Ojalá y pronto se jubile ese grosero locutor

 Héctor Martínez Serrano

¡¡Exijamos lo Imposible!! 

Contralínea 

Martínez Serrano y su coro se burlan de sus radioescuchas

Álvaro Cepeda Neri 

El señor Héctor Martínez Serrano es productor y conductor de varios programas en Radio Centro (con más de 44 años de experiencia en radio), donde está al mando en noticieros un muy reaccionario, al parecer, español naturalizado mexicano y quien da “línea” e impone criterios a la mayoría de sus locutores. Martínez había anunciado que se jubilaba. Pero se aferra al micrófono, invita a sus radioescuchas a intervenir al plantear problemas, solicitar cosas o exponer sus puntos de vista. Reciben llamadas que no pasan al aire y las telefonistas entregan los recados para que Martínez les dé lectura. Se burla de éstos y sus incondicionales le hacen coro para apoyarlo, aunque no tenga razón en sus ácidos comentarios. Si lo pillan en una equivocación o error, dueño del micrófono (pues no hay derecho de réplica), lo “reconoce” con sarcasmos  y va de vuelta con más burlas que su patiño Dora Díaz le festeja.

Es necesario un defensor del radioescucha que ponga en su lugar al locutor de marras, que por ser consentido de los dueños de Grupo Radio Centro y del que manipula toda la programación de ese casi monopolio radiofónico, vocifera como si fuera dueño de la verdad absoluta. Sus oyentes no saben cómo hacer valer sus opiniones y quejas contra él. Se comunican a otros programas de Radio Centro, pero sus conductores tiran a la basura esas quejas, al saber que (como las que son contra Martín Espinosa) no son del agrado de los mandos superiores de ese grupo.

Y todo porque no hay un defensor del radioescucha (como tienen Radio Educación y el Canal 22) para canalizar las críticas a las que tienen derecho y que deben de ser atendidas. Martínez hace chacota hasta de sus compañeras. Como cuando entra al relevo del programa conducido por dos mujeres, y hace mofa del “olor que dejan mezclado con sus perfumes” en cabina. Ya no necesita la licencia que tiene, pero si no se la cancelan, cuando menos debería de ser amonestado por el maltrato a quienes lo escuchan y han de cambiar de estación y festeja el hecho cuando se lo dicen. Tras la impunidad del micrófono su comportamiento es majadero y lo secundan, sobre todo Díaz a quien le gustaría heredar el programa una vez que Martínez, de veras, cumpla su amenaza de irse.

El 21 de febrero pasado, por la mañana, lo tupieron a críticas entre otras causas, porque calló insolentemente a su colaborador Tomás Mojarro que majaderamente contestó. A pesar de que de buena manera le hicieron notar sus abusos de irse encima, verbalmente, de quienes lo sintonizaban, como dice la canción: “Más adrede he de hacerlo” y arremetía con su estilito de enfrentar. Él y su ayudante Díaz se lucían para poner en ridículo a todos los que le dejaban recado y se veían obligados a cambiar de estación. Sus desaires a los oyentes lo mostraron cómo es por lo general: altanero y grosero. No debería de convocar a que le manifiesten opiniones, ya que los ironiza y a coro se pitorrea o da “consejos” que son para mofarse. Ese es el locutor de Radio Centro, donde más de uno abusa del micrófono.

*Periodista