domingo, 28 de octubre de 2012

Siempre a triunfado la maldita imposición

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Oposición, imposición, resignación y cargada
Joaquín Ortega Arenas

 
II
El periodo presidencial de Carranza, que acogió con gusto “la cargada”, transcurrió sin pena ni gloria, y cuando se presentó la sucesión presidencial pretendió imponer al ingeniero Ignacio Bonillas con la OPOSICION de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que se levantaron en armas esgrimiendo el “Plan de Agua Prieta”.

En esta ocasión, como ha sucedido en otras oportunidades posteriores, la oposición venció a la imposición. Carranza fue obligado a abandonar la Ciudad de México llevándose consigo sesenta millones de pesos oro, de la Tesorería de la Federación y en condiciones precarias, ya que el tren en que llevaría a su escolta fue destruido por un “máquina loca”. Con una corta escolta de Cadetes del Colegio Militar pudo llegar hasta la estación de Aljibes, en la Sierra de Puebla, a partir de la cual la oposición había levantado las vías del Ferrocarril. A caballo, se internó en la sierra hasta la ranchería de Tlaxcalaltongo, en la que con unos cuantos partidarios que lo acompañaban se instaló en una de las cabañas de la ranchería en compañía del Lic. Luis Cabrera, el ingeniero Bonillas, su frustrado candidato y tres personas más. A la media noche, un grupo de gente armada se asentó brevemente frente a la choza disparando sus armas y lanzando diatribas en contra del Presidente que valientemente abrió la puerta de la choza y de inmediato fue tocado por un disparo en una pierna que lo hizo perder el equilibrio y, mientras caía, recibió cuatro disparos de fusil en la espalda que le ocasionaron una muerte inmediata. Las personas que lo acompañaba, ilesos, trataron de auxiliarlo pero ante el temor de ser asesinados, prefirieron perderse en la obscuridad de la noche.

Los grandes diarios de la capital dieron la noticia de que el Presidente “se había suicidado” y rápida, llegó la resignación de los mexicanos y con ella, la cargada. No había en México un solo partidario de Carranza. Todos, absolutamente todos los mexicanos, resignados, buscaron la forma de identificarse con los sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco Elías, y disfrutar aunque fuera de algunas migajas del botín de los vencedores. La cargada desencadenada recibió justo trato, desde luego.

Álvaro Obregón tuvo un gesto que lo enaltece. Creó la Secretaría de Educación Pública y designó como titular a un verdadero genio, José Vasconcelos. Durante su cuadrienio purgó las filas revolucionarias “desapareciendo cerca de 400 “generales”, FIRMÓ LOS HUMILLANTES “TRATADOS DE BUCARELI” en agosto de 1923 a cambio de que lo reconociera el Gobierno de los Estados Unidos, garantizando con ellos el atraso de México en todos los órdenes y, se dice, comprometiéndose al asesinato de Francisco Villa, condición que cumplió de inmediato.

Durante su cuadrienio, crecieron como la espuma las fortunas de sus amigos Aarón Sáenz, Federico de Lachica y otras decenas más. Con los mexicanos “resignados” a la forma de gobernar de los sonorenses, dejó el cargo a su amigo Plutarco Elías, que tomó posesión el 1 de diciembre de 1924 sin oposición y con la misma cargada que soportó y enriqueció su antecesor. Para el primer sexenio 1928-1934, se presentaron tres candidatos. Dos de la Oposición, Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez, ambos aplastados y asesinados por la Imposición y Álvaro Obregón, también asesinado, al decir de la Vox Populi, por la mismísima Imposición que debe haber cambiado de opinión y preferencias. Un interinato, Emilio Portes Gil, y un Presidente impuesto, que tal vez por otro cambio repentino de la imposición, estuvo a punto de ser asesinado el mismo día en que tomó posesión. De todos modos, algo pasó porque tuvo que renunciar al cargo. Otro interino, Abelardo Rodríguez Luján que expidió las leyes que significaron el candado para que no volviera a haber “disidencias”, en especial la Mussoliniana Ley Federal del Trabajo, que acogió a todos aquellos que significaban poder y su control absoluto. Los líderes de todas las corrientes fueron resignadamente incorporados a la nueva cargada, hasta que de 1988 en adelante se inició una lluvia de leyes tendientes a completar el proyecto de nación. Hubo algún candidato a la presidencia disidente y murió asesinado en Tijuana, lo que como señala el resignado pueblo, calmó la gallera. Volvió a funcionar el sistema porfirista. Los siguientes presidentes, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, fueron designados por la imposición, sin ninguna oposición. La resignación y la cargada, siguieron intactas, hasta que en el año 2000 apareció en el panorama político un tabasqueño incómodo, con un inesperado “mesianismo” como compitió para gobernador del Distrito Federal y materialmente barrió con la posible imposición. El gobierno vio en él un posible opositor y desató en su contra a los perros judiciales. Expropió un predio en Santa Fe para agilizar la circulación de vehículos en esa zona y contra toda ley concedieron una suspensión contra la expropiación por causa de utilidad pública. Siguió la obra y estuvieron a punto de desaforarlo. La reacción popular determinó que las amenazas quedaran sólo en eso. Pero como tenía que suceder terminó el sexenio y el iluso Gobernador pensó en la grande. Se convirtió en oposición y arrastró nuevamente con su opositor pero. Mil triquiñuelas y trapacerías hechas valer por la imposición le dieron el triunfo….por dos milésimas de votos más. La resignación pronto hizo olvidar a los defraudados su derrota y alinearse a la cargada. A los autores en esta ocasión, les han llamado “Los Chuchos”, porque se promotor se llama “Jesús”.

Transcurrió un sexenio más, caracterizado por los más de cien mil muertos en una imaginaria guerra a la delincuencia organizada, y la despiadada enajenación de las riquezas de nuestro querido suelo, la minería a canadienses; la electricidad a los españoles; el petróleo a quién lo compre, sea quien sea. Se permitió la entrada de semillas transgénicas que son un grave peligro para la vida y para la tierra en que sean sembradas, siempre en beneficio de la peor enemiga de México en toda su historia, “Monsanto Chemical Co.” Y el mismo candidato derrotado en la elección anterior, volvió por sus fueros e indudablemente volvió a triunfar, pero en esta ocasión brillaron intensamente actos ilícitos como compra de votos, falsificación o doble impresión de boletas y mil trapacerías mas, “ignoradas” por las autoridades judiciales, y venció la imposición. Otra vez reapareció brillando intensamente la resignación y todos los altos funcionarios que habían sido electos por la oposición, se reunieron hace unos cuantos días y besaron reverentemente la mano de su verdugo. ¡Espectáculo atroz, mengua de la democracia y monumento de nuestra eterna cargada! Ocurrida ante nuestros ojos y nuestra sempiterna cobardía.

¡Que la patria nos lo demande!

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