¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
La justicia, que no es justicia
María Teresa Jardí
Nadie puede ser obligado a elegir entre dos cosas incorrectas. Pero el
hambre es el hambre y a veces no se tiene más opciones de trabajo y la
gente que en otras situaciones no lo haría, como ve que aquí no pasa
nada, acepta hacer lo incorrecto, en general por una miseria como
recompensa.
No sé si ese es el caso de Esperanza Mayo Martínez, ex jefa de la Caja
General de la Secretaría de Finanzas, durante la administración, de
Andrés Granier Melo, como gobernador de Tabasco.
Pero me queda claro que es el caso de muchos, de los que en general
pagan, cuando se obliga a pagar a alguien, por corruptelas que se han
convertido en parte del manejo del sistema neoliberal que a la mexicana
aquí se aplica. Y no sólo en casos estrictamente de corrupción, aunque
en todos exista, de alguna manera, ese componente.
Es el caso, por ejemplo, del chofer que se quedó sin frenos y atropelló a
los maestros. No se quedan y menos aún camiones de ese tamaño, con el
peligro que para todos significan, sin frenos más que por dos cosas o
porque fueron así arreglados o porque no se hizo el mantenimiento
adecuado y en ambos casos el responsable es el dueño del camión y no el
chofer que es solamente un asalariado.
Ayer en nuestro diario Joaquín Ortega Arenas señalaba “la obscenidad sin
maquillaje” conque se exhibe a Romero Dechamps por parte de lo que
ostentan sus hijos.
Al hijo le ha regalado “... un Enzo Ferrari, llamado también “el Ferrari
del desierto” ya que la mayoría de los propietarios son jeques
petroleros... que tiene un costo de casi 2 millones... ¡de euros! ¡Más
de 34 millones de pesos mexicanos! Los asientos son de fina piel,
cosidos con ¡hilo de oro! Y en el tablero… ¡diamantes! Esta monada fue
el modesto regalo del líder petrolero Carlos Romero Deschamps a su
hijito José Carlos, quien orondamente lo pasea por las calles de Miami,
donde Pepitocarlos tiene dos “humildes” viviendas, regalos también de
“papi”, con un costo de 7 millones 500 mil dólares...”
Mientras que la hermana del hijo, es decir la hija del que se ha dado en
llamar por el diario El Economista “el padre del año” “... un hombre
que tiene un sueldo en PEMEX de 40 mil pesos mensuales...”. La hija del
líder petrolero, a modo de la entrega que Peña va camino de concretar:
“... en las redes sociales exhibe sus costosos viajes, en vuelos
privados o de primera clase, su hospedaje en los hoteles más caros de
Europa, con comidas de 10 mil pesos, acompañadas de vino Vega Sicilia...
presume su bolso Louis Vuitton Lockit PM Suhali, accesorio que fue de
edición limitada en el 2007 y tuvo un precio de lanzamiento de más de 51
mil pesos...”.
La Gordillo, Romero, Granier, Fidel Herrera, Mario Marín, Fox-Sahagún,
Peña... y el resto de etcéteras son producto de la aplicación del
sistema a la mexicana.
Peña Nieto, a pesar de su llegada como claro producto televisivo, dado
que regresaba el PRI luego del castigo recibido por parte de la
ciudadanía que votó en contra de la continuidad de ese partido, al
costo, para los mexicanos, de la docena trágica que resultó el paso del
PAN por el Ejecutivo Nacional, pudo, podría todavía, hacer lo correcto.
Pero debiera Peña hacerlo, al menos en los casos evidentes, no sólo de
la corrupción que impera, sino que convierte a la clase política en
mafia ante el mundo, que, además, considera a México como el país más
corrupto.
Y hacer lo correcto ni siquiera pasa por llevar a la cárcel a viejos o
meterlos en hospitales como resguardo para que no pisen la cárcel.
La Justicia en todos estos casos pasa por quitarles todo lo mal
obtenido. Vendiendo las casas y los ferraris para gastar ese dinero en
servicios sociales para los mexicanos.
La Justicia está en regresar a impresentables como la Gordillo y el
resto, a su situación de seres humanos comunes y corrientes: sin trabajo
ni asesorías ni chambas en Harvard...
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