¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Granier se apendejó
Francisco Rodríguez
Indice Político
Cuentan los memoriosos que el entonces diputado federal Luis Cabrera,
quien fue secretario de Hacienda en el gobierno de Venustiano Carranza,
con fama de honesto, de fina ironía y mordacidad, subió a tribuna en
plena sesión de la Cámara Baja del Congreso de la Unión y acusó a otro
legislador federal de ser ratero.
Que el supuesto ratero pidió la palabra por alusiones personales y,
retadoramente, le contestó a Luis Cabrera: “¡Pruebas. Pruebas. Presente
pruebas de la acusación que me hace!”
Y que Cabrera subió nuevamente a la que alguna vez se llamara tribuna
más alta del país, para replicarle al aludido: “Diputado, lo estoy
acusando de ladrón ¡no de pendejo!”
Ladrones, rateros, corruptos hay muchos en las actividades públicas. ¿Para qué le cuento? Usted lo sabe mejor que yo.
Los pendejos, en cambio, son escasos.
Me acuerdo de ello por el caso del ahora ex gobernador tabasqueño Andrés
Granier de quien pienso y sostengo si no era pendejo, a final de
cuentas sí que ¡se apendejó!
Porque como bien dice el clásico, “¿pero qué necesidad?” esa de venir de
regreso al país cuando ya disfrutaba de un autoexilio dorado en Miami
Beach.
Y no, por supuesto, no se trata de defender sus raterías de las que
fueron víctimas, entre otros, pacientes de los hospitales públicos,
familias que perdieron vida, salud y pertenencias en las inundaciones,
muchos tabasqueños, pues, a quienes no se retribuyó todo aquello a lo
que tienen derecho.
No. De lo que se trata es de hacer notar que Granier, amén de ladrón, es pendejo.
Y eso debe ofender a nuestra honesta clase política. Que uno de los
suyos dé tamaña muestra de pendejez y, claro, que con tal ponga en
evidencia todo aquello que se puede hacer —¡y que hacen!— con los
recursos que apoquinamos los contribuyentes cautivos del SAT.
Contradiciendo a Luis Cabrera –hay quienes atribuyen la anécdota a
Alvaro Obregón con uno de sus colaboradores—, sí hay ladrones y, por
supuesto, ahora lo vemos, sí hay pendejos.
SOLEDAD E INOCENCIA
En el caso Granier también sorprende la soledad del imputado. Sin grupo
político que lo cobije, sin siquiera su familia cerca. Separos,
hospital, reclusorio. En ninguno de esos episodios se ha visto la
proximidad de su esposa, su hijo o hijas. Aunque todos la hayan hecho,
que sólo él la pague.
¡Pobre pendejo!, pues.
Pobre, pese a sus cientos de zapatos, trajes y camisas, porque además ya
nos salió con la cantaleta que en estos casos acostumbran los presuntos
implicados en casos de corrupción, quienes empiezan por decir que no
tienen nada que ver con el asunto cuando éste llega a los juzgados, y si
el caso llega a mayores sugieren que su fe en la justicia es absoluta y
que se ahorran cualquier comentario. Acto seguido se hacen pasar por
víctimas de juicios mediáticos y amenazan con querellas diversas a los
medios informativos para enredar todavía más la cuestión.
Granier es inocente. Pero no de los cargos que se le fincan, sino por ser la inocencia preámbulo de la ya tan citada pendejez.
Y esos cargos son graves. Los resume en buena prosa Víctor M. Sámano Labastida, en su columna Escala Crítica:
“Entre las 14 denuncias se cuenta que más de un mil 900 millones de
recursos federales no fueron ejercidos en los rubros de salud, educación
y protección civil. ¿Recuerda usted la crisis hospitalaria de diciembre
en Tabasco?
“Basta ir a la hemeroteca. Ahí se encuentran testimonios con un recuento
de daños: los cinco hospitales más importantes del estado tenían sus
reservas a punto de agotarse; el 80 por ciento de las cirugías
programadas fueron suspendidas por falta de insumo; faltaban medicinas y
alimentos para los enfermos. En el Hospital del Niño tuvieron que
recurrir a donaciones para mantener a los pequeños.
“En el Juan Graham ya no había alimentos, se los regalaron de la Central
de Abastos. Los médicos no recibían pago y algunos tuvieron que
trabajar de manera voluntaria. Se tuvo que suspender la atención a la
mitad de los enfermos con cáncer. Indignante.”
Indignante, en efecto. Y esa indignación debe llevarnos a la exigencia
de castigo a los culpables que se enriquecieron con la miseria de sus
dizque gobernados.
A menos, claro, que otra vez quieran vernos la cara de pen… ¿O no?
Indice Flamígero: Nuestro amigo don Alfredo Alvarez Barrón, a quien
muchos conocemos como El Poeta del Nopal, envía su epigrama desde
Fresnillo, Zacatecas: “Cuando se vio involucrado / en el polémico
atraco, / hasta el músculo cardíaco / resultó perjudicado; /
injustamente arraigado / se declara sorprendido / y en el último latido /
manda un telegrama urgente: / “Soy totalmente inocente / ...pueblo
malagradecido”.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
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