tenacidad extraordinaria de un hombre en especial la población
entera de Ciudad Madero ha adquirido conciencia de lo que significa la
necesidad de producir alimentos propios y lo demuestra un día sí y otro
también con horas de trabajo voluntario en ejidos, granjas, ranchos,
parcelas y huertos familiares, ¿puede uno imaginar la generalización de
este modelo en todo México? ¿Quiénes se verían afectados? ¿No cree el
lector que los grandes monopolios extranjeros y sus socios nacionales
están conscientes de lo que sería la República si, para citar ejemplos
posibles, los integrantes del Ejército Mexicano, creado para la paz y no
para la guerra, hijos de campesinos la inmensa mayoría de ellos, vale
decir: hijos de quienes mejor conocen y quieren a la tierra, dedicasen
ocho o seis horas del día a la producción de granos; si quienes forman
parte del Congreso del Trabajo, así como los miembros de los sindicatos
independientes, prestasen una hora diaria para actualizar la
potencialidad de la tierra; si los médicos, los abogados, los
ingenieros, los arquitectos, etcétera, colaboraran con una pequeña cuota
de trabajo para ayudar a producir lo que el país necesita; si los
maestros, si ese millón de maestros practicase una auténtica combinación
del estudio con el trabajo? ¿Y qué de los demócratas y revolucionarios
organizados o no en los diversos partidos políticos?
Por eso se insiste: si lo que se lleva al cabo en la Sección Uno se
generaliza, los mexicanos transformaríamos la República y nos
transformaríamos durante el proceso por medio del cual el presente se
aproxima a la sociedad del futuro.
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