¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Lázaro Cárdenas=liberación, Peña Nieto=renuncia a derechos soberanos
Víctor Flores Olea
En su presentación de la reforma de hidrocarburos, Peña Nieto se pasó de
listo, por el abuso francamente grotesco que hace de los dichos y
maneras de Lázaro Cárdenas, para convencer a las izquierdas que se han
expresado de muchas maneras contrarios a la reforma petrolera de Peña
Nieto. Si pudiera probarse alguna semejanza en el terreno de la política
entre Peña Nieto y Lázaro Cárdenas, podría justificarse esa avalancha
de citas de Peña Nieto en su iniciativa de ley, pero resulta que no hay
nada más distante entre los dos mandatarios que sus políticas y su
personalidad histórica y política. Que me perdone Peña Nieto, pero habrá
que repetir que una personalidad en cualquier aspecto del proceder
humano no se improvisa ni se acerca a otro por simples referencias
literarias.
Lázaro Cárdenas se trazó una personalidad recia y nacional mucho tiempo
antes y mucho tiempo después de la nacionalización del petróleo, que
significó en México la segunda independencia del país, según se ha
dicho. Desde luego es el gran realizador de los principales objetivos de
la Revolución Mexicana; con la nacionalización del petróleo puso las
bases para un desarrollo económico nacional e independiente de México;
con la Reforma Agraria realizó en su esencia los sueños de Zapata y de
muchos otros revolucionarios que habían luchado por la tierra en
beneficio de todos, y con su política internacional se situó como un
Jefe de Estado y un luchador incansable por la paz y la libertad de
hombres y pueblos, es decir, su personalidad de héroe mexicano en la
historia y notable constructor de la misma no se refiere únicamente a la
expropiación petrolera, aunque esa decisión contiene uno de sus grandes
méritos, sino a un conjunto de acciones y decisiones que trascienden
con mucho tal o cual redacción de la ley constitucional que consagra la
expropiación.
Por todo lo anterior resulta claro que las citas abusivas que hace Peña
Nieto de Lázaro Cárdenas (por razones de “oportunidad” política, por no
decir “oportunismo” político) no añaden nada a su personalidad ya como
presidente y parte de la historia de México, sino que lo colocan en una
situación de clara inferioridad respecto a Lázaro Cárdenas. Con la
expropiación éste último llevó a cabo un hecho histórico que trascendió
por entero al Tercer Mundo y dio luz a batallas análogas (recordemos la
nacionalización del Canal de Suez, en 1956, de Gamal Abdel Nasser, de
Egipto) por la independencia y conquista de la plena soberanía de países
que habían sido sometidos, a veces durante décadas, por el colonialismo
y el imperialismo de los llamados países “centrales”.
Enrique Peña Nieto=apertura al capital privado. Lázaro Cárdenas=el
petróleo como propiedad da le nación. Enrique Peña Nieto: se da por
vencido ante las presiones del capital globalizado y busca la forma de
hacer llegar a los privados al negocio del petróleo mexicano. Lázaro
Cárdenas: toma partido en favor del pueblo mexicano y de las luchas del
Tercer Mundo por su plena liberación de las potencias imperiales (en la
época principalmente de Estados Unidos y la Gran Bretaña), para asegurar
para México el goce de la riqueza petrolera. En su tiempo batalla
heroica y profundamente patriótica. Hoy Peña Nieto se deja vencer por el
capital globalizado y por la presión de los más obvios capitales de
dentro del país. Tal es la diferencia fundamental entre los dos
personajes y no hay semánticas o referencias pertinentes a determinadas
frases que modifiquen este hecho, esta realidad.
Pero es verdad, hay una cuestión en la que no deja de tener razón Peña
Nieto: la necesidad de que se modifique, de que cambie Pemex y en
general nuestra industria de los hidrocarburos. Ya que no es posible que
siga igual: deteriorándose apresuradamente y siendo fuente de enormes
enriquecimientos ilícitos, de verdaderos saqueos a la industria, como se
ha visto a lo largo de los años. Siendo simplemente Pemex la caja chica
del gobierno mexicano, sin que se especifique nunca la utilización y
aplicación real de la renta petrolera.
El problema es que la salida que encontró Peña Nieto es muy
probablemente una salida falsa. ¿Existirá una real rendición de cuentas y
un control efectivo de los participantes, o simplemente, como
acostumbran, se llevarán las tajadas más grandes del pastel, otra vez
engañado el pueblo de México con el señuelo de que a mayor competencia
precios más favorables al consumidor (¿ahora incluso en la
electricidad)? Eso mismo se nos dijo y repitió ad nauseam cuando se
privatizaron los bancos y el teléfono, inclusive cuando se permitió
vender los bancos a compañías extranjeras. ¿El resultado? Servicios
bancarios mucho más caros y mediocres ahora que en su tiempo nacional, y
transferencia al extranjero de enormes sumas que México sólo ve
escurrir entre sus dedos. Es decir, enorme saqueo sin freno y sin
sentido.
Y tal es precisamente uno de los ángulos que llevan a muchos mexicanos a
oponerse a una transformación de Pemex como la que propone Peña Nieto,
en que se modifican los artículos 27 y 28 constitucionales, y que abren
los hidrocarburos al capital privado, incluso extranjero!! Tal es una
cuestión central, porque después ¿cómo se les frena o acota? Resulta
prácticamente imposible, ¿O no es así? Cuando entra el capital privado a
algún sector de negocios a codazos amplía su espacio y lo mantiene. La
experiencia mexicana es inagotable al respecto.
Desde el punto de vista de la izquierda, que se opone mayoritariamente a
la propuesta de Enrique Peña Nieto, habría sin embargo que reconocer
que no ha sido capaz, hasta ahora, de formular una vía alternativa
realmente sólida para la explotación racional y efectiva de la riqueza
en México de los hidrocarburos, y en beneficio del pueblo. ¿Llenará
estos requisitos en estos días en la presentación del proyecto de
reforma que ha prometido, con la presentación de Cuauhtémoc Cárdenas y
del PRD, sin modificación de los artículos constitucionales mencionados
antes? Ojalá sea así. Es importante que la izquierda diga NO airadamente
cuando se le pretende despojar o limitar, pero también es indispensable
que formule alternativas para salir de un impasse como el que presenta
la actual industria de los hidrocarburos en México.
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