¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Los nueve rounds perdidos de Peña Nieto
MÉXICO, D.F. (apro).- El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto
no tiene ánimo de festejar. Este 1 de septiembre cumplirá nueve meses, y
en ese tiempo ha afrontado igual número de descalabros: escándalos que
se contradicen frontalmente con las promesas que lo llevaron a la
Presidencia.
Durante su campaña (tres meses oficiales, pero seis
años en realidad), Peña Nieto se concentró en dos ofrecimientos: la
economía iba a reactivarse y la violencia terminaría, merced al cambio
en la estrategia belicista instaurada por su predecesor, el panista
Felipe Calderón. Mientras Peña Nieto multiplicaba sus ofertas al
respecto, buena parte de la sociedad civil le exigía que, además,
erradicara la característica corrupción de su partido: el PRI.
Hoy, los mayores fracasos de la administración peñista se relacionan, justamente, con esas tres vertientes.
Corrupción onmipresente
A
finales de 2011, cuando ni siquiera habían comenzado las campañas rumbo
a la Presidencia, el periódico Reforma dio a conocer que el entonces
dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, había autorizado un
megaendeudamiento entre 2005 y 2011, cuando gobernaba Coahuila. El caso
incluía la falsificación de documentos y no había claridad en el destino
del dinero: unos 33 mil 100 millones de pesos. El escándalo provocó la
renuncia de Moreira, declarado inocente pese a que la ilegalidad sí se
confirmó.
Otro caso ocurrió en abril pasado, cuando Peña ya
gobernaba. La joven Andrea Benítez —hija del defensor del consumidor,
Humberto Benítez— ordenó cerrar un restaurante de la Ciudad de México
porque no le dieron la mesa que quería. Los empleados de su padre
tardaron dos horas en cumplir la encomienda. Sin embargo, los comensales
grabaron y difundieron la iniquidad en las redes sociales. Humberto
Benítez dejó el cargo, aunque siempre mantuvo que no supo lo que estaba
pasando. El caso le costó el trabajo a otros siete funcionarios.
En
mayo pasado fue Andrés Granier, exgobernador de Tabasco, quien ensució
el nombre del PRI. Se difundió una llamada telefónica en la que presumía
tener 400 pares de zapatos, 400 pantalones, 300 trajes y mil camisas.
Días después, el político —que se encontraba en Estados Unidos— se
defendió argumentando que estaba muy borracho y que sólo fanfarroneó en
esa llamada. Al regresar a México fue detenido por desviar casi mil
millones de pesos. Sin embargo, en Tabasco todavía le esperan una
investigación por contratar irregularmente 23 mil millones de pesos en
deuda y otra por fraude fiscal.
El peor golpe, sin embargo,
ocurrió de cara a las elecciones locales de 2013, en las que se
renovaron una gubernatura, 14 congresos estatales y decenas de
alcaldías. Una serie de telefonemas evidenció que se estaban desviando
recursos federales para los candidatos priistas en el estado de
Veracruz. Resultaban implicados los polémicos Javier Duarte (gobernador
priista) y Rosario Robles, titular de la Secretaría de Desarrollo
Social. El caso puso al borde del colapso la mayor apuesta legislativa
de Peña Nieto: el Pacto por México. Tanto el PAN como el PRD amenazaron
con abandonar el acuerdo. El caso no se ha resuelto ni aclarado.
Elecciones de Baja California
Las
elecciones locales de 2013 fueron el primer examen de aceptación para
Peña Nieto y el PRI. El premio mayor era la gubernatura de Baja
California.
Esa entidad es la primera que gobernó la oposición,
gracias a un pacto (“concertacesión”) entre el gobierno federal de
Carlos Salinas (PRI, 1988-1994) y el PAN. Así que desde 1989 Baja
California ha sido gobernada por la derecha.
Para estos comicios,
el PRI eligió a Fernando Castro Trenti como su candidato. Él no es del
grupo de Peña Nieto, sino de su rival Manlio Fabio Beltrones. Y el
candidato perdió. De este modo, el PRI se quedó sin el único puesto de
gran calado que se disputaba en la jornada electoral.
Producto de
eso, el PRI se fisuró. Había priistas que aplaudían la derrota,
asegurando que era un obsequio para el PAN, que garantizaría el Pacto
por México. Y había beltronistas que, sotto voce, se quejaban del nulo
apoyo que Peña había ofrecido a su candidato.
Reformas entrampadas
Si
de algo presume el PRI es de saber gobernar. En las presidenciales,
millones de mexicanos votaron a esa baza, hartos de la incompetencia del
PAN. Pero la gestión peñista no ha sido lo efectiva que prometió.
Hasta el momento se han aprobado modificaciones al mercado laboral, a la educación y a las telecomunicaciones.
No obstante, los propios empresarios ya admitieron que los cambios en
la contratación no han dado resultados. En la reforma de
telecomunicaciones se avaló una inmensa participación de extranjeros en
un sector estratégico, lo que desató una oleada de críticas. La reforma
educativa es un capítulo aparte…
El próximo reto de Peña es la
reforma energética, que se presentó el lunes 12 de agosto. Se espera que
ésta sea la madre de todas las batallas.
Peña Nieto desató la
oposición a este proyecto cuando decidió difundirlo durante una gira en
Gran Bretaña.
Ahí anunció que buscaría ampliar el capital privado en
Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa más importante del país. El
rechazo provenía tanto del modo en que realizó el anuncio como del
cambio propuesto, en sí.
De paso, la propuesta revivió
políticamente tanto a Andrés Manuel López Obrador (rival de Peña Nieto
en las presidenciales, y quien busca fundar el partido político más a la
izquierda del abanico mexicano) como a Marcelo Ebrard (el primero en
exigir al presidente un debate al respecto) y a Cuauhtémoc Cárdenas (que
se alió con el PRD para presentar una propuesta que no implica cambios
constitucionales).
Una bravuconada del líder nacional priista,
César Camacho, empeoró las cosas. En una reunión con legisladores
aseguró que el PRI estaba listo para “salir a las calles” y “hacer
valer” la voz del PRI en el debate… antes incluso de que se presentara
la iniciativa de reforma. Dijo que el PRI era institucional, pero que
estaba dispuesto a emplear otras vías para difundir su postura. El
gobierno tuvo que posponer una vez la presentación de su reforma por la
inmensa polémica que implicó. Y mandarle mensajes a Camacho para que se
tranquilizara.
La economía, en retroceso
Todos los indicadores se contraen en México. El pronóstico de
crecimiento para 2013 ha sido “revisado a la baja” tres veces en lo que
va del año. De 4% va en 1.87% (aunque hay analistas que calculan sólo
0.5%). La creación de empleos se ha estacionado y la informalidad va al
alza: Más de 60% de los mexicanos en edad de trabajar desempeña una
labor sin ninguna regulación ni derecho. Las exportaciones han caído, la
balanza comercial se ha desequilibrado, la producción no avanza, la
inflación sí. La inversión extranjera palidece ante la brasileña,
argentina o chilena. La cantidad de pobres llegó a 66.4 millones de
mexicanos (el país tiene 117 millones de habitantes). En tanto, la
“clase alta” del país está conformada por 340 mil personas.
Espionaje de Estados Unidos
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