¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Los economistas de antes y los de ahora
Ruby Betancourt Moguel
Bueno, pues seguiré con mi cuento sobre los economistas, al tiempo que
aprovecho para comentar algo que está en el aire ¡qué buena triquiñuela
le jugó el PRI al PAN! Cuando parecía que la famosa Ley Laboral sería
aprobada porque los senadores del PRI habían estado de acuerdo en sus
términos, al llegar a la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones
sale con que: “Dice mi mamá que siempre no” y que la iniciativa
preferente ya no lo es más, porque llevará semanas o meses revisarla y
aprobarla, si no es que, como es muy probable, la manden a la
congeladora. Enrique Peña Nieto tendrá su Ley Federal del Trabajo, no
así Calderón, aunque sea muy su cuate y se haya reunido con él ya 6
veces a platicar y tomar café, se tendrá que aguantar y los sindicatos
corporativos del PRI podrán aceptar o no (claro que no lo van a aceptar)
que se les obligue a ser transparentes y a regirse democráticamente y
dar cuentas a sus afiliados. La CTM, la CNC, la CNOP o como se llame
ahora y todos los demás sindicatos charros y sus dirigentes, pueden
estar tranquilos que sus lugares están asegurados.
Otra cosa sobresaliente: Humberto Moreira rompió el silencio y acusa a
los “narcoempresarios” de ser los causantes del asesinato de su hijo
José Eduardo. Como decimos los yucatecos: “así de cosas”.
Regresando a los economistas, en la tercera parte de esta serie me quedé
en la muerte de Luis Donaldo Colosio, asesinado por el traidor que era
su “gran amigo”, por no seguir su línea. Este hecho removió muchas
conciencias pero no impidió que el Jefe de Campaña de Luis Donaldo,
Ernesto Zedillo Ponce de León, le sucediera en la Campaña y en la
Presidencia. Otro economista, que se asesoraba allí en el merito Norte
de nuestro país, donde ahora se encuentra como académico. Como tal,
puede que la haga, pero como Presidente de la República siguió cavando
la fosa de nuestra economía y del bienestar de muchos miembros de la
clase media-media y de la media-baja y ni qué decir de los de las clases
inferiores. Casi daba vergüenza ser economista, nos sentíamos entre
traidores y traicionados. Duele reconocer que la mitad de los mexicanos
viven en estado de pobreza o de extrema pobreza.
Es terrible recordar lo que pasó después: la victoria del inefable
Vicente Fox Quesada, candidato del PAN y buen empresario cocacolero. Ese
sí ganó en las urnas, no como Salinas de Gortari. No necesitamos
detenernos a enumerar sus pifias y sus gracejadas que daban ganas de
reír y de llorar al mismo tiempo. México, bajo el mandato de Martha
Sahagún fue una desgracia. Entre lo que vendía y lo que se robaba para
ella, su pareja y sus afortunados hijos, parecía que llegábamos al fin.
Muchos economistas ya modernizados con la microeconomía lograron
acomodarse. En lo personal, a mí como economista que había sido
Coordinadora de Asesores 6 años en la Secretaría del Trabajo y 6 en la
de Pesca, donde éramos fabricantes de documentos, no me fue mal, así
como a un grupo de economistas y abogados que encontraron lugar en esas
asesorías. Esto fue durante la Presidencia de Miguel de la Madrid y la
de Carlos Salinas de Gortari.
Fue terrible ver cómo, poco a poco a veces y abruptamente otras, Carlos
Salinas de Gortari rompía a pedazos, lo que era el alma de nuestro
México. Él, que creíamos que daría brillo a los economistas, a lo único
que le dio brillo fue a su fortuna, a la de sus parientes y amigos y a
su cabeza calva. Todavía ahora, después de tantos años, este hombre
sigue rigiendo las políticas de gobiernos emanados del PRI o del PAN. La
mayor parte de la gente no entiende por qué. Lo explica el poderío que
logró con su fortuna como apoyo y con el de la alta burguesía mexicana y
extranjera.
Inútil hablar de Felipe Calderón y de su falta de oficio y de
inteligencia, estamos viviendo el final de su régimen y nos parece que
con el joven priísta Enrique Peña Nieto no nos espera la recuperación
que tanto necesitamos. Estamos a punto de perder lo único que tiene un
altísimo valor económico y político y hasta moral: nuestra riqueza
petrolera, la que Lázaro Cárdenas rescató de manos extranjeras en 1938.
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