domingo, 17 de noviembre de 2013

Logros de La Quina y el sindicato petrolero

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
El Germinal: Un pulmón de Independencia Social

CIUDAD MADERO, Tamaulipas.- Sobre una superficie de 44 hectáreas, situadas en el atractivo y dinámico triángulo de Tampico, Madero y Altamira, entre los surcos de una tierra-arena que anuncia la proximidad de la playa, esencia de un color gris pálido oculto bajo las oleadas verdes de las hortalizas que emergen en medio de una rica variedad de árboles frutales, protegidos de los “Nortes” crueles por cerradas cortinas de bambúes, cientos de personas -hombres y mujeres, jubilados de edad avanzada una cuarta parte de ellos, jóvenes el porcentaje más elevado y una minoría de niños- trabajan con entusiasmo de día y de noche, por convicción y por necesidad, para ensanchar el más notable pulmón social de independencia conocido por el periodista en México, la granja El Germinal, propiedad de los obreros petroleros de la Sección Uno.

Se trata del centro vital desde donde Joaquín Hernández Galicia, al través de la práctica de los hechos concretos, transmite un mensaje urgente a la nación entera: es fundamental e imprescindible que los mexicanos produzcamos nuestros propios alimentos, porque, de lo contrario, será muy difícil encauzar los pasos hacia la independencia económica y política, de manera especial en momentos como el actual, de profunda y amplia crisis integral.

Obreros de planta, transitorios y jubilados de PEMEX, profesionistas, empleados y amas de casa, maestros y estudiantes, el pueblo en general trabaja por convicción, y lo hace porque el líder moral de los petroleros ha demostrado, durante los últimos treinta años, que si se depende del extranjero para la obtención de los alimentos, se inclina la cerviz ante las trasnacionales, que imponen sus reglas de juego y sus condiciones económicas y políticas a cambio de los granos, de tal manera que, bajo esas circunstancias, no se puede hablar, ni mucho menos actuar, con criterio independiente y con dignidad. Y se trabaja por necesidad, no sólo porque al sembrar y cosechar por cooperación gratuita los alimentos, éstos se obtienen en una góndola ubicada dentro de El Germinal a un precio ciento por ciento más barato que en el mercado, sino porque en el proceso mismo de la producción se aprenden nuevos métodos y formas de trabajo e informes sobre las cualidades nutritivas de lo que se siembra; se estimula la convivencia edificante de todos los sectores populares; se fortalece el espíritu de la unidad, y de esta manera, con el trabajo y por el trabajo, se transforma la sociedad maderense y se transforman sus ciudadanos. El ritmo lo imprime el mismo movimiento social, que se desplaza impulsado por el principio de la realización humana a partir del esfuerzo propio.

Por otra parte, y al mismo tiempo, esos precios verdaderamente populares que la Sección Uno fija en sus tiendas de consumo tienen como resultados prácticos e inmediatos: combatir la inflación, desenmascarar a los grandes propietarios y comerciantes, a los especuladores e intermediarios, enjuiciar a la burocracia y hacer que rinda más el salario de los trabajadores.

¿Por qué, amable lector, no existen en Ciudad Madero establecimientos “abaratadores de la vida”, como Blanco, Gigante, Aurrerá, Comercial Mexicana, etcétera?

La respuesta es de una lógica elemental: porque fracasarían.
Por Mario Menéndez Rodríguez

PABLO CHAVEZ VIDAURRI: OBRERO PETROLERO CON DOCTORADO AGRICOLA

En 1960, Ernesto Chávez Vidaurri, entonces secretario general de la Sección Uno, “se equivocó de camino y, por lealtad a su amigo Alejandrino Posadas, permitió que sectores ajenos a Ciudad Madero -sectores interesados en que no hubiera democracia sindical para que continuaran la división entre los trabajadores y la corrupción- se enfrentasen a don Joaquín (Hernández Galicia), quien era el dirigente electo por las mayorías petroleras. En aquella época, Ernesto cometió un grave error, pero rectificó a tiempo y hoy trabaja con dedicación al lado de don Joaquín…”.

Así empezó la conversación, bajo un hermoso árbol repleto de mangos, con el hoy administrador de El Germinal, un mecánico tornero de 45 años de edad que antes de cumplir los 15 se vio en la imperiosa necesidad de trabajar en la refinería de Ciudad Madero, la antigua Doña Cecilia, como también se llamaba a El Aguila.

