Álvaro Cepeda Neri |
James Carville fue asesor de William
Jefferson Clinton; hoy, de Hillary Clinton a quien, si Barack Obama se
reelige, se le escapó para siempre la posibilidad de candidatearse a la
Presidencia estadunidense. La frase “¡es la economía, estúpido!” (que en
inglés es “It’s the economy, stupid!”) es de ese estratega y politólogo, y aunque muy sobada ya, no deja de ser ilustrativa para casos como el mexicano, donde los que nos desgobiernan (y ahora son los calderonistas, con desgobernadores
de los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la
Revolución Democrática), siguen sin resolver el gravísimo problema de la
escasez de agua.
Más de la mitad del territorio, del centro al Norte, sufre la peor
sequía. No menos de 40 millones de mexicanos sobreviven en los bordes
del hambre, la sed, el desastre agrícola-ganadero y avícola, donde han
muerto más de 1 millón de vacas, caballos, borregos, etcétera, por falta
de agua, que el ineficiente y muy protagonista director de la Comisión
Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo, ni supo prevenir ni sabe
atender de fondo la cuestión.
Está enviando… ¡pipas!, en lugar de adquirir desaladoras y
construir acueductos para purificar agua de ambos océanos. Puras
estupideces, como el caso del desgobernador de Sonora, Guillermo
Padrés Elías (en mala hora para los sonorenses, incluidos los panistas
con sus excepciones), que insiste en robarse el agua del Valle del
Yaqui, para surtir las necesidades comerciales de la capital, en lugar
de poner en marcha los proyectos que le han presentado para instalar una
en el municipio y puerto de Guaymas, y otra en Bahía de Kino.
La sequía convirtió en desierto a más de 3 mil 500 comunidades en 14 estados, informa la reportera Patricia Muñoz (La Jornada:
13 de marzo de 2012), conforme datos oficiales proporcionados por el
titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra.
Es para que el calderonismo invierta en estudios sobre poner en marcha
una serie de desaladoras, para surtir de agua potable a las entidades;
pues el cambio climático, la creciente demanda y la escasez del líquido,
tiene a 40 millones de mexicanos sin más opción que emigrar, pero sin
lugar a dónde trasladarse, porque lo han perdido todo. Y los
gobernantes, entretenidos en la corrupción. Y el calderonismo, en su frente de guerra. Por su incompetencia, no tienen soluciones. Ni siquiera la que tienen en sus narices: las desaladoras.
Son imbéciles los funcionarios que han permitido los estragos y
devastación que privan por falta de agua. Las desaladoras han probado su
eficacia y eficiencia en varios países, encabezados por Israel (quienes
con los canadienses tienen la tecnología) y sólo es cuestión de que los
desgobernadores, para rescatar su estatus de gobernadores, y
Felipe Calderón de inmediato se avoquen al problema cuya solución es
ésa. Si no quieren seguir los funcionarios en Babia, entonces ha
llegado el momento de quitarle las sales e impurezas al agua del mar y
hacerla útil para el consumo humano, la agricultura y la ganadería.
Desde hace 24 años las sequías han ido en aumento y desde entonces
las desaladoras eran la respuesta; pero la estupidez e imbecilidad
política han impedido la solución.
*Periodista
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