¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El dramático final de un régimen
Jorge Canto Alcocer
No es necesariamente una buena noticia ni siquiera para quienes creemos
que el actual régimen presidencialista neoliberal es una de las más
perversas formaciones de poder en la historia de nuestro país, pero me
parece indudable que estamos viviendo los últimos estertores de dicho
sistema político-económico-social, y que los ridículos y supervigilados
actos “públicos” de Peña equivalen a aquellas absurdas “fiestas del
centenario”, que encabezó Porfirio Díaz un par de meses antes del inicio
de la Revolución Mexicana.
La estruendosa “bienvenida” del crimen organizado al gobernador
michoacano Fausto Vallejo es la más reciente raya a un tigre que las
acumula en volumen formidable desde hace un par de décadas, desde que se
hizo evidente el fracaso del salinismo en reformular al anquilosado PRI
—en realidad lo hizo más elitista y anti-democrático-, en modernizar la
economía —lo que hizo fue aumentar la desastrosa dependencia de Estados
Unidos-, en generar desarrollo —se expandió la riqueza, es cierto, pero
se concentró aún más en pocas manos, la mayoría de las cuales eran las
del propio Salinas y de sus aliados más cercanos-, y en abatir la
pobreza -¿es necesario hacer alguna precisión a este respecto?-.
Las élites oligárquicas han logrado mantenerse en el poder estos veinte
años de crisis económicas y fracasos políticos fundamentalmente a partir
de dos columnas: en el ámbito político, a través de la supuesta
alternancia, que había mantenido hasta ahora la ficción democrática y
había repartido el desgaste entre todos los partidos, principalmente el
PRI y el PAN; y, en lo económico, a través de la renta petrolera, que
ahora estúpidamente, y en obediencia a los intereses imperiales, se
pretende entregar al extranjero.
Todo parece indicar que la fórmula no da para más. Haciendo un poco de
historia, recordemos que Calderón llegó al poder en medio de
multitudinarias protestas y una flagrante ilegitimidad, pero que, con el
apoyo de las élites y del sistema priísta se mantuvo en el timón con
terribles debilidades y a un costo devastador, logrando cerrar su
sexenio al filo del despeñadero. Peña ha llegado a Los Pinos en un
escenario aún más complicado, pues las protestas, también milenarias, ya
no obedecen a las convocatorias partidistas, sino que tienen su propio
motor, su propia dinámica, y avanzan peligrosamente en todos los
flancos.
Pensaron los estrategas priístas y la élite a la que sirven que el
llamado “Pacto por México” les permitiría administrar con relativa
tranquilidad, pero esa alianza de hienas subsiste únicamente en la
medida en que proporciona carroña, y deja de ser funcional en un
escenario de confrontación y crisis, como el actual.
Lo peor del PRI aliado con lo peor del PAN y lo peor del PRD da como
resultado la peor alianza posible, no sólo por los costos que tiene para
nosotros, para el pueblo esa política, sino porque en sí mismas, dichas
agrupaciones ya no representan a nadie, ni a sus afiliados, ni a sus
dirigentes, ni a sus acarreados, a nadie absolutamente. Se trata de un
simple cascarón sin utilidad política ninguna.
Lo terminal de la crisis sistémica que vivimos se muestra elocuentemente
en el caso de los desvergonzados consejeros del IFE, que tras hacer el
papel de pillos en despoblado se retirarán con privilegios inauditos en
una sociedad en la que la mitad de su población ve su vida pender de un
hilo ante la falta de seguridad laboral, la carencia de ingresos, la
desnutrición y calamidades sin fin.
Advertimos los hechos y sus consecuencias con plena responsabilidad.
Creemos que un baño de sangre nada bueno traerá, pero también estamos
convencidos de que seguir por el camino tradicional de las protestas,
las marchas, los bloqueos y las acusaciones judiciales de traición a la
patria es, en el mejor de los casos, insuficiente. Tenemos líderes que
han demostrado más allá de toda duda su honestidad, patriotismo y
entereza, pero necesitamos acompañarlos con acciones más creativas, más
arriesgadas, más productivas si queremos que el parto de los montes sea
favorable para nuestra causa y para la nación.
La situación de Michoacán no es únicamente una llamada de atención. Es
la confirmación de que este régimen está podrido, está desahuciado, nos
produce una gangrena que desembocará en septicemia más temprano que
tarde. Han pasado ya suficientes tragedias, protestas, miserias,
sufrimiento, para que pretendamos seguir cerrando los ojos y fingir que
con un mejoralito las cosas continuarán funcionando. Lo grave del caso
es que después del cercano final de esta perversa forma de ejercer el
poder puede suceder cualquier cosa: las hienas querrán continuar
alimentándose de carroña, y soñar con un mundo mejor no es suficiente:
hay además que construirlo. ¡Esa es la tarea del ahora!
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