La Jornada
El Despertar
Felicidad e indignación
José Agustín Ortiz Pinchetti
Los mexicanos somos
desconcertantes. Somos uno de los pueblos más originales de la Tierra,
pero nos desesperamos por imitar lo extranjero. Entramos a la OCDE para
que nos confundieran con un país desarrollado. Lo que refleja nuestro
profundo sentimiento de inferioridad. Ahora resulta en sus encuestas que
entre los miembros somos el país con más bajos niveles de seguridad,
empleo, salud. Pero ¡estamos entre las 10 naciones más felices del
mundo!
Existe otro factor. La gente ha aprendido a resistir por siglos circunstancias difíciles, adaptarse plásticamente y sacar el mejor partido posible. Un líder mexicano estadunidense, que tuvo éxito en la política de EU, me explicó en Chicago:
Mientras aquí sufrimos con este maldito clima y tenemos que renovar el coche, pagar la hipoteca y otras cosas, los mexicanos trabajan para disfrutar de inmediato, no en el futuro. Son muy trabajadores, pero se dan sus momentos para compartir con los cuates.
Sin embargo hay incógnitas: ¿Por qué no existe indignación
ante el deterioro constante de la vida y de las oportunidades en las
últimas tres décadas? La situación es tal que si hoy estallara en México
una rebelión –lo que sería indeseable– dentro de 20 o 30 años los
historiadores se preguntarían cómo era posible que no nos hubiéramos
dado cuenta de lo que se venía encima. Pero la vida fluye. Nos
impresiona lo que sucede en Brasil. Una impugnación generalizada,
juvenil y multitudinaria contra un gobierno legítimo y exitoso. Se
impugna la desigualdad y la corrupción. Hace poco nadie hubiera pensado
en este brote. En México la incertidumbre es mayor. ¿Cómo saber lo que
pasará cuando se diluya la frágil ilusión que despertó Peña? ¿Cómo
reaccionarán los jóvenes que ya dieron muestras de poder organizarse
para la inconformidad cuando volvamos a constatar que el camino que se
le ha impuesto al país no lleva a ninguna parte?
Twitter: @ortizpinchetti
Twitter: @ortizpinchetti
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