Gordo, alegre y dinámico, siempre optimista, “graduado con el doctorado agrícola en la Universiad de Joaquín Hernández Galicia”, esto es, en la “Universidad de la Vida”, Pablo Chávez Vidaurri, hermano del ex secretario general de la Sección Uno, tiene su plaza de planta en el departamento de mantenimiento y reparación de buque-tanques de la flota petrolera y, por mérito propio, que se refleja en los formidables logros obtenidos en El Germinal, ha sido distinguido con la medalla internacional que la FAO otorga a quienes más destacan en el campo de la producción de alimentos.

“La medalla, en verdad, le corresponde a don Joaquín, quien nos orienta a todos nosotros… Si usted viera, hace aproximadamente unos diez años, para ser preciso en 1972, cuando todo esto era monte cerrado, pero cerrado de verdad, la Sección Uno compró las 44 hectáreas en un millón de pesos para poner en práctica las enseñanzas y advertencias de don Joaquín…”.

¿Por qué advertencias?

-“Porque él nos decía que había que prepararnos para los momentos difíciles; que los alimentos, cuando escaseaban, se transformaban en poderosas armas de presión para doblegar a los pueblos, y que era necesario autoabastecernos…”.

Y, en aquel entonces, ¿le creyeron?

-“Pos, pa’ ser honrados, pa’ decir la merita verdad, pos no… Pero los precios se empezaron a ir por las nubes, y el hambre es canija… Así, empezamos a ver que lo que nos decía se cumplía y, al mismo tiempo, que lo que hacíamos nos beneficiaba… Entonces le metimos caña de verdad… Y, mire, aquí no sólo viene la gente del sindicato, de la refinería; no, también vienen las amas de casa, los trabajadores del hospital regional, la gente toda de Madero, porque a todos nos beneficia. Ya lo vimos”.

Bueno, ¿y qué se siembra aquí? ¿A cuánto asciende su producción anual?

-“Aquí sembramos toda clase de hortalizas y árboles frutales; pequeña agricultura -con maíz, frijol, chile y tomate-, y procuramos que todo se haga a su debido tiempo, en su ciclo. Aquí hay mango, guanábana, limón, naranja, sandía, melón, plátanos, toronja… Y, por supuesto, lechuga, nopalitos, repollo, coliflor, rábano… bueno, imagínese lo que hacemos sobre veinte hectáreas, que son las que hoy destinamos a las siembras de verduras… Ahora bien, todo esto representa más de cuatro millones de pesos al año, de los cuales el pueblo maderense se ahorra la mitad”.

Pablo, en verdad, contéstame con honradez absoluta, ¿no presionan de alguna manera a esta gente que viene a trabajar a El Germinal durante sus días y horas de descanso? ¿No crees que resulta algo difícil de creer el hecho de que el pueblo maderense trabaja voluntariamente, sin cobrar un centavo?

-“Mire, ¿por qué no le pregunta a ellos? Que ellos sean los que se lo digan; aquí nadie tiene pelos en la lengua, y tampoco los quiere en la sopa… Le he explicado que esto nos beneficia, por eso se trabaja por necesidad y por convicción. Pero, además, ¿quién dijo que no se cobra? Claro que se cobra; se cobra cuando compramos lo que producimos y nos sale un ciento por ciento o más, mucho más barato que en el mercado. Por ejemplo, un manojo de rábanos que afuera se vende a veinte pesos, aquí, en la góndola de El Germinal, cuesta seis pesos… Y algo más: aquí, en el trabajo colectivo, por cooperación gratuita, se nos olvidan nuestras diferencias ideológicas, doctrinarias, partidistas. Aquí sólo hay una ideología: el trabajo; y un partido único: México….

¿Qué precio tendría hoy El Germinal?

-“Pos no sabría decirle; si en 1972 costó un millón de pesos, ahora, por lo menos, debe estar en los cincuenta millones con todo lo que hemos hecho…”.

¿Por qué se te escogió a ti para administrar El Germinal? ¿Con qué experiencia cuentas?

Pablo ríe de buena gana, y responde:

-“Mire, yo soy mecánico tornero y trabajo en el 51200… Siempre he andado con don Joaquín, porque me han gustado sus ideas, sobre todo lo que ve usted… Me le estuve pegado mucho tiempo, aprendiendo, recogiendo experiencia. Porque, en realidad, todo lo que he aprendido lo hice al lado de él, que es, como sabe, un entusiasta (fanático) de esto de los alimentos, que benefician al pueblo… , mire, su preocupación fundamental es el pueblo, por eso estamos con él. Y creo que aprendí algo, porque me pusieron en este lugar para administrar… Pero, en realidad, para trabajar con el pueblo y para el pueblo con eficiencia, como lo hace don Joaquín, lo que se exige por encima de todo es voluntad, entrega sin límites, trabajar cuantas horas sean necesarias, lealtad y espíritu unitario. Y el éxito se alcanza… Véalo”.

