¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
En Tabasco se rompió la tradición
Juan José Morales
Escrutinio
Lo
que ahora ocurre con el ex gobernador tabasqueño Andrés Granier puede
servir para entender mejor los desesperados esfuerzos que el PRI y el
gobierno de Quintana Roo están haciendo para ganar a como dé lugar las
elecciones del 7 de julio venidero y obtener mayoría en la Legislatura
local: de esa manera podrían evitar que en tierras caribeñas se repitan
los hechos que ahora se desarrollan en el edén tabasqueño.
En efecto, en la tierra de López Obrador la llegada al poder de una
auténtica fuerza de oposición, sin compromisos con el gobierno anterior,
permitió que por primera vez en la historia de la entidad se rompiera
la tradicional cadena de encubrimientos y complicidades en que cada
gobernador le protegía las espaldas a su antecesor y dejaba impunes sus
fechorías.
Gracias a la decisión del nuevo gobierno tabasqueño de investigar,
aclarar y castigar el escandaloso saqueo de las arcas públicas cometido
por Granier y su grupo —o banda, como sería más apropiado llamarle—, el
ex mandatario se encuentra ahora en prisión. Quizá finalmente no dure
mucho tras las rejas si se le protege desde las alturas del gobierno
federal, cosa nada improbable si se considera que —como es bien sabido—
buena parte del dinero robado al erario tabasqueño se destinó a
financiar la campaña electoral de Peña Nieto. Pero el actual mandatario,
Arturo Núñez Jiménez, ha sentado ya el precedente, y por ello no la
tienen todas consigo aquellos gobernadores con larga cola pisoteable por
haber saqueado y endeudado a su entidad. Temen la llegada al poder de
una verdadera oposición que los llame a cuentas y saque a la luz pública
sus trapacerías, esas mismas trapacerías que han podido cometer
impunemente porque cuentan con una dócil mayoría legislativa que les
aprueba sistemáticamente la cuenta pública y con una contraloría
igualmente sumisa y obediente que sólo simula cumplir su función de
vigilancia y supervisión del manejo de los dineros del erario.
Ciertamente, a diferencia de Tabasco, en el caso de Quintana Roo no se
elegirá gobernador el próximo 7 de julio, sino sólo ayuntamientos y
diputados locales. Pero si en el Congreso llegara a haber una mayoría
del PRD y el PAN, que mantienen una alianza de facto, podría haber un
real examen de las cuentas públicas, ahora envueltas en las tinieblas y
tan confusas que no se sabe a ciencia cierta ni siquiera cuál es el
monto real de la deuda, que según algunos cálculos asciende por lo menos
a 15 mil millones pero otros elevan hasta 20 mil millones.
Sea cual sea la cifra real, el hecho es que la deuda del gobierno de
Quintana Roo es monstruosa y cuenta entre las mayores de todos los
estados del país, totalmente desproporcionada respecto al número de
habitantes y a la obra pública, punto menos que inexistente, realizada
por los gobiernos del actual mandatario, Roberto Borge, y su antecesor,
Félix González Canto.
Si una auténtica fuerza de oposición llegara a controlar la Legislatura
quintanarroense y se ahondara en ese oscuro pozo que han sido las
cuentas públicas durante los últimos años, sin duda saldrán a flote
hechos más que suficientes para poner tras las rejas a no pocos
funcionarios.
De aquí la urgente necesidad de seguir contando con una mayoría de
diputados que mantengan la vieja tradición que podría definirse como
“encubríos los unos a los otros”, o “que quien venga atrás me cubra las
espaldas, para que quien lo suceda también se las cubra”.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
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