Por Esto!
A revisión el Estado
María Teresa Jardí
La detención arbitraria acaba con la vida del inocente preso y de toda su familia. Baste ver al general Angeles físicamente veinte años más viejo de lo que se veía cuando fue falsamente acusado, detenido y encerrado en un penal de alta seguridad.
Veinte años más viejo que cuando fue encerrado por decisión, con la complicidad o con el apoyo de Felipe Calderón. Por decisión, con la complicidad o con el apoyo del general Galván, entonces secretario de la Defensa de Felipe Calderón. Por decisión, con el aval, por la complicidad e incluso por todo ello junto de la entonces procuradora general de la república de Felipe Calderón, Marisela Morales. Por decisión o en cumplimiento de un guión televisivo preparado por García Luna, productor también de los grupos paramilitares dejados por Felipe Calderón, al estilo de los del multiasesino “Zeta” dejado libre por un juez de Distrito veinte horas después de haber sido detenido por la Secretaría de Seguridad Pública de Yucatán.
“Increíble es el hecho de que Carlos Bersaín Mauleón Martínez, señalado como jefe ‘Zeta’ de plaza en Coatzacoalcos, Veracruz, haya salido libre bajo fianza junto con sus otros cinco acompañantes...” tan sólo veinte horas después de haber sido detenidos.
O quizá no es increíble si volteamos los ojos a todo lo que es increíble pero sucede como si fuera lo natural aunque salte a la vista que es del todo inmoral.
Nadie ha dicho nunca que elegir lo correcto es lo fácil. El Juez y el ministerio público se echarán la pelota con las acusaciones mutuas: “que si la consignación no era la adecuada... Que el juez fue quien lo dejó libre..., Que si el miedo... que si las amenazas...”. Nadie Puede obligar a otro a hacer lo incorrecto. Y no es el único caso que demanda de inmediato respuestas.
Y ahí está también el caso del general Gutiérrez Rebollo encarcelado en la época de Ernesto Zedillo, al parecer, por órdenes de ese miserable cómplice al menos, involucrado muy posiblemente en la masacre paramilitar cometida, a pesar de haber sido avisados él y su secretario de Gobernación, por Peña premiado con la Secretaría de Educación, por un grupo paramilitar que se sabía que iba a atacar a los indígenas desarmados que se encontraban en una ermita rezando.
Aprehendido, el general Gutiérrez Rebollo, por órdenes también del entonces secretario de la Defensa de Ernesto Zedillo. Aprehendido con otro falso montaje o en todo caso con un montaje preparado para que cayera el recién nombrado general como zar antidrogas. Un montaje en el que cayó el general pero al que no se le ha probado que su fortuna sea inexplicable, y los que lo conocen afirman, sin miedo a equivocarse, que no existe esa fortuna. Mientras que mucho se dijo de la denuncia hecha ante el secretario, por ese general cuyo caso debería también de ser revisado, de relaciones con impresentables por parte de algún familiar de Zedillo. Si se tratase de recobrar para el Ejército nacional algo del mucho prestigio perdido por ese instituto político, el caso del general Gutiérrez Rebollo también se pondría a revisión de manera rauda.
Tiene razón el general Naranjo. Sabe de qué habla dado que él también estuvo involucrado en la creación de grupos paramilitares. Pero no son las policías comunitarias nuestro mayor peligro de momento. Son los paramilitares que hoy, como es obvio, integran la Gendarmería. Es el mismo ejército paramilitar de hombres de negro creado por García Luna, integrando, en parte al menos, a la Gendarmería puesta en manos de otro que también debe ser juzgado por la venganza cobrada contra los estudiantes a nombre de Peña el 1 de diciembre de 2012. Y es probable incluso que la salida rauda del multiasesino “Zeta” y sus compañeros se deba a la integración de la Gendarmería que Mondragón encabeza. En un país sin policía, porque desarmadas en su estructura ética se encuentran todas las policías y no hay casi delito en el que no estén involucrados policías. ¿En septiembre ya va tener la Secretaría de Gobernación preparada una Gendarmería nacional que no sea la misma cosa?
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