Y, ¿cómo lograron que esta tierra-arena sea tan generosa en la producción?

-“A base de trabajo y puro estiércol de vaca, nada de productos químicos. Porque don Joaquín dice que la química, con el tiempo, acaba con la tierra, la va quemando…”.

Cerca de la entrada a El Germinal noté que hay una especie de refrigerador gigante donde se germina la semilla de soya, ¿con qué fin?

-“Efectivamente, se trata de una máquina germinadora de soya, pero también la destinamos para la alfalfa y la lenteja. Pero, ¿qué nos pasó? Mire, los acaparadores de semillas, que consiguen éstas a 30 ó 35 pesos el kilo, para luego venderlas a 150 pesos, impedían que el pueblo las consumiese; entonces, nosotros hemos hecho que en nuestras tierras los trabajadores la produzcamos para poder proteger al pueblo, al que se la estuvimos dando a sólo 50 pesos el kilo… Y es que aquí, en El Germinal, no se trabaja para hacer negocio, sino para beneficiar y proteger al pueblo en todos los sentidos…”.

“PORQUE ES UNA LABOR MUY BONITA, SEÑOR”

Sobre los surcos de una parcela en El Germinal, un grupo de trabajadoras del hospital regional de PEMEX, algunas acompañadas por sus pequeños hijos, “se enfrentan” a la grabadora. Entre ellas se encuentran María Luisa Lu Camacho, Sonia Santa María Vega, María Ester García Reyes, Carmen Ortiz, Hermila Concepción Castro, Marianela Balboa Castro, María Luisa Méndez Cid, Juana Turrubiates Macías… No lejos, en otra parcela, labora Juan Estrada, secretario general de la Sección Uno.

¿Cómo se llama? ¿Dónde trabaja? ¿Cada cuándo y por qué viene aquí?

Mientras una responde, las demás escuchan:

-“Me llamo Sonia Santa María, tengo 34 años de edad, casada y madre de un bebé, soy trabajadora de planta desde hace más de diez años y laboro como enfermera en la sala de pediatría del hospital regional de PEMEX. Vengo a El Germinal cuando puedo y lo hago por muchas razones, entre ellas, porque aquí uno se siente a gusto con sus compañeras de trabajo, el ambiente es fresco, sano; aquí, además, se aprende siempre y lo que producimos lo adquirimos muy barato…”.

¿Y usted?

-“María Ester García Reyes. Trabajo en el quirófano de domésticas y vengo a El Germinal todos los sábados, cuando no tengo trabajo en el hospital. No tengo planta, soy transitoria…”.

Este trabajo, ¿lo realiza para obtener la planta? ¿Se lo exigen?

A María Esther se le dibuja la sinceridad en los labios:

-“No, señor; vengo aquí a colaborar con mis compañeras, a devolver algo de lo mucho que me dan. Aquí aprendo muchas cosas y compro verdura muy barata…”.

Carmen Ortiz, cocinera en el hospital, afirma:

-“Mire, señor, para nosotros esta es una labor muy bonita. Adquirimos experiencia; antes no sabíamos nada del campo, pero ahora es distinto. Compramos las cosas más baratas y convivimos cada vez mejor”.

Y, ¿qué pasa si no vienen?

-“Nada, absolutamente nada. Pero comprenderá que el que no viene, pues debe sentirse algo mal. Imagínese, si la mayoría de la población colabora con la producción de alimentos, uno no debe quedarse atrás. Hay que pensar en Ciudad Madero, en la Sección Uno…”.

Y el venir a hacer trabajo voluntario, ¿se considera como mérito para acelerar la obtención de una plaza de planta?

-“No lo sé; aquí hay muchos con planta y también muchos transitorios, pero la planta es de acuerdo con Petróleos…”.

Y el venir aquí, ¿no hace que desatiendan sus obligaciones con PEMEX?

-“De ninguna manera; primero cumplimos con nuestros deberes con Petróleos y luego venimos al trabajo voluntario. Por eso no podemos venir todos los días a El Germinal”.

¿Cuántas horas a la semana dedican al trabajo voluntario?

-“Seis o siete, mínimo”

UN SOLDADOR CON 27 AÑOS EN EL GRUPO UNIFICADOR REVOLUCIONARIO NACIONALISTA

Quince años tenía Juan Estrada cuando en 1955 empezó a trabajar como aprendiz de soldador en Petróleos Mexicanos. Y, de inmediato, se incorporó al movimiento renovador presidido por Joaquín Hernández Galicia. En la actualidad es el secretario general de la Sección Uno, y lo hallamos en El Germinal como a tantos otros trabajadores…

¿Cuántos obreros hay en la Sección Uno?

-“De planta, siete mil. Y, transitorios, alrededor de tres mil.

Y de ese total, ¿cuántos calculas que realizan trabajo voluntario aquí en El Germinal?

-“Diría que dos mil.

¿Y los demás?

-“Bueno, es necesario precisar algunas cifras. En primer lugar, la inmensa mayoría -siempre hay excepciones que confirman la regla- de los petroleros realizan trabajo voluntario. ¿Sabe por qué? Porque, además de todo cuanto le han dicho, lo sentimos como deber moral. Y no sólo se trabaja aquí en El Germinal; también en las presas en los huertos, en las granjas, en los ranchos, en las obras sociales que la Sección Uno lleva al cabo en Ciudad Madero y en la periferia, es decir, dentro de nuestra jurisdicción”.

Parece que el trabajo es “un vicio muy agradable”, como me dijo por allá por Arbol Grande un viejo petrolero. ¿Lo consideras así?

-“Imagínese nada más lo que significa el trabajo en el campo después de pasar horas y horas con los gases de la refinería. Esto es salud, la Naturaleza nos tranquiliza, nos da paz. Aquí, en el trabajo a campo abierto, uno realmente descansa. Para nosotros, los petroleros, el trabajo en la producción de alimentos se ha transformado en una necesidad orgánica, lo pide el cuerpo. Por eso le dicen que es un vicio muy agradable…”.

¿Puedes decir que la gente trabaja a gusto?

-“Pues, véalo usted mismo. Aquí no hay poses, la gente quiere de verdad ser útil. Hay orden, disciplina, entusiasmo…”.

¿Qué significan orden y disciplina?

-“Que la gente trabaja de acuerdo con un programa determinado y por departamentos, con sus respectivos representantes. Los soldadores, por ejemplo, tenemos, por decir algo, la responsabilidad de la parcela de ajos; las enfermeras, la remolacha; los jubilados, la lechuga, el repollo…; los taxistas, el pepino, etcétera. Si es la estación, se siembra lo adecuado para la misma; cuando no, otras verduras. Pero todo tiene que estar planificado para que las 44 hectáreas rindan el máximo posible. Nuestro objetivo es ayudar a abaratar la vida”.

SE MARCA EL ACENTO SOBRE UNA CONSIDERACION

En nuestra síntesis sobre la Sección Uno, hicimos la siguiente consideración, sobre la cual marcamos el acento:

Si por la tenacidad extraordinaria de un hombre en especial la población entera de Ciudad Madero ha adquirido conciencia de lo que significa la necesidad de producir alimentos propios y lo demuestra un día sí y otro también con horas de trabajo voluntario en ejidos, granjas, ranchos, parcelas y huertos familiares, ¿puede uno imaginar la generalización de este modelo en todo México? ¿Quiénes se verían afectados? ¿No cree el lector que los grandes monopolios extranjeros y sus socios nacionales están conscientes de lo que sería la República si, para citar ejemplos posibles, los integrantes del Ejército Mexicano, creado para la paz y no para la guerra, hijos de campesinos la inmensa mayoría de ellos, vale decir: hijos de quienes mejor conocen y quieren a la tierra, dedicasen ocho o seis horas del día a la producción de granos; si quienes forman parte del Congreso del Trabajo, así como los miembros de los sindicatos independientes, prestasen una hora diaria para actualizar la potencialidad de la tierra; si los médicos, los abogados, los ingenieros, los arquitectos, etcétera, colaboraran con una pequeña cuota de trabajo para ayudar a producir lo que el país necesita; si los maestros, si ese millón de maestros practicase una auténtica combinación del estudio con el trabajo? ¿Y qué de los demócratas y revolucionarios organizados o no en los diversos partidos políticos?
Por eso se insiste: si lo que se lleva al cabo en la Sección Uno se generaliza, los mexicanos transformaríamos la República y nos transformaríamos durante el proceso por medio del cual el presente se aproxima a la sociedad del futuro.

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