¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
En nuestras manos está la elección
María Teresa Jardí
Graco, que había empezado bien a criterio de los que viven en Morelos,
se desdibuja y pierde el consenso de los que pensaron que había cambiado
ante el desastre que vive Morelos igual y él sí podía llevar adelante
el cambio de manera pacífica.
Moreira, a hijo muerto, denuncia lo que a él también le tocaba haber
enfrentado o al menos denunciado de manera contundente cuando gobernaba
en Coahuila. El narcoestado lleva años construyendo por las mafias
empresariales asociadas a las mafias políticas.
La sobrina de Creel arrastra cien metros a un policía con la arrogancia
de saber que pertenece a los que por mandato político se consideran aquí
como pertenecientes a una primera clase, efímera, en todo caso. Inexistente clase, creada de manera ficticia, por las mismas mafias
políticas que empiezan a sentir en carne propia el desastre que a todos
toca. Inexistente clase que no tienen porqué existir entre los humanos.
Arrastra, una joven de “buena cuna” a un pobre policía, posiblemente
porque ante la sola cercanía de quienes me consta que son elegidos entre
los más amables, la desborda el miedo que se ha ido imponiendo para
todos los gobernados como regla política. Le gana el miedo la partida al
punto de convertirla en delincuente. Y tuvo suerte porque bien pudo
convertirse en homicida.
Los reyes de España hasta hace nada respetados incluso por los
republicanos, son cuestionados en las redes y los príncipes son
abucheados en todo acto público al que asisten. Rodeados de guardias, al
estilo de los de las dictaduras que en las bananeras repúblicas se han
ido imponiendo con el consenso de España que de nuevo se alza con los
más corruptos empresarios como colonizadora de sus antiguas colonias,
convertido en búnker el teatro Campoamor, por primera vez, para la
entrega de los premios Príncipe de Asturias. La monarquía era respetada
entre los españoles antes de que se hiciera público que el rey va por el
mundo asesinando elefantes, además de gastar el dinero de los españoles
y que detrás de la trapicherías del yerno, marido de la infanta,
también se encuentra el monarca.
Ni qué decir del gobernador michoacano. Llegado con el voto, ese sí,
hasta de los panistas y de los perredistas, a la basura el prestigio y
lo ganado por la prepotencia absurda de no querer escuchar al otro. Lo
de las normales, puede ser que haya sido efectivamente organizado por el
secretario de Gobierno de Vallejo, que dicen que espera la renuncia del
mandatario para ocupar él su puesto. Pero es como lo de Moreira. Grave
que no se haya enterado de las trapacerías de sus empleados y más grave
aún que no se haya defendido a tiempo, pero aun de ser cierto lo que
dicen los priístas que no lo hizo por órdenes de quien, como presidente
del PRI, no lo sostuvo. Qué bueno que hoy denuncie. Pero qué malo que se
tenga que perder un hijo para empezar a enterarse de lo mal que van las
cosas y de lo imperioso que es cambiarlas ya, ya, ya de manera
absoluta. Qué bueno que no se haya mantenido a los normalistas presos,
pero Vallejo está tocado, y ya no va camino de acabar con el prestigio
intacto.
Tendríamos que aprender de los verdaderamente sabios capaces de entender
cuestiones tan simples como lo que dijo un antiguo indio Cherokee a su
nieto, “hijo mío, dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre
dos lobos. Uno es malvado. Es la ira, la envidia, la inferioridad, el
resentimiento, las mentiras y el ego. El otro es benévolo. Es la dicha,
la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía, la
verdad. El niño pensó un poco y preguntó: Abuelo, qué lobo gana. El
abuelo respondió: el que alimentas”.
La situación demanda un cambio urgente de todas las reglas y es la
sociedad la que debe, tomando el futuro de sus hijos en las manos,
impulsar el cambio que no va a llegar impulsado por la mafia política.
No se ha aprobado la ley que convierte en esclavos a los obreros
mexicanos porque Gamboa y Beltrones se disputan el honor de ser los amos
del Congreso, de cara a sacarle más a Peña el que gane.
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