¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Creen que la tormenta no los alcanzará
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
La realidad nacional sobrepasa con mucho el concepto de crisis, porque
lo que estamos viviendo los mexicanos es mucho más que un desequilibrio
en alguno de los rubros fundamentales de la vida nacional. Se tienen
problemas graves en la economía, que en este año incluso se han quedado
cortos ante los que se viven en aspectos sociales, que han repercutido
necesariamente en la política del país. Hay una polarización muy
peligrosa que amenaza con estallar en el momento menos esperado, lo que
puede ocurrir debido a la mezquindad y ceguera total de la oligarquía,
como se advierte ante su firme rechazo a pagar un porcentaje mínimo de
impuestos, y exigir bajo amenazas, al gobierno federal y al Legislativo,
que se dobleguen a sus reclamos.
Como dice un dicho popular: “ven la tempestad y no se hincan”. Tal vez
crean que la tormenta no los puede alcanzar, que su poder los pone a
salvo de los problemas que se habrán de agudizar por no tener un poco de
comprensión y una pizca de solidaridad con el país. Hasta los
organismos internacionales están preocupados por la terrible disparidad
social existente en México, como en ningún otro país en América Latina,
mientras que la elite oligárquica ni por enterada se da de que estamos
al borde de una violencia prerrevolucionaria de alcances insospechados,
como lo deja ver la situación que se está viviendo en Michoacán, donde
las autoridades están coludidas con la delincuencia e impiden que la
población se defienda de los abusos de los grupos criminales y hasta de
tropas del Ejército.
Se está viviendo una reedición, corregida y aumentada, de la situación
que caracterizó al Porfiriato, de abusos y corrupción al por mayor,
junto a una impunidad total que acelera y magnifica la descomposición
del tejido social. Aun así, el grupo en el poder sigue actuando como si
México viviera momentos de estabilidad en todos los órdenes, sin
preocuparse de las consecuencias de su irresponsabilidad, ineficiencia y
corrupción. Sigue firmemente empeñado en privatizar Pemex, en vez de
buscar los mecanismos institucionales para fortalecer a la paraestatal y
abrir una puerta para salir de la crisis económica. Al contrario,
siguiendo las instrucciones de las trasnacionales petroleras y de la
oligarquía, no tiene otra prioridad que quebrarla para “justificar” su
privatización.
Poco le falta para lograrlo, a pesar de que Pemex es una de las empresas
petroleras más rentables del mundo. Acaba de contratar deuda por 26 mil
313 millones de pesos para completar el financiamiento de sus planes de
expansión productiva. Obviamente, se trata de una medida absurda toda
vez que no tendría necesidad de recurrir a créditos externos, si no
entregara al fisco más del 100 por ciento de sus utilidades, caso único a
nivel mundial.
Sabemos que gracias a esta descapitalización estúpida y criminal, el
gobierno federal puede financiar su gasto corriente, uno de los más
onerosos a nivel mundial, y sobre todo puede darse el lujo de no cobrar
impuestos a la oligarquía, la cual todavía se molesta y hasta profiere
amenazas que en otras naciones se castigarían como se merecen, porque en
la miscelánea fiscal se hacen tímidos esfuerzos por lograr que algo
paguen. Así lo ejemplifica Juan Pablo Castañón, presidente de la
Coparmex, quien en días pasados amenazó con dar a conocer los nombres de
los legisladores que voten en favor de los cobros estipulados, a fin de
castigarlos. Dijo: “Si el legislador quiere seguir en su carrera
política tendrá que dar explicaciones a la sociedad del porqué de su
voto, debido a que esto tendrá sus consecuencias en las futuras
elecciones”.
Obviamente lo que menos le interesa es la sociedad. La cúpula
empresarial quiere seguir disfrutando de los privilegios fiscales que ha
conseguido a lo largo de los años, hasta volverse costumbre, mismos que
durante los dos sexenios del PAN en Los Pinos se magnificaron a
extremos inauditos. Esto, conviene puntualizarlo, ha sido posible
gracias a Pemex, empresa que se ha saqueado a niveles jamás vistos en
ninguna petrolera del mundo. Por eso dice Castañón: “La reforma
hacendaria es anti empresarial e hipoteca a las futuras generaciones. Su
afán recaudatorio pone en riesgo el crecimiento de México”. Lo que
realmente pone en grave peligro el futuro del país es la voracidad de la
oligarquía.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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