Jorge Canto Alcocer
A pesar de los avances tecnológicos y las innovaciones estratégicas, la propaganda política sigue recurriendo en nuestros días a la clásica estratagema característica de los nazis: una mentira repetida mil veces se “convierte” en verdad. Con este maquiavélico apotegma en la mente, los grupos oligárquicos se han dado a la tarea, en las últimas semanas, de intentar reducir la actual contienda electoral a una disputa de dos, desapareciendo de la “realidad” mediática la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, la única opción que verdaderamente confronta el statu quo, y propone una auténtica transformación nacional.
Poco importa si quien sostiene la mentira es el espurio Calderón, los partidos oligárquicos o las encuestadoras “independientes”. La pretensión permanente es “sacar” de la competencia al único competidor real, y establecer la ficción de que la decisión del elector debe considerar únicamente a Peña Nieto y Vázquez Mota. El objetivo primordial de esta mañosa presentación es proteger los intereses oligárquicos de las eventuales consecuencias de un triunfo del movimiento popular.
Seguramente observaremos la continuidad de estos datos durante las próximas semanas, especialmente durante el período conocido como de “veda” electoral, durante el cual la campaña política prácticamente quedará interrumpida y no habrá oportunidad de debates y confrontaciones. La estrategia oligárquica es crear la percepción de una lucha pareja entre los candidatos que representan los intereses de los poderosos, un escenario de empate técnico 40-40, con Andrés Manuel desfondado hasta un máximo de 15 puntos, recreando la idea del “voto útil”, con el objetivo de fortalecer el apoyo de los antipriístas hacia Vázquez Mota, y de los progresistas hacia Peña Nieto.
La estrategia tiene un punto absolutamente vulnerable: la campaña de Andrés Manuel no se basa en una popularidad coyuntural o un apoyo mediático, y no está sujeta, por ende, a los vaivenes de la propaganda y los efectos del maquillaje y la simulación. La campaña de Andrés Manuel está amparada en una trayectoria honesta, congruente, comprometida, de más de tres décadas de duración, en la consciencia popular de su triunfo en 2006, y en la construcción de un amplísimo movimiento social, con presencia en todos los confines del país, en todos los escenarios de la diversidad cultural y social de nuestro México.
Como bien señaló nuestro candidato al salir al paso de los falsos datos dados a conocer por el usurpador en días pasados, la enorme mayoría de las encuestas publicadas hasta ahora han evitado, de un modo indudablemente interesado, los espacios en los que la presencia del movimiento popular es dominante, como el caso del Distrito Federal, en donde López Obrador mantiene altísimos índices de popularidad desde que fue Jefe de Gobierno. Tampoco por supuesto se han considerado para estas encuestas los ámbitos de mayor marginación, en donde la miseria cobra dimensiones apocalípticas, lugares en los que la presencia de MORENA es simplemente apabullante, como hemos podido constatar PERSONALMENTE durante recorridos relacionados con nuestros compromisos laborales.
Otras muchas evidencias indican claramente que la candidatura de Andrés Manuel ha logrado un impacto inmensamente superior al que las famosas encuestas le adjudican. Las constantes y crecientes adhesiones de grupos empresariales, la suscripción de compromisos con grupos de trabajadores organizados, diversas manifestaciones de militantes y simpatizantes panistas y priístas en su favor –sin por eso renunciar a sus militancias y simpatías- son elementos que las encuestas que se han publicado no pueden o no quieren medir.
Las incapacidades intelectuales y las nulidades discursivas de los dos candidatos de la oligarquía les hacen ver con temor la cercanía del final de la campaña política, en el que se verán obligados a debatir de manera pública, sin preparativos ni apuntadores, con la clara honestidad de Andrés Manuel. De allí la desesperación por “bajarlo” de la contienda antes de esa esperada coyuntura, en la que seguramente serán no sólo derrotados, sino aplastados. Y así como las encuestas van tendencialmente presentando un escenario de dos candidatos, los “analistas” se ufanan por indicar en “sesudos” comentarios, que para abril –es decir, antes de los debates, antes de que empiece la etapa definitiva de la campaña- ya se habrá definido una contienda de dos, de la que invariablemente eliminan a López Obrador. Éstas y otras mentiras estaremos escuchando durante las semanas por venir, repetidas hasta el cansancio por los medios vendidos a la oligarquía. No desmayemos por ello, al contrario. Parafraseando al Quijote, digamos “ladran Sancho, luego ganaremos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario