¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
La Corte, cómplice de la cleptocracia
MÉXICO, D.F. (apro).- La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) participa en la descomposición institucional en México.
Su
negativa a transparentar las cuentas y bienes de los diputados
federales y, en consecuencia, de todos los funcionarios y
representantes del Estado mexicano, exhibe la descomposición de la vida
pública y la gran debilidad de su sistema democrático.
En la
práctica, deja la puerta abierta para que sigan existiendo los Granier,
las Elbas, los Reynoso, los alcaldes que reciben bolsas de dinero, las
“confusiones” como las de los senadores del PAN para repartirse 16
millones de pesos –de una bolsa de más de 200 millones–, y una
interminable y vergonzosa lista que hacen de la clase política de México
una de las más corruptas del mundo. Una verdadera cleptocracia, el
gobierno de los que roban.
Por una mayoría de seis votos, el pleno
de ministros de la Suprema Corte negó este jueves un amparo promovido
por la organización no gubernamental Fundar en contra de la negativa de
la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de dar a conocer las
declaraciones patrimoniales de los diputados federales.
La ASF es
un ente de la Cámara de Diputados encargada de la revisión de las
cuentas públicas y del desempeño de quienes ejercen los poderes formales
del Estado mexicano. Pero de poco ha servido para sancionar la
corrupción en el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
En su
revisión anual elabora un informe sobre las anomalías e irregularidades
en el ejercicio de los recursos públicos. Hace numerosas observaciones y
las da a conocer. Pero después, sin informar cómo ni cuándo, las da por
“solevantadas”. En el mejor de los casos, da vista al Ministerio
Público y no se vuelve a saber nada. Una cara más de la impunidad.
Ni
la ASF ni la SCJN están a la altura de lo que es el equilibrio de
poderes y la rendición de cuentas en una verdadera democracia.
El
voto mayoritario en el máximo tribunal declaró la validez constitucional
del artículo 40 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas
de los Servidores Públicos.
Según ese artículo, la Secretaría de
la Función Pública –que Peña Nieto propuso convertir en una Comisión
Anticorrupción– lleva un registro con las declaraciones patrimoniales de
los servidores públicos, referidas a sus ingresos del último año,
bienes muebles e inmuebles, inversiones financieras y adeudos. Pero sólo
se puede hacer público con el consentimiento del funcionario.
El
pleno rechazó el proyecto del ministro José Ramón Cossío, quien
consideró que esa disposición viola el artículo Sexto de la Constitución
en lo relativo al acceso a la información y a la máxima publicidad.
Sólo tuvo el respaldo de Sergio Valls y del ministro presidente Juan
Silva Meza. Con matices, los ministros Arturo Zaldívar y Olga Sánchez
Cordero favorecieron la apertura.
Más allá de su justificación
técnica, los ministros tienen sus propias razones para mantener la
opacidad. Desde siempre, se han negado a que se revise su patrimonio. No
quieren que se sepa cuánto tienen y cómo lo obtuvieron.
Tan sólo
por sus sueldos de iluminados, son millonarios. Por años, algunos de
ellos antes han sido litigantes, notarios o académicos. Otros, jueces,
administradores judiciales o funcionarios en el Ejecutivo.
No es
posible saber si cobran por favores, por impulsar o detener juicios. La
opacidad atenta incluso contra ellos, pues caen fácilmente en el
chantaje cuando se trata de votaciones importantes.
La Corte
abordará de nuevo el tema. Un nuevo ministro hará un nuevo proyecto.
Pero no hay un plazo, tampoco razones para que cambie de opinión el
bloque formado por los ministros Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Margarita
Luna Ramos, Fernando Franco, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Luis María
Aguilar y Alberto Pérez Dayán.
En el caso de los diputados,
tampoco es posible conocer sus arreglos con las empresas de cabildeo
para el destino de ciertas leyes. Tampoco se puede saber quiénes les
pagan los viajes u otras cuentas. O, de plano, si algunos tienen
arreglos con la delincuencia organizada. Del Senado, lo mismo. Y en los
tres niveles de gobierno los millonarios abundan.
La negativa de
la Corte también beneficia a las entidades autónomas, incluidas todas
esas comisiones creadas en los últimos años, que además de darle más
posiciones de poder al presidente de la República, sólo han
descentralizado la toma de decisiones y, en consecuencia, de los
beneficios que se pueden obtener en el ejercicio del poder.
jcarrasco@proceso.com.mx Twitter: @jorgecarrascoa
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