lunes, 6 de julio de 2015

Jacobo y Ochoa son mis gatos: El Tigre

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Homozapping
Jacobo Zabludovsky, al servicio del poder 
(Segunda parte)
Jenaro Villamil 


(Leer primera parte)
Reportaje Original publicado en Proceso No. 2018

La “Justificación” frente al 2 de octubre

Uno de los episodios más criticados y recordados en redes sociales el jueves 2 de julio, ante la noticia del fallecimiento de Zabludovsky, fue la censura en su telenoticiario Diario Nescafé a la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968.

La frase “Hoy fue un día soleado, pronunciada por Zabludovsky al día siguiente de la matanza, se convirtió en Trending Tópic en las redes sociales.

En 1978, diez años después de la matanza, Genaro María González, recordó en las páginas de Proceso el papel de Zabludovsky en la represión al movimiento estudiantil:

“El colofón de la burla realizada por dos conocidos locutores especialistas en noticiarios de Telesistema, ahora Televisa, quienes esa misma noche unieron sus voces para decir que no había habido muertos, que todo era una campaña contra el régimen y, en el colmo de la befa, ofrecieron cámaras y micrófonos para que los padres de las presuntas víctimas formulasen sus querellas. Claro que en aquel clima de represión nadie presentó ninguna denuncia, pero en el ánimo del auditorio quedó patente la manipulación burda que se pretendió realizar a la opinión pública”.

Desde antes de su salida definitiva de Televisa, en el 2000, Zabludovsky comenzó una batalla para limpiar su imagen como periodista ante ese episodio.

En vísperas de los 30 años de la matanza, en septiembre y octubre de 1998, Zabludovsky concedió varias entrevistas para medios impresos para justificar su papel frente a la represión estudiantil.

A La Jornada le declaró que en 1968 no se podía “informar de todo” porque “eran momentos de una estricta vigilancia por parte de las autoridades, que estaban empeñadas en que ninguno de los medios diera una información que ellos consideraban excesiva. Nos reducían a su mínima expresión”.

También se justificó así en entrevista con el periódico Reforma:

“Nuestro margen de maniobra era limitado. Era un problema relacionado con la situación del país, con un presidencialismo concentrado, con absoluta hegemonía del PRI. Además, había una identificación entre las intenciones de las empresas y las políticas del gobierno, lo cual se reflejaba dentro de las televisoras y la radio. También había empresarios, como nuestro director Emilio Azcárraga, que se declaró priista y soldado del presidente, y esto se reflejaba dentro”.

En sus últimos años, Zabludovsky preparaba la publicación de sus memorias. Quienes llegaron a conocer el manuscrito, afirmaron a Proceso que el ex conductor estelar de Televisa se concentró en rememorar su infancia en el barrio de La Merced, su origen humilde, sus estudios en las escuelas públicas, sus conocimientos del viejo Centro Histórico de la Ciudad de México, pero no quería abordar los temas polémicos como su relación con los presidentes, por qué optó por ser vocero del sistema y menos el episodio del 2 de octubre de 1968.

Carlos Marín, en una extensa semblanza de Zabludovsky publicada a los 30 años de la matanza estudiantil apuntó en Proceso:

“Próximo al sexenio diazordacista, ya era común verlos juntos o separados en todo tipo de actividades oficiales y oficiosas, así como en amenas conversaciones con los principales funcionarios y especialmente con los presidentes.

“Con Gustavo Díaz Ordaz no fue distinto, ni antes ni después de Tlatelolco. (Ver Proceso, No. 1144).

También con Luis Echeverría, el expresidente que lo sobrevive, Zabludovsky mantuvo una relación cordial. En 1971, tras la matanza del Jueves de Corpus del 10 de junio, le preguntó en su noticiario:

“-¿Se castigará a los culpables?

“-Definitivamente respondió Luis Echeverría.

Terminó el sexenio echeverrista, nunca se atraparon a los culpables del “halconazo”, se consumó el golpe a Excélsior, y Zabludovsky nunca volvió a pedirle cuentas a Echeverría.

Su cobertura frente a los sismos del 85

Otro de los episodios más recordados y celebrados de Jacobo Zabludovsky es la narración de la destrucción de la Ciudad de México en los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985. Con un teléfono móviluna rareza en esa época- Zabludovsky transmitió el relato de la destrucción en Paseo de la Reforma e Insurgentes, en el Centro Histórico, en los alrededores de Chapultepec 18, la sede de Televisa, que fue uno de los edificios más dañados.

La cobertura de Zabludovsky sobre los daños ocasionados por el sismo se quedó en el relato de la destrucción y de la tragedia, pero no en el registro de los grupos sociales que comenzaron a organizarse para protestar contra el gobierno federal, contra la corrupción que permitió la construcción de multifamiliares y movimientos sindicales como el de las costureras.

