Ricardo Rocha
Es una pregunta válida y que se plantea cada vez más frecuentemente de boca a boca y a través de las redes sociales. Por el ya célebre Banamexazo en el que el presidente Calderón aseguró que doña Jose ya asediaba con sólo 4 puntos a Peña y que López Obrador se estancó en un tercer lugar.
Ya han corrido ríos de tinta. Unos para justificar a Calderón en aras de la libertad de expresión, de una inclinación natural por su partido y por lo que califican de comentario inofensivo.
Mientras que otros han dicho que fue una intervención desde aberrante hasta grosera pasando por desafortunada, a todas luces ilegal y en el mejor de los casos inoportuna.
A ver. Ahí no hubo casualidades, sino puras causalidades. Evidentemente se trata de dos tiros de precisión que dieron en sus blancos: que si era una encuesta patito, que si lo van a acusar formalmente ante el IFE.
Lo único cierto es que el escenario electoral mexicano está contenido en una de esas casas de espejos que nos asombraban en la infancia. Todo es posible y nada es cierto. Quien en este instante es gigante empequeñece al paso siguiente y al revés. Así los hacen ver las encuestas a ellos y a ella. Y en este escenario de percepciones el espejo introducido por Felipe Calderón ha tenido ya su efecto: dar la impresión de que Josefina Vázquez Mota ha crecido y está cerca de rebasar al candidato priísta en tanto que el hombre de la izquierda se ha quedado donde está.
Cuánto tiempo dure el efecto buscado ya es otra cosa. Pero es probable que se prolongue hasta el comienzo de las campañas el 30 de marzo. Ése ha sido el propósito desde el principio: buscar un arranque más parejo y provocar un bipartidismo artificial que concentre la carrera entre PRI y PAN y le arranque votos útiles a un rezagado candidato de izquierda.
Por eso, pocos han tomado en serio el presunto arrepentimiento cuando apenas un día después de su “revelación” y en pleno Día de la Bandera, dijo: “Ha sido siempre mi convicción el apego a la legalidad y al orden jurídico… con la equidad necesaria en las contiendas electorales”, o sea, lo de ayer no existió. “Ahora bien, aun dentro del marco legal me queda claro que las condiciones de competencia electoral despiertan una entendible sensibilidad política en los participantes”, o sea, no exageren, lo que pasa es que andan chípiles. “Es por ello que, en consecuencia, el Gobierno federal a mi cargo se esmerará en evitar expresiones o acciones que puedan generar recelo o desconfianza entre los ciudadanos y los actores políticos”, o sea, fue sin querer queriendo, mamá, soy Paquito y voy a procurar no volver a hacerlo.
En pocas palabras, está claro que el Presidente se “esmerará” en conducirse como un jefe de Estado, pero ser panista está en su naturaleza. Por eso es absolutamente previsible que, desde Los Pinos, no sólo sigan fluyendo las ayudas del gigantesco aparato federal sino los lineamientos, rutas críticas y todas aquellas decisiones para manipular al partido y a su candidata y que ambos se atengan al guión escrito por Calderón. Por ello la coincidencia de la mayoría de las respuestas a la pregunta elemental: ¿tú le crees al Presidente?
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