La historia siempre alcanza a los traidores
María Teresa Jardí
Mientras
que Garzón pasará a la historia como un héroe sin la menor de las
dudas, circula por la red de la Internet un correo con diapositivas
donde se ve a Francisco Franco decir ante cadáveres de niños asesinados:
“...eviten tomar fotos y dejar testimonios, porque algún día a alguien
se le ocurrirá juzgarnos”, palabras más, palabras menos.
Una serie de fotos de niños masacrados cuando el levantamiento de Franco
por sus tropas asesinas. Una especie de holocausto español, al que
incluso se llama así como título del envío, cometido por quien se conoce
como uno de los dictadores de más triste memoria de la humanidad
entera. Pero también a Franco a pesar cómplicad de la falange por cuanto
a encubrir los horrores por él cometidos de mil y un maneras lo ha
alcanzado la historia, como siempre acaba por hacer con los traidores la
memoria, fiel aliada de lo mejor de la humanidad.
Lo mismo puede señalarse, sin miedo a equivocarse, que está sucediendo
desde ya con Joseph Ratzinger. Señalan las notas de los diarios que los
organizadores esperaban el arribo de un millón de fieles a recibirlo.
Un millón, es de suponer, sin contar a los miles de policías y de
milicos necesarios para cuidar a ese impresentable. Pero... continúan
las notas diciendo que habrán asistido, con cifras conservadoras, unas
seiscientas mil personas. Y las notas también informan, que antes de que
ese impresentable fuera elegido como Papa por sus pares cardenales, en
México se reivindicaban, en los datos del INEGI, como católicos, cuatro
millones más de personas de las que dicen serlo luego de la elección de
Ratzinger como Papa. Es decir, que llegó Ratzinger y de un plumazo se
restaron, como fieles al catolicismo, cuatro millones de mexicanos.
Habría que conocer la resta en el resto de países. Porque si cuatro
millones aquí ya no se reivindican como miembros de esa iglesia, a pesar
de ser hoy México un país a la deriva, donde los habitantes necesitamos
creer en que los milagros existen, incluso a manera de sobrevivir el
horror impuesto por otro traidor: Felipe Calderón, quien se ha traído al
Papa, que se ha prestado a venir, nada le resta responsabilidad a
Ratzinger, que se ha prestado a venir porque es igual de impresentable
que el genocida que lo trajo con las manos manchadas por la sangre de
más de sesenta mil pobres limpiados de la faz de la tierra. Una
impresentable cabeza de la iglesia católica, que ya nunca más podrá
decir, sin mentir, que los papas, en cuanto representantes de Dios en la
Tierra, son infalibles. Al que ha traído Calderón como jefe de campaña
del PAN con la vana esperanza de que le haga el milagro de que él pueda
seguir al frente del usurpado Poder Ejecutivo federal, a base de
reventar el país, como salta a la vista que se empeña en hacer, o de que
pueda, al menos imponer en su mismo lugar, otra vez “haiga sido como
haiga sido”, a la mujer que ofrece seguir asesinando a los pobres como
candidata panista.
Ratzinger no vino a escuchar a las víctimas de Maciel. Ratzinger vino a
hacer campaña a favor del impresentable partido que a Calderón ha tenido
como cabeza a lo largo de los seis peores años de vida de los
mexicanos. Campaña a favor del impresentable que se sabe condenado por
el pueblo mexicano. Y, a darse un baño de pueblo, sin duda, habrá venido
también, constatando cómo sigue cayendo en picada, de fieles, la
iglesia que nunca debió elegir a Ratzinger como su Papa.
Ratzinguer es otro encubridor del tolerado abusador de infantes Marcial
Maciel. El Vaticano se convirtió en cómplice de Maciel porque el
pederasta le mandaba carretadas de dinero al Vaticano. Y harían bien en
callarse sus defensores incluido el vocero del Vaticano. Los mexicanos
sabemos, con los muchos años en los que a Prigione se mantuvo de nuncio,
de lo que es capaz de solapar el Vaticano. Vana defensa de lo que salta
a la vista y en México se conoce bien sobre “Los millonarios de
Cristo”.
Tendrían que callarse incluso porque es claro que luego de su
irresponsable venida, a un país que vive la violencia desatada por una
guerra falsa con la que se hace una limpia de pobres, exponiéndolo a una
aún mayor catástrofe, regresará a Roma cargando sobre sus espaldas
muchos más millones de fieles, aunque sea de dientes para afuera,
restados como militantes de la iglesia que Ratzinger encabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario