¡¡Exijamos lo Imposible!!
El “tesoro” en aguas profundas…sólo una ilusión…y riesgosa
(Segunda Parte)
Jenaro Villamil
Segunda parte del reportaje publicado originalmente en Proceso No. 1906. Consulta la primera parte aquí.
Los Escenarios de Riesgo
En distintas solicitudes de información,
Greenpeace preguntó a la Comisión Nacional de Hidrocarburos sobre los
distintos escenarios de riesgo en los tres pozos analizados.
En el caso de Kunah-1 se encontraron 65
escenarios de riesgos clasificados así: 3 como “riesgos intolerables”,
21 “riesgos indeseables” y 41 “riesgos razonablemente aceptables”; a los
que, a su vez, corresponden 65 recomendaciones.
“Lamentablemente, los planes de
mitigación para atender a dichas recomendaciones, de acuerdo con el
Reporte Anual, se muestran en un anexo que no nos fue entregado”,
advierte Greenpeace.
Sin
embargo, también hallaron que Pemex Exploración y Producción (PEP)
subcontrató a la empresa GL Noble Denton para el análisis y el costo de
los “peores escenarios previstos”. A la organización ambientalista le
entregaron quince páginas de un total de 34, la mayoría testados. El
costo del peor escenario sería de 1 mil 370 millones de dólares, en el
caso de un derrame en el océano.
En los casos de los pozos Trión-1 y
Supremus-1, la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) emitió opiniones
favorables, pero con condicionantes a Pemex, relacionadas con la
capacidad organizativa, material y de logística de la paraestatal.
Por ejemplo, en el caso de Trión-1, la
CNH recomendó que Pemex “debe realizar las acciones necesarias para
optimizar los recursos logísticos, con el fin de reducir los tiempos de
respuesta a las solicitudes de apoyo de la plataforma que realizará los
trabajos de perforación”.
Pemex expresó que “se están realizando
adecuaciones en el puerto de Matamoros para que pueda darse un mayor
soporte a las actividades de perforación de pozos en aguas profundas en
esa zona”.
Según la CNH, Pemex “debe realizar
dichas adecuaciones en el menor tiempo posible, e informar del avance y
terminación de las mismas a este órgano desconcentrado”.
En relación con la preparación de una
eventual contingencia o siniestro, la CNH recomendó que Pemex “debe
desarrollar protocolos específicos en donde se describa paso a paso, los
equipos, materiales y las acciones concretas que ese organismo
descentralizado y la empresa Wild Well Control (WWC) realizarán. Lo
anterior, con el objeto de garantizar una correcta y pronta respuesta en
caso de que suceda una contingencia o siniestro”.
El dictamen de la CNH en el caso del
pozo Supremus-1 es más duro. En materia de normatividad técnica y puntos
críticos, la Comisión estableció que Pemex “no documentó a satisfacción
algunas consideraciones técnicas relacionadas con las presiones
esperadas por la posible presencia de gas e hidratos de metano o de un
probable flujo de hidrocarburos en la parte somera, durante la
perforación del pozo piloto”.
La CNH consideró en su resolución que
“el diseño de la perforación de dicho pozo no considera previsiones de
tipo mecánico, que en determinado momento ayuden a mantener el control
del pozo si se llegaran a presentar presiones superiores a las que se
pretende controlar con el fluido de perforación programado”.
“Dicha preocupación –abunda la Comisión-
es motivada entre otras, por la existencia de numerosas fallas
geológicas presentes en el área y que deben ser consideradas por su
potencial para crear porosidad secundaria, que pudiera, a su vez,
ocasionar una pérdida de circulación mientras se perfora y en
consecuencia, una ruta para la migración de hidrocarburos”.
La CNH recomienda que la Secretaría de
Energía “debe valorar el establecimiento de mecanismos de monitoreo más
estrictos del desarrollo de la perforación del pozo piloto”.
A partir de estas consideraciones,
Greenpeace consideró que “sí hay posibilidades de derrames” en los
trabajos de exploración en aguas profundas realizados por Pemex y sus
subcontratistas.
La sombra del accidente de British Petroleum
El accidente más grave en aguas
profundas ocurrió el 20 de abril de 2010, cuando explotó la plataforma
petrolera Deepwater Horizon, de la empresa British Petroleum (BP), en
las aguas del Golfo de México. En sólo tres meses, se vertieron 4.9
millones de barriles al mar, cifra superior al accidente del pozo
exploratorio Ixtoc, en la Sonda de Campeche, ocurrido en junio de 1979.
En septiembre de 2011, British Petroleum
presentó su informe sobre el origen de la explosión y afirmó que no era
por un error humano sino “por una confluencia de fallos”, cometidos por
esta compañía y las otras dos empresas privadas: Transocean,
propietaria de la plataforma Deepwater Horizon, y por Halliburton,
constructora del pozo.
Hasta la fecha, se desconocen los
impactos reales del crudo derramado, tanto en los ecosistemas como en la
fauna marina del Golfo de México a largo plazo.
“Lo que la empresa sí reconoció fue la
baja calidad de los materiales con los que estaba construido el pozo,
evidenciando que la compañía ponderó las ganancias económicas, sobre la
seguridad de la plataforma.
“La contingencia corroboró que ni el
gobierno estadounidense ni el sector privado poseen la tecnología
necesaria para explorar en las profundidades, y no cuentan con un plan
para hacer frente a posibles emergencias” sentenció Greenpeace en su
reporte “BP: una Amarga Experiencia”.
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