La Jornada
La persistente sinrazón
Luis Linares Zapata
Los bríos de la nueva
administración no menguan en perseguir un modelo caduco a pesar de ya
sufrir varios encontronazos con la realidad. Ni bien se apoltronaban los
nuevos funcionarios en sus cómodas oficinas, cuando algunas de las
muchas rebeldías que plagan el país se les cruzaron de frente. Todavía
sonaban en el aire los aplausos, parabienes y augurios de eficiencias
instantáneas, cuando irrumpieron, con disonancias ríspidas, férreas
oposiciones provenientes desde la mera base de la sociedad. Los
soberbios arrestos autoritarios de un inicio se han ido apagando para
bien de la tranquilidad de muchos. Pero la persistencia en la sinrazón
de los dictados del acuerdo de Washington la traen estampada en la
conciencia y los intereses. La cotidiana y verbosa narrativa oficial no
cesa su desgrane en cuanta tribuna tiene a su alcance y que son muchas,
muchísimas. Pero la duda sobre las presumidas capacidades de conducción,
y el trasteo concomitante, surge y se esparce por todos lados.
El problema nacional no es de productividad, no al menos como causal solitaria del raquítico crecimiento y nulo desarrollo. La caída en productividad es una resultante de la baja inversión, pública y privada, que ya cuenta los decenios. Es una resultante de la inexistente creación de ciencia aplicada (tecnología) de la escasa capacitación laboral, de la poca mejoría en la capacidad de gestión y organizativa de las empresas. Pero, más al inicio aún, la productividad se incuba y florece cuando hay un reparto equitativo de la riqueza generada, por mínima que esta sea. La fuga de las utilidades acumuladas hacia la especulación, libre de impuestos además, ha sido monstruosa. Casi 8 billones de pesos, 48 por ciento del PIB, en manos de unos 250 mil cuentahabientes.
Pero lo que sí preocupa emana de los datos que ha publicado el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social acerca del deterioro acelerado de los ingresos de los mexicanos. Perder 8 por ciento de poder adquisitivo en escasos tres meses de 2013 no hace sino confirmar el devastador efecto de las políticas públicas sometidas al modelo vigente. Y eso que las consecuencias de la pasada reforma laboral todavía no impactan de lleno la anunciada precarización de los trabajadores. Productividad entonces pasa a significar la continuidad del sacrificio de enteras generaciones de mexicanos, pobreza extrema, aumento en la cabalgante informalidad, delincuencia o el exilio forzado. Hacia allá se dirige el conservador y sometido priísmo de nuevo cuño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario