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Reforma Fiscal recesiva
Ricardo Monreal Avila
La cascada de impuestos que recientemente aprobaron PRI, PVEM, Panal y
un sector del PRD, es la puntilla a una economía debilitada y
vulnerable. Las nuevas medidas fiscales (especialmente la homologación
del IVA en las fronteras, los gasolinazos mensuales de 11 centavos por
litro y los impuestos a la importación de las maquiladoras), lejos de
estimular el crecimiento de la economía harán que caiga en una recesión,
ya que lejos de estimular el mercado interno (el consumo y la
producción de la planta nacional), lo contraerán aún más. Y si a ello
agregamos que el otro motor de nuestra economía (las exportaciones a los
Estados Unidos) se encuentra semiapagado, tenemos entonces un cuadro
recesivo profundo.
El peor momento para subir o crear nuevos impuestos es cuando una
economía se encuentra en desaceleración o en recesión. No hay que tener
doctorado en Economía para entender esto. Por el contrario, la mejor
receta para salir de una crisis es bajar impuestos, abrir el crédito,
acelerar el gasto público en infraestructura y estimular la inversión
privada. Aquí estamos haciendo exactamente lo contrario o aplicando
medidas de política económica que se neutralizan entre sí.
Por ejemplo, mientras el Banco de México reduce el costo del dinero al
bajar las tasas de interés, el gobierno incrementa los impuestos,
encareciendo con ello el consumo e inhibiendo la demanda interna. De
esta forma, la política fiscal choca con la política crediticia. Pero no
es el único factor, aquí apuntamos otros que han sido desglosados por
el economista Adolfo Hellmund:
Créditos al consumo. El crédito al consumo en sus diferentes modalidades
había estado creciendo rápidamente en los últimos años. Tarjetas de
crédito, créditos personales, créditos de nómina, créditos en tiendas
comerciales, etc.; la mayoría a tasas de interés muy altas. Cuando el
crédito al consumo crece al mismo tiempo que crece el ingreso, es un
catalizador del crecimiento. Cuando crece simultáneamente a un ingreso
estancado, como es el caso mexicano, es una bomba de tiempo. La cartera
vencida en tarjetas de crédito ha crecido un 45% en sólo un año, lo que
nos da un ejemplo de este riesgo. Este tipo de financiamiento ya no
contribuye a aumentar la demanda agregada, sino que le resta. Si la
recesión se prolonga, este crédito le puede traer problemas al sistema
financiero, agravando más dicha recesión.
Créditos a estados y municipios. Los escándalos de corrupción y
crecimiento de deuda en diferentes estados y municipios del país
pusieron en evidencia el ritmo desmedido e insostenible de este tipo de
deudas. El fenómeno se exacerbó en muchos casos por las contribuciones
de gobiernos locales a campañas electorales en el 2012. En un fenómeno
similar al del crédito al consumo, el gasto financiado con estas deudas
contribuyó, en su momento, a aumentar la demanda agregada. Los programas
de austeridad requeridos para reestructurar dichos créditos y la
insolvencia de muchos gobiernos locales ahora tienen el efecto
contrario. Esta situación se verá agravada en los próximos dos años por
la autorización que el Congreso dio al gobierno federal para que se
endeude hasta por 600 mil millones de pesos (más del 1.5% de déficit
público), con lo que entramos al camino seguido por Grecia, Italia,
Irlanda y otras naciones con fuerte endeudamiento público.
La política de vivienda. Lejos de estimular la industria de construcción
que es uno de los motores de la reactivación económica, se encuentra
estancada. Las políticas arriesgadas de ciertas compañías de vivienda,
así como la mala supervisión de las mismas por parte de las autoridades,
crearon un endeudamiento excesivo en el sector y una oferta de vivienda
superior a la demanda efectiva por esa vivienda. Tenemos miles de
viviendas desocupadas por un lado, y millones de demandantes de un techo
propio, por el otro.
Niveles de inseguridad. La inseguridad no ha bajado. Por el contrario,
se incrementa y sigue afectando cada vez a más regiones del país, inhibe
las inversiones, sobre todo de los micro, pequeños y medianos
empresarios, que al ser ubicables en sus negocios, son blancos de
extorsión y secuestro. En las áreas rurales esta situación puede ser
todavía más crítica que en los centros urbanos.
Emigración neta cero. Por último, pero no por esto menos importante, la
falta de crecimiento en Estados Unidos creó un ambiente muy poco
favorable hacia el trabajador mexicano. Aparentemente, el flujo
migratorio neto es cero o tal vez incluso negativo, con más trabajadores
regresando de los que emigran. Esto ha tenido un impacto negativo sobre
las remesas, que en ausencia de emigración neta positiva van a tender a
decrecer por razones inerciales.
Lo importante ahora es el escenario previsible para 2014. En primer
lugar, habría que ver cuál es la tendencia histórica de crecimiento de
México a partir de la implantación del modelo neoliberal. También hay
que recordar que con cada serie de reformas se decía que el crecimiento
se iba a acelerar… pero nunca se ha acelerado, sino todo lo contrario.
Ya hubo apertura comercial, apertura y desregulación financiera, cientos
de privatizaciones, desmantelamiento de subsidios y precios de garantía
al campo, autonomía del Banco de México, fuerte reducción de las tasas
marginales más altas del ISR, reforma laboral, etc., etc., etc. El
conjunto de dichas reformas es mucho más importante, del punto de vista
de su impacto en la economía, que las reformas planteadas hoy. De
acuerdo a sus impulsores, este conjunto de reformas ya nos deberían
estar haciendo crecer a tasas muy superiores a las que teníamos antes de
“acceder a la modernidad”. Y sin embargo… antes crecíamos al 6% y ahora
lo hacemos al 1-2%, con crisis frecuentes.
La reforma fiscal, al subir impuestos, no puede más que reducir este
crecimiento inercial. La reforma energética, del punto de vista del
mismo gobierno, no tendría efectos positivos inmediatos, así que: ¿de
dónde vendrá el crecimiento que promete el gobierno, otra vez de
aproximadamente 4%? De supuestos muy endebles o de condiciones futuras
de realización incierta.
Así como se niega o minimiza la inseguridad (por ejemplo, lo acontecido
en Michoacán es calificado por el gobierno como mero vandalismo,
mientras que para los especialistas es un manifestación grave de
“narcoguerrilla”), así se niega que estemos entrando a la recesión.
¿Cómo creer en un pronóstico de crecimiento para 2014? Los empresarios e
inversionistas que creyeron y fueron decepcionados en 2013, ¿creerán en
las cuentas alegres para el 2014? ¿Invertirán de acuerdo a esos
pronósticos o a la realidad que experimentaron en 2013? Esta reforma
fiscal no deja dudas del resultado esperado: vamos a la recesión, no al
despegue económico.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
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