Después de la conmoción, Televisa y Zabludovsky retornaron a su papel habitual: ser los voceros del poder presidencial y del sistema. Ignorar o minimizar la protesta social fue la consigna.

Carlos Monsiváis, en su libro Entrada Libre, crónicas de la cociedad que se organiza, escribió el siguiente apunte sobre “Los Poderes de Televisa” en los sismos:

“El día de la tragedia se reiteraron los usos ilimitados de la televisión ylo que es lo mismo- la eficacia de Televisa cuando sólo está parcialmente al servicio de sus fines habituales. El espectador se ha acostumbrado a ver en el modelo de Televisa el sentido genuino de la televisión, y de esa identificación tan vigorosa se desprenden estilos arrogantes y seguridades de que lo dicho desde la pantalla es la verdad estricta…

Sin espacio propio, funcionarios y líderes sindicales le rindieron cuentas a los locutores Guillermo Ochoa y Jacobo Zabludovsky, usaron a Televisa como tribuna y confesionario e hicieron esfuerzos casi siempre patéticos para disimular su nerviosismo (acostumbrados a la docilidad del manejo de prensa, y no a la inmediatez de la televisión en instantes críticos). Mientras, los espectadores hablaban para ofrecer ayuda, aportaban datos, veían a la solidaridad convertirse en un espectáculo paralelo al de las implacables imágenes mortuorias”.

La Reinvención de Zabludovsky

Su última transmisión en el Canal 2 de Televisa, como conductor de 24 Horas, fue en enero de 1998. Sus últimas palabras fueron un “¡Gracias, señor presidente, buenas noches” cuando recibió una llamada de despedida de Ernesto Zedillo.

Una larga y elogiosa pasarela de políticos, ex presidentes y amigos del poder de Zabludovskymuy similar a la que ocurrió el 2 de julio, día de su deceso- ocurrió también en las pantallas de Televisa. Los expresidentes Luis Echeverría y Miguel de la Madrid, así como el poderoso ex gobernador mexiquense y ex regente capitalino, Carlos Hank, amigo personal de Zabludovsky, lo llenaron de alabanzas.

“La grandeza de Jacobo obedece a su talento y preparación”, sentenció Hank González, a quien el conductor de 24 Horas siempre elogió.

Su salida definitiva de Grupo Televisa ocurrió en marzo del 2000. En solidaridad por la renuncia de su hijo Abraham Zabludovsky, quien fue marginado para conducir el noticiario estelar de Canal 2 que dejaba Guillermo Ortega, Jacobo Zabludovsky también se retiró.

Sutilmente, Zabludovsky comenzó a cuestionar y darle voz a quienes criticaban la concentración mediática de Televisa, pero nunca al sistema político ni al presidencialismo que lo permitieron.

Desde su espacio informativo en Grupo Radio Centro, Zabludovsky fue crítico del asalto al cerro del Chiquihuite, protagonizado por gente armada enviada por TV Azteca contra Canal 40, el 27 de diciembre de 2002. Fue crítico del desafuero contra Andrés Manuel López Obrador en 2005 y dio espacio a las voces que estuvieron en contra de la Ley Televisa, en marzo de 2006.

Con el retorno del PRI a la presidencia de la República, el gobierno de Peña Nieto pretendió restablecer la figura de Jacobo Zabludovsky. Hubo un intenso cabildeo de Los Pinos para que el ex conductor de Televisa recibiera el Premio Príncipe de Asturias de España en 2014. Lo ganó Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino, creador del personaje de Mafalda.

Peña Nieto mandó a emitir un billete de la Lotería Nacional con la efigie del conductor. Develó una placa para conmemorar sus 70 años de trayectoria el 4 de diciembre de 2013.

Fiel a sus reflejos a favor del poder presidencial, Zabludovsky correspondió así a los elogios de Peña Nieto:

No creo que ningún mexicano, por lo menos de los que yo he leído o conocido, haya recibido el honor que ahora la generosidad del presidente de la República y el jefe de Gobierno me dispensan. Un honor tan grande como el de mi agradecimiento por ello”.

A pesar de esta reinvención y restauración del ícono de un periodismo dócil ante el sistema, Zabludovsky no pudo recibir este año el doctorado Honoris Causa de la Universidad Veracruzana.

Cuando se supo que la Junta Académica de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación propuso a Zabludovsky para el Honoris Causa los estudiantes y profesores se movilizaron y juntaron más de 3 mil firmas en la plataforma Change.org para que no se le entregara tal distinción, en mayo de 2015.

Uno de los argumentos centrales fue que el ex conductor de 24 Horas “representaba uno de los vicios mayores del periodismo: la libertad de expresión dictada desde el poder”.

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