¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
El indulto
MEXICO, D.F. (apro).- La libertad siempre hay que celebrarla porque
es una condición y un derecho universal inalienable. Hay que festejarlo
sobre todo cuando alguien como Alberto Patishtán sale libre después de
haber sufrido la injusticia de la prisión por muchos años, a pesar de
que siempre se demostró su inocencia.
Sin embargo, lo que no se
puede festejar ni celebrar es que haya sido por una decisión política y
que seguramente el PRI y Enrique Peña Nieto tratarán de colgarse la
medalla tras el indulto que se la dará al maestro chiapaneco.
Durante
más de 13 años Patishtán ha permanecido en diferentes cárceles pagando
una condena de 60 años a los que fue sentenciado por los tribunales de
Chiapas, acusado de participar en una emboscada a policías en la que
murieron cuatro de los uniformados.
En este tiempo presentó las
pruebas de que él no estuvo en el lugar donde ocurrieron los hechos, y
que los acusadores falsearon las declaraciones ministeriales.
Pese
a que demostró su inocencia, los tribunales de justicia de Chiapas
desecharon las pruebas y ratificaron la sentencia de 60 años en contra
del indígena tzotzil hace apenas unos meses, dejando fuera toda
posibilidad de rectificación en otros tribunales del país, motivo por el
que se empezó a buscar la salida en foros internacionales.
Desde
la cárcel, Patishtán se convirtió en una figura emblemática de la
defensa de los derechos humanos de quienes están presos injustamente,
sobre todo de los indígenas que son lo más abandonados y castigados. Su
voz e imagen fue la campana de resonancia para denunciar no sólo su
caso, sino el de muchos otros más que se cobijaron en la organización La
Voz del Amate, organización que les ayudó a conseguir su libertad.
Detrás
de las rejas, Patishtán recibió reconocimientos como defensor de
derechos humanos y líder social. Pero hacia fuera, en los tribunales de
Chiapas, siempre se le trató como un homicida.
Los abogados del
maestro bilingüe pidieron la intervención de la Suprema Corte Justicia
de la Nación (SCJN), que declinó su competencia “por fallas al debido
proceso”, mientras que el Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo
Circuito, en Tuxtla Gutiérrez, ratificó el 12 de septiembre la sentencia
de 60 años de cárcel.
Indígena de la región de Los Altos de
Chiapas, Patishtán tuvo la paciencia de esperar una posibilidad de que
se reconociera la violación de sus derechos y su inocencia.
La
oportunidad llegó esta semana en la que el Congreso de la Unión modificó
los códigos penales para permitir que el jefe del Ejecutivo pueda
indultar a aquellos a los que se les han violado sus derechos
procesales.
Apenas se aprobaron las reformas penales y, en su
cuenta de Twitter, Peña Nieto anunció que indultaría a Patishtán
aprovechando así la oportunidad para su lucimiento político y la
necesidad de reafirmarse en este tiempo en el que su figura de
gobernante ha caído por los errores en la estrategia de combate al
crimen organizado y la falta de crecimiento económico.
La
liberación de Patishtán no es acto de gracia desde el poder, es el
reconocimiento de su inocencia y del derecho a la libertad que tiene
como ser humano.
En todo caso, si Peña Nieto quiere actuar con
justicia, como jefe del Ejecutivo debería abrir una investigación para
encontrar a los verdaderos culpables, aplicar la ley de víctimas para
que se le reponga algo de lo perdido en estos 13 años de cárcel (hay
cosas como la convivencia familiar que no tienen reparación), y ampliar
el indulto a todos aquellos inocentes que están en la cárcel.
Twitter: @GilOlmos
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