¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Oposición, imposición, resignación y cargada
Joaquín Ortega Arenas
II
El
periodo presidencial de Carranza, que acogió con gusto “la cargada”,
transcurrió sin pena ni gloria, y cuando se presentó la sucesión
presidencial pretendió imponer al ingeniero Ignacio Bonillas con la
OPOSICION de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que se levantaron
en armas esgrimiendo el “Plan de Agua Prieta”.
En esta ocasión, como ha sucedido en otras oportunidades posteriores, la
oposición venció a la imposición. Carranza fue obligado a abandonar la
Ciudad de México llevándose consigo sesenta millones de pesos oro, de la
Tesorería de la Federación y en condiciones precarias, ya que el tren
en que llevaría a su escolta fue destruido por un “máquina loca”. Con
una corta escolta de Cadetes del Colegio Militar pudo llegar hasta la
estación de Aljibes, en la Sierra de Puebla, a partir de la cual la
oposición había levantado las vías del Ferrocarril. A caballo, se
internó en la sierra hasta la ranchería de Tlaxcalaltongo, en la que con
unos cuantos partidarios que lo acompañaban se instaló en una de las
cabañas de la ranchería en compañía del Lic. Luis Cabrera, el ingeniero
Bonillas, su frustrado candidato y tres personas más. A la media noche,
un grupo de gente armada se asentó brevemente frente a la choza
disparando sus armas y lanzando diatribas en contra del Presidente que
valientemente abrió la puerta de la choza y de inmediato fue tocado por
un disparo en una pierna que lo hizo perder el equilibrio y, mientras
caía, recibió cuatro disparos de fusil en la espalda que le ocasionaron
una muerte inmediata. Las personas que lo acompañaba, ilesos, trataron
de auxiliarlo pero ante el temor de ser asesinados, prefirieron perderse
en la obscuridad de la noche.
Los grandes diarios de la capital dieron la noticia de que el Presidente
“se había suicidado” y rápida, llegó la resignación de los mexicanos y
con ella, la cargada. No había en México un solo partidario de Carranza.
Todos, absolutamente todos los mexicanos, resignados, buscaron la forma
de identificarse con los sonorenses Álvaro Obregón y Plutarco Elías, y
disfrutar aunque fuera de algunas migajas del botín de los vencedores.
La cargada desencadenada recibió justo trato, desde luego.
Álvaro Obregón tuvo un gesto que lo enaltece. Creó la Secretaría de Educación Pública y designó como titular a un verdadero genio, José
Vasconcelos. Durante su cuadrienio purgó las filas revolucionarias
“desapareciendo cerca de 400 “generales”, FIRMÓ LOS HUMILLANTES
“TRATADOS DE BUCARELI” en agosto de 1923 a cambio de que lo reconociera
el Gobierno de los Estados Unidos, garantizando con ellos el atraso de
México en todos los órdenes y, se dice, comprometiéndose al asesinato de
Francisco Villa, condición que cumplió de inmediato.
Durante su cuadrienio, crecieron como la espuma las fortunas de sus
amigos Aarón Sáenz, Federico de Lachica y otras decenas más. Con los
mexicanos “resignados” a la forma de gobernar de los sonorenses, dejó el
cargo a su amigo Plutarco Elías, que tomó posesión el 1 de diciembre de
1924 sin oposición y con la misma cargada que soportó y enriqueció su
antecesor. Para el primer sexenio 1928-1934, se presentaron tres
candidatos. Dos de la Oposición, Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez,
ambos aplastados y asesinados por la Imposición y Álvaro Obregón,
también asesinado, al decir de la Vox Populi, por la mismísima
Imposición que debe haber cambiado de opinión y preferencias. Un
interinato, Emilio Portes Gil, y un Presidente impuesto, que tal vez por
otro cambio repentino de la imposición, estuvo a punto de ser asesinado
el mismo día en que tomó posesión. De todos modos, algo pasó porque
tuvo que renunciar al cargo. Otro interino, Abelardo Rodríguez Luján que
expidió las leyes que significaron el candado para que no volviera a
haber “disidencias”, en especial la Mussoliniana Ley Federal del
Trabajo, que acogió a todos aquellos que significaban poder y su control
absoluto. Los líderes de todas las corrientes fueron resignadamente
incorporados a la nueva cargada, hasta que de 1988 en adelante se inició
una lluvia de leyes tendientes a completar el proyecto de nación. Hubo
algún candidato a la presidencia disidente y murió asesinado en Tijuana,
lo que como señala el resignado pueblo, calmó la gallera. Volvió a
funcionar el sistema porfirista. Los siguientes presidentes, Ernesto
Zedillo y Vicente Fox, fueron designados por la imposición, sin ninguna
oposición. La resignación y la cargada, siguieron intactas, hasta que en
el año 2000 apareció en el panorama político un tabasqueño incómodo,
con un inesperado “mesianismo” como compitió para gobernador del
Distrito Federal y materialmente barrió con la posible imposición. El
gobierno vio en él un posible opositor y desató en su contra a los
perros judiciales. Expropió un predio en Santa Fe para agilizar la
circulación de vehículos en esa zona y contra toda ley concedieron una
suspensión contra la expropiación por causa de utilidad pública. Siguió
la obra y estuvieron a punto de desaforarlo. La reacción popular
determinó que las amenazas quedaran sólo en eso. Pero como tenía que
suceder terminó el sexenio y el iluso Gobernador pensó en la grande. Se
convirtió en oposición y arrastró nuevamente con su opositor pero. Mil
triquiñuelas y trapacerías hechas valer por la imposición le dieron el
triunfo….por dos milésimas de votos más. La resignación pronto hizo
olvidar a los defraudados su derrota y alinearse a la cargada. A los
autores en esta ocasión, les han llamado “Los Chuchos”, porque se
promotor se llama “Jesús”.
Transcurrió un sexenio más, caracterizado por los más de cien mil
muertos en una imaginaria guerra a la delincuencia organizada, y la
despiadada enajenación de las riquezas de nuestro querido suelo, la
minería a canadienses; la electricidad a los españoles; el petróleo a
quién lo compre, sea quien sea. Se permitió la entrada de semillas
transgénicas que son un grave peligro para la vida y para la tierra en
que sean sembradas, siempre en beneficio de la peor enemiga de México en
toda su historia, “Monsanto Chemical Co.” Y el mismo candidato
derrotado en la elección anterior, volvió por sus fueros e
indudablemente volvió a triunfar, pero en esta ocasión brillaron
intensamente actos ilícitos como compra de votos, falsificación o doble
impresión de boletas y mil trapacerías mas, “ignoradas” por las
autoridades judiciales, y venció la imposición. Otra vez reapareció
brillando intensamente la resignación y todos los altos funcionarios que
habían sido electos por la oposición, se reunieron hace unos cuantos
días y besaron reverentemente la mano de su verdugo. ¡Espectáculo atroz,
mengua de la democracia y monumento de nuestra eterna cargada! Ocurrida
ante nuestros ojos y nuestra sempiterna cobardía.
¡Que la patria nos lo demande!
No hay comentarios:
Publicar un comentario