María Teresa Jardí
Cuánto no daría hoy Vicente Fox por no haber metido las manos en la contienda electoral de 2006. Cuánto no daría por haber respetado el triunfo del ganador en la elección presidencial. Probablemente daría hoy Fox todo lo que tiene. Si hubiera dejado llegar a AMLO respetando el resultado electoral desarrollado sin “inconsistencias”, hoy Fox, no enfrentaría un problema con el sucesor que puede llevarlo a pisar la cárcel.
En la traición que contra “El Chapo” salta a la vista que prepara Obama, a la que se suma Calderón, tendría que ver reflejada la traición que contra Fox también prepara el que como usurpador, convertido en genocida, a los mexicanos nos dejó el expresidente “del salto a la democracia” que en fracaso de la democracia y de la política se convirtió, no alcanzando ni a entender siquiera que había ganado la elección, instaurando además en un país donde la cuestión política, a la baja ya iba la campaña permanente para hacerse del puesto en la próxima contienda, olvidando, en aras del futuro, las obligaciones marcadas para el presente, que a final de cuentas, si se realizan bien, son lo que torna en alcanzable ese futuro que más temprano que tarde se torna en incierto, como le está pasando hoy a Fox, quien, además, no va a encontrar, en el pueblo mexicano, un solo defensor.
Con López Obrador habría negociado, Fox, el blindaje para sí y el blindaje para su mujer y los hijos de su mujer, tan corruptos todos. A AMLO no le hubiera quedado más opción que la de reconocer el traspaso democrático llevado adelante por quien en buena lid había ganado de manera más o menos democrática también la anterior contienda, en un país que soñaba que, por fin, luego de una larga dictadura de partido podía construir una democracia formal. Pero metió las manos y se jodió, como va a joderse Calderón, al repetir el mismo error.
Si no fuera un drama tan siniestro, de incalculables consecuencias para el país el ejercicio actual de la política. Si no afectara en la vida cotidiana de todos los mexicanos el mal manejo de la política a la mexicana sería muy divertido esperar la venganza de “El Chapo”. Que puede que ya esté muerto. Es claro que ha sido dictada contra él una sentencia de muerte. Pero que incluso después de asesinado va a cobrar venganza en contra de Calderón y en contra de Obama. Como sería hasta cómico esperar la venganza de Calderón contra Fox ante la mala defensa que es el aliarse al del PRI que con el voto ciudadano tampoco gana. No importa lo que digan las encuestas a modo, efectivamente, como señala AMLO, siempre de los que las pagan. No hay mejor encuesta que la que se hace preguntando uno mismo, al otro, lo que piensa. Hace años el dueño de una editorial me dijo que no había mejor propaganda para vender un libro, que la que se lograba con la recomendación de la boca del que lo había leído. Con las encuestas pasa lo mismo. Las casas encuestadoras son un producto del sistema, pagado por el sistema. La pregunta directa, al panadero, a la marchante del mercado, al taxista, al basurero, a los vecinos, a los amigos, al que amablemente se cruza saludando en la calle, es la encuesta cierta. Y esa señala sin la menor de las dudas que el único candidato a ganar la contienda presidencial es otra vez AMLO.
Si Calderón tuviera un ápice de inteligencia haría bien en verse retratado en Fox de cara a no enfrentar en el futuro también al aparato entero del Estado en su contra. Por el genocidio va a pagar, Calderón, sin la menor de las dudas. Pero más difíciles van a ser para él las cosas si sigue por el derrotero de ser jefe de campaña de la mujer que, como es obvio, lo desprecia, incluso porque para él, ella no era la buena. Haría bien en pensar que la mezquindad, entre mezquinos, encarece el cobro de las facturas y sacar las manos dejando llegar al que el pueblo ha decidido por segunda y última vez de manera pacífica que quiere como Presidente de la República. Si Calderón cree que generando un conflicto va a poder seguir o dejar al que le cuide las espaldas, se equivoca. Si desata una guerra civil en México hasta Obama lo deja solo.
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