Para qué inhibir el voto
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Es
cada vez más claro que la estrategia de Felipe Calderón para combatir a
la delincuencia organizada tiene como finalidad primordial crear un
ambiente propicio para inhibir el voto en los comicios de julio. De esta
manera daría lugar a que se cancelara el proceso y se tomaran medidas
de emergencia, o bien que de llevarse a cabo con miles de votantes
menos, se podría manipular cibernéticamente la suma de los mismos de
conformidad con el padrón. Así demuestra que su principal cometido en el
último tramo de su sexenio es asegurar el triunfo del PAN, sin importar
los costos no sólo al sistema político, sino al país en general, en
cuanto que se cancelaría por un largo tiempo la vía democrática, por la
cual apenas comenzamos a transitar.
Según Calderón, la criminalidad “es la principal amenaza para la
democracia”, cuando es un hecho inobjetable que se trata de una
consecuencia de problemas muy graves de orden social, mismos que se han
estado incubando desde hace varias décadas, pero que afloraron con gran
fuerza a raíz de la imposición del neoliberalismo a la sociedad
nacional. Estudiosos del tema han demostrado que esta “guerra” sólo es
una mampara que impide ver los objetivos reales que persigue el grupo en
el poder, que no son otros que mantener condiciones que favorezcan el
uso de la fuerza del Estado contra todo lo que amenaza su hegemonía.
La principal amenaza para la democracia es precisamente la terquedad del
grupo dominante en mantener un poder que obstaculiza la democratización
real de la vida política nacional. Por eso es muy positiva la lucha de
organizaciones progresistas, como la encabezada por Andrés Manuel López
Obrador, pues no buscan otra cosa que anular los embates de la
oligarquía, que sólo producen más pobreza con toda su enorme secuela de
problemas sociales y económicos. La izquierda mexicana, en esta hora
crucial, no busca otra cosa que retomar el rumbo democrático de un
sistema que fue creado para dar esa opción a la sociedad en su conjunto.
Sería inviable pretender avanzar más allá de tal meta. Es absurdo el
argumento falaz de que un triunfo del movimiento progresista llevaría al
país al socialismo. ¡No hay condiciones mínimas para dar ese paso!
Lo único que se busca es fortalecer la democracia, con el fin de crear
las bases de una sociedad con futuro, como llegó a tenerlo cuando la
época del desarrollo estabilizador, cuando había pleno empleo con
salarios remunerativos, lo que favoreció el surgimiento de clases medias
con un buen nivel de vida, el mejor en América Latina. Hoy en cambio,
con los conservadores decimonónicos en el poder, lo único que se ha
logrado es una terrible descomposición del tejido social, que desembocó
en una violencia cada vez más salvaje y bestial.
No es la criminalidad la principal amenaza para la democracia, sino todo
aquello que la origina. Quienes tienen más de cuarenta años pueden
recordar que México era una nación pacífica, con altos niveles de
seguridad, que contaba con una movilidad social envidiable en el resto
del subcontinente. Esto fue posible en buena medida gracias al
desarrollo estabilizador y al sistema de economía mixta, el antecedente
de la tercera vía de la que ahora se habla en los círculos académicos
europeos. Con todo y corrupción, que no era tan brutal como en la
actualidad, el Estado era un patrón eficaz que se esmeraba en tratar de
cumplir lo mejor posible los ordenamientos en materia laboral y de
seguridad social.
Toda la sociedad ganaba, a pesar de las muchas ineficiencias de los
administradores del gobierno federal, que no se comparan con las de los
tecnócratas actuales, quienes además no tienen límites en lo referente a
la corrupción. En cambio ahora las ganancias son sólo para unos cuantos
miembros de la elite, situación inmoral que no puede ser duradera como
pretende Calderón. El resultado no puede ser otro que el que estamos
viendo de violencia cada vez más generalizada, a un grado tal que podría
usarse como argumento para establecer un Estado policíaco de facto,
como lo deja ver Calderón con sus palabras por demás huecas.
El propio presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Leonardo
Valdés, hizo suyo el mensaje al decir que hay zonas del país en
condiciones tales de inseguridad, que “podrían inhibir” el desarrollo de
la jornada comicial. Aunque puntualizó que “la seguridad es
responsabilidad de ustedes como gobernantes”. En efecto, así es de
acuerdo con los ordenamientos constitucionales, pero a ella parece haber
renunciado el régimen tecnocrático que encabeza Calderón, al afirmar
que “los malos” son los causantes de la terrible situación que se vive
en el país. Las organizaciones delictivas no surgen por obra del
Espíritu Santo, sino que son producto de condiciones sociales
específicas, como las que se viven en este momento en México.
Cambiarlas, en beneficio de la sociedad en su conjunto, es condición
ineludible para reducir y hasta desaparecer las estructuras que
favorecen los altos índices de criminalidad.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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