¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Subir impuestos; frenar gasto
Francisco Rodríguez
Indice Político
Ahora resulta que, además de todo, el mal recordado Felipe Calderón dejó
las cajas del erario vacías. “No hay dinero”, nos dijo ayer un
reconocido fiscalista a quien, en una breve charla de pasillo, le
preguntamos un amigo y este escribidor su opinión en torno a la ausencia
de gasto e inversión pública, cuando ya ha transcurrido más de un
cuatrimestre del año fiscal.
Y para ejemplificar su aserto, agregó: “Nada más hay que ver la bronca
en la que se metieron con el (nuevo) escándalo de la condonación de
multas y recargos, con el descuento de hasta el diez por ciento a los
créditos fiscales, particularmente con el caso Televisa, y sólo para
recaudar algo así como 11 mil millones de pesos… claro, que 11 mil
millones no son una cantidad despreciable”.
— El clásico “de lo perdido, lo que aparezca” –añadió.
— ¿Y cómo ves, cómo viene la reforma fiscal?
— Recaudatoria –respondió—. Sólo para cobrar más impuestos. Se van a
meter (los funcionarios del gobierno, los legisladores) en una bronca de
dimensiones apocalípticas con el IVA a medicinas y alimentos y sólo
para recaudar algo así como 3 puntos del PIB…
— Y eso ¿a cuánto equivale? ¿300 mil millones de pesos? –le inquirimos.
— Mmmm. Algo así –contestó tras hacer un rápido cálculo mental.
Y tras intercambiar compromisos de reunirnos pronto, nos despedimos con un mal sabor de boca por la información recibida.
No hay dinero en las arcas públicas, pues. De nada sirve que haya genios
al cargo de las finanzas del país, si no tienen margen alguno de
maniobra, si no tienen dinero.
Y lo peor es que el gasto público crece y crece.
Tan sólo en estos primeros meses de nuevo gobierno, ya se han creado
cuando menos cuatro nuevas y, por supuesto, costosas estructuras
burocráticas que dizque dotadas de autonomía y bla, bla, bla.
Gasta la Administración mucho dinero. Cada vez más.
Y para hacer frente a sus muchos y muchos gastos, deja de invertir y,
claro, hurga todavía más en los bolsillos de los contribuyentes.
Así, el real problema no es la baja captación fiscal, sino el desmedido y prácticamente desenfrenado gasto gubernamental.
INGRESOS = EGRESOS
Felipe Calderón despilfarró el dinero de los contribuyentes. Hizo crecer
desproporcionadamente las nóminas gubernamentales, creando puestos de
altos burócratas que, sin función, se dedicaron a medrar y a llevarse lo
que podían. La inversión decreció. Presumía, por ejemplo, la
construcción de más y más carreteras… pero lo que no decía es que éstas
fueron concesionadas a empresas privadas, en su mayoría españolas.
Y el erario se diluyó en pago de comidas, de facturas de telefonía
celular, viáticos y un sinfín de prestaciones para los amigos de quien
en ese momento ocupaba Los Pinos.
Hoy hay que abordar el tema con seriedad.
La reforma fiscal en ciernes no debe restringirse nada más en sacar más
dinero del ya muy adelgazado bolsillo de los contribuyentes, sino
también cambios profundos en los esquemas del gasto público.
Dicen los especialistas, además, que la experiencia de gasto público en
el país es poco exitosa, habida cuenta de que al analizar su aplicación
en las últimas décadas y sin ser muy diferente al de otros países con
desarrollo similar, los resultados son menos favorables.
Con los actuales esquemas de gasto público, lo peor, no sólo no ha
favorecido sino que, por el contrario, ha inducido una menor
responsabilidad fiscal –accountability, le llaman los sajones— del gasto
público.
Así, el problema reside no sólo en la necesidad de incrementar
significativamente la recaudación no petrolera sino también se requiere
una reingeniería del gasto público que, entre otras cosas, pase por una
reforma del esquema actual de relaciones fiscales intergubernamentales,
modificándolo para transferir a los gobiernos estatales y municipales
una mayor participación activa, si bien parcial, en la recaudación de
ingresos propios.
Hoy, en el gobierno federal subsisten programas regresivos y la mayor
parte del gasto público no es suficientemente progresivo, los impuestos
tampoco son progresivos, la desigualdad de oportunidades no se ha
eliminado y la política pública sólo ha contribuido a la generación de
monopolios que han alimentado una fuerte concentración de riqueza y, por
consiguiente, una inmensa cantidad de pobres, la mayoría de los
habitantes del país.
Las arcas están vacías… Así las dejó el mal recordado Calderón.
Índice Flamígero: La muy aplaudida reforma financiera –no confundir con
la fiscal— podría tener un impacto de hasta medio punto –50 mil millones
de pesos— en el crecimiento del PIB, pero sólo hasta dos o tres años
después de que sea aprobada por las cámaras legislativas, expuso el
Banco de México